Retrato improvisado de Guy Sorman.
Piencourt, 3 enero 2014. Foto JPQ.
Hijo de una familia de judíos apátridas, Guy Sorman (Nérac, en Lot-et-Garonne, 1944), ensayista, empresario, profesor, editor, ha hecho carrera como analista de las grandes crisis de nuestro tiempo.
A caballo entre París y Nueva York, Sorman trabaja como consultor de gobiernos, editor de revistas, miembro del consejo de administración de instituciones universitarias trasatlánticas, y está muy implicado en la lucha contra el hambre, en África, y la defensa y promoción de grandes creadores y disidentes chinos.
A su modo de ver, ¿será 2014 el año de la salida de la gran crisis económica internacional?
-Ya hemos salido. Todos los indicadores lo confirman, todos van en la misma dirección. Los indicadores que me parecen más significativos son el crecimiento previsto en los EE. UU. y la caída relativa de la China. Hace años, había una cierta tendencia a valorar a la alza las perspectivas chinas. Ese indicador no se confirma. Si se confirma que la economía de los EE. UU. vuelve a funcionar como motor de la economía mundial. Cuando los EE. UU. crecen, ese crecimiento tira de toda la economía internacional.
¿Y Europa?
-Bueno… Europa también comienza a dar signos de mejora, en muchos países. Alemania, por ejemplo. En España, las reformas están dando resultados y los españoles podrán beneficiarse de los esfuerzos realizados. Francia, por el contrario, parece confirmarse como el hombre enfermo de Europa.
¿Por qué?
-Hollande no tiene política. Hace unos días, tuve la oportunidad de hablar con él, y le dije: “Presidente, mi profesor de economía, Raymond Barre, me decía que, en economía, lo único que funciona es tener una política, buena o mala. Las empresas se adaptan a la situación. Lo peor es no tener política. La ausencia de política es un desastre. Es lo que ocurre en Francia, hoy. Como Hollande es un hombre que tiene mucho sentido del humor, me respondió con esta frase: “¡Pues imagínese si yo tuviese una mala política1!”.
¿Es Francia víctima del Estado francés, víctima de un Estado burocrático que consagra lo esencial de sus presupuestos a pagar sueldos y pensiones de funcionarios, subvenciones de todo tipo, en detrimento de la economía nacional?
-Yo no lo diría de ese modo. Entre el 20 y el 30 por ciento de las rentas de todos los ciudadanos franceses son transferencias del Estado. Es decir, los franceses se han acomodado a un Estado que los protege, creen ellos, a cambio de pagar impuestos.
Pero el poder adquisitivo de las familias está cayendo, por vez primera, desde hace décadas. Y Francia lleva años perdiendo competitividad en la escena mundial.
-Lleva usted razón. En cierta medida, los franceses están viviendo de sus rentas.
Tras el declive iniciado por la pareja Mitterrand / Chirac, Francia ha oscilado entre la decadencia gesticulante de Sarkozy y la decadencia tranquila de Hollande. Los últimos presupuestos equilibrados datan de la presidencia de Valery Giscard d’Estaing (1974 – 81).
-Quizá lo que usted llama declive comenzó entonces. Giscard creía hacer bien incrementando el gasto público, echando los cimientos de la crisis del Estado providencia.
Francia vive a crédito, desde entonces, incrementando e incrementando su deuda soberana. Hay quienes piensan que el muro de la deuda pública francesa es una amenaza para toda la zona euro.
-A mi modo de ver, el euro, la moneda única, está a salvo. Tras la experiencia griega, los inversores han asumido que Europa está dispuesta a salvar a sus Estados endeudados.
Francia no es Grecia.
-No. Pero se gana mucho dinero prestado al Estado francés, que se endeuda a un precio bastante bajo. Los inversores piensan que alguien terminará pagando la deuda que continúa contrayendo Hollande, como antes hicieron Sarkozy, Chirac y Mitterrand.
¿No es un síntoma de decadencia, vivir a crédito, dejar a hijos y nietos la herencia de una deuda creciente?
-La decadencia, en nuestro caso, puede ser muy larga. Y puede vivirse muy agradablemente. El Reino Unido vivió a crédito casi todo el siglo XIX. Y los EE. UU. han vivido a crédito casi todo el siglo XX.
El rostro menos amable de ese riesgo de decadencia es la falta de crecimiento, el estancamiento, el paro de masas, las economías de una subsistencia muy precaria. Ese el el caldo de cultivo donde han florecido los populismos y las extremas derechas, en toda Europa.
-Atención. La lógica de la Unión Europea (UE) es una lógica liberal, que intenta poner techo a las deudas y el déficit público de los Estados. Lo que está en crisis no es Europa, si no un modelo de Estado providencia que tiene muchos efectos perversos, catastróficos. Es en esa tierra abonada por la crisis del Estado providencia donde han florecido los populismos y extremas derechas.
¿Cómo analiza usted la ascensión de populismos y extremas derechas, en Europa y en Francia, en particular?
-Ocurre algo muy parecido a lo que ocurrió durante los años 30 del siglo pasado. El paro de masas, la falta de perspectivas, la angustia ante la crisis. La crisis de los partidos políticos tradicionales. En Francia, por ejemplo, los antiguos obreros que en otro tiempo votaban comunista ahora votan a la extrema derecha de la familia Le Pen. Muchas familias humildes piensan que la izquierda y la derecha de nuestro tiempo son muy similares. En Francia, por ejemplo, esas familias humildes no ven gran diferencia entre la UMP de Sarkozy y el PS de Hollande. Y sienten la tentación de votar otra cosa, como el Frente Nacional (FN) de la familia Le Pen, que tiene unas teorías económicas muy peregrinas, absurdas y peligrosas.
¿Solo son peligrosas las teorías económicas de la extrema derecha francesa?
-¡Noooo! La extrema derecha es esencialmente totalitaria y antidemocrática.
Las elecciones europeas del próximo mes de junio se anuncian como un gran “bulevar” para una implantación espectacular de las extremas derechas en el Parlamento europeo.
-Es muy posible, en efecto, que 2014 sea un gran año para los populismos y las extremas derechas de toda Europa. Pero Europa, la UE, no es “culpable” de nada. La construcción política de Europa es esencialmente liberal. Es el funcionamiento perverso del Estado providencia el que sirve de catalizador para todos los extremismos anti democráticos, amenazantes, claro está.
Hay otros síntomas del mal funcionamiento de Europa. Bélgica lleva años al borde de la implosión, Escocia quiere independizarse del Reino Unido, los nacionalistas catalanes quieren romper con España.
-De entrada, le subrayo, esas tentaciones hablan del atractivo mismo de Europa. Ningún escocés ni ningún catalán quiere vivir fuera de Europa.
La fragmentación de varios Estados europeos, el Reino Unidos, Bélgica, España, es un síntoma político de crisis grave, para los Estados y para Europa.
-La UE solo acepta nuevos miembros si hay unanimidad entre sus Estados miembros. Hay algo de absurdo en las pretensiones catalanas, por ejemplo. Cataluña puede ser un Estado independiente. Pero no entrará en la UE si España no lo desea. Estuve en Barcelona, presentando la obra de un gran disidente chino. En la ceremonia de inauguración de la muestra coincidieron los alcaldes de Barcelona y Madrid… ¡qué se hablaban en inglés! El catalán no quería hablar español, y el madrileño no quería hablar catalán. ¡Algo absurdo! A mi modo de ver, se trata de puras fantasmagorías. En el momento de la verdad, cuando los catalanes comprendan que se quedarían fuera de la UE, si rompiesen con España, la sensatez terminará imponiéndose y confirmarán su apego a España.
Los problemas catalán o escocés coinciden con las llamaradas populistas, consecuencia, quizá, del incremento del paro y la pobreza, en toda Europa. Usted lleva años defendiendo otro modelo de lucha contra la pobreza, la renta mínima de Estado.
-Si… ese proyecto tiene muchos “padres” y puede resumirse de manera muy simple: asegurar a todo recién nacido, a todo ciudadano, una renta mínima de vida digna. Renta que puede cifrarse con relativa facilidad. Se trata de ofrecer a todos los ciudadanos esa renta mínima. Y, a cambio, se suprimen todas las ayudas y subvenciones. Esa manera de luchar contra la pobreza está dando resultados en algunos países africanos. Y, a mi modo de ver, pudiera ser una alternativa a la crisis devastadora del Estado providencia, improductivo y semilla de todo tipo de corrupciones.
- Francia y Entrevistas en este Infierno.
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ABC, 12 enero 2014.
Sigo sin estar muy convencido de salir de la crisis. Si tal vez los famosos indicadores macroeconomicos sean positivos, pero la realidad es bien distinta y si no hay un cambio de sistema, los pobres seguran siendo mas pobres. Parece ma bien que vamos hacia el modelo amercano de liberalismo economico y empresarial, en lugar de construir algo diferente, calro que con lso nacionalimos al alza no esta el horno para cocianr nuevos bollos.
saludos
Txema,
Bueno… casi todo el mundo dice que bastantes países (salvo Francia) tendrán este año entre 1 y 1,5 % de crecimiento. A eso llaman salir de la crisis. De la recesión a ese crecimiento hay un paso y tendencia importante, claro. Otra cosa es que, efectivamente, puede crearse empleo con ese crecimiento. De ahí que… se pueda estar saliendo de la crisis, al mismo tiempo que continuará el paro y el crecimiento de la pobreza…
Q.-