¿Qué decir de un padre de familia que deja a sus herederos un patrimonio familiar amputado por su mala gestión personal?
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Comenté las elecciones catalanas del 25 noviembre 2012 de este modo: Artur Mas ha hecho mucho daño a la causa de la independencia de Cataluña, e incrementado deuda y pobreza.
Dos años más tarde, la situación ¿transitoria? pudiera ser esta:
Carles Castro Barcelona analiza de este modo ese último sondeo de La Vanguardia:
Por primera vez desde las elecciones del 2012, CiU y Esquerra no suman mayoría absoluta en el Parlament. Ni juntas –en unas elecciones plebiscitarias bajo el paraguas de la “Lista del President”–, ni tampoco concurriendo por separado.
Segunda novedad, la irrupción en Catalunya de Podemos, en paralelo a un visible ascenso de otra formación de la izquierda radical: la CUP. El partido en construcción que lidera Pablo Iglesias –sin apenas estructura ni candidato conocido en Catalunya– se convertiría en la cuarta fuerza política de la Cámara, con 14 escaños y más del 11% de los sufragios. Y, a su vez, la CUP duplicaría su cuota de voto del 2012 y casi triplicaría su actual representación parlamentaria.
Tercera novedad: la confirmación de la escalada imparable de Ciutadans. El partido de centro españolista que capitanea Albert Rivera duplicaría su tasa de voto de hace dos años y pasaría de 9 a 19 diputados en la Cámara catalana.
Naturalmente, estos espectaculares avances se nutrirían de las aparatosas caídas de un buen número de damnificados.
Los primeros, los socialistas catalanes, que perderían ocho escaños de los 20 con que cuentan hoy y un tercio de sus votos del 2012. Claro que en ese descenso a los infiernos estarían acompañados del PPC, que perdería más de la mitad de sus diputados (de 19 a nueve) y casi el 45% de las papeletas que cosecharon hace dos años. Y finalmente, también ICV sufriría una hemorragia de votos que alcanzaría a la mitad de su capital electoral y parlamentario (de 13 a 6 escaños).
CiU y ERC reunirían ahora 67 diputados, frente a los 71 que cosecharon en el 2012.
Sólo incluyendo a la CUP, el soberanismo superaría la mitad de los votos y 75 escaños.
A partir de ahí, el mantenimiento del respaldo electoral a CiU y ERC –aunque con una correlación algo distinta de la del 2012– se ve neutralizado por la irrupción de un nuevo actor político (Podemos) y por el decisivo ascenso de dos formaciones nacidas en la última década: la CUP y C’s, en un marco de mayor fragmentación parlamentaria.
De ese modo, aunque CiU y Esquerra suman incluso algunas décimas más que hace dos años, pierden cuatro escaños en el cómputo total y pasan de los 71 del 2012 a una expectativa de 67 (uno por debajo de la mayoría absoluta). Es decir, el bloque soberanista sólo sumaría más de la mitad de los escaños del Parlament (y reuniría entonces 75) incluyendo a los diputados de la CUP.
Este pronóstico debe completarse, además, con un nuevo descenso de CiU, que aunque salvaría su condición de primera fuerza y lograría despegarse de Esquerra, perdería diez escaños y pasaría de los 50 actuales a 40.
A su vez, ERC no lograría confirmar las expectativas de sorpasso que dibujaron las elecciones europeas de la pasada primavera y obtendría ahora sólo siete diputados más que en el 2012 (hasta un total de 27) gracias a un crecimiento de voto (algo más de cinco puntos) ligeramente superior al que extraviaría CiU (4,4).
El sondeo de Feedback explica este desenlace en base a un conjunto de trasvases de voto que en el caso de CiU se centrarían sobre todo en ERC, aunque también beneficiarían a C’s, Podemos e incluso la CUP. Por su parte, el hasta hace cuatro años segundo gran partido de Catalunya, el PSC, repartiría el grueso de sus pérdidas entre Podemos y Ciutadans. Y algo parecido, aunque con C’s como principal beneficiario le ocurriría al PP, cuya imagen en Catalunya se resume en el drástico suspenso que obtienen sus dos dirigentes de referencia: Sánchez-Camacho y el presidente Mariano Rajoy. Por último, la debacle de Iniciativa se explica por la deserción de 200.000 votantes que se repartirían entre Podemos, Esquerra y, en menor medida, la CUP.
Ahora bien, el catalizador que podría suponer la unificación del voto soberanista en una sola candidatura capitaneada por el actual presidente de la Generalitat también se vería neutralizado por la tempestad electoral que está devastando el sistema de partidos heredado de la transición. Si por separado, CiU y ERC sumarían 67 escaños, la Lista del President cosecharía tres menos: un total de 64 (a cuatro de la mayoría absoluta). Y este desenlace sorprendente –que contrasta con la mejoría en la valoración del Govern a caballo de su gestión del 9-N– se produciría porque, lejos de sumar, la lista unitaria restaría y provocaría incluso una especie de escisión electoral de los votantes “irreductibles” de CiU y ERC, que a día de hoy no apoyarían la lista conjunta, pero tampoco se inclinarían por otra opción.
En este sentido, la federación nacionalista extraviaría más de 130.000 votos que seguirían identificados con una “CiU no independentista”. Y a su vez, más de la mitad de los votantes de Esquerra se negarían a apoyar la lista unitaria de Mas. Este escenario frentista consagraría además a Ciutadans como la segunda fuerza política catalana (aunque, eso sí, a gran distancia –hasta 45 escaños– de la candidatura unitaria), seguida de Podemos.
Las claves de este comportamiento electoral pueden intuirse en los objetivos que expresan los ciudadanos a la hora de decidir su voto en unas futuras elecciones al Parlament. En un abanico de multirrespuestas, el 71% de los consultados señala la situación económica y la salida de la crisis, mientras que el 47% votaría con el objetivo de “castigar a los partidos con casos de corrupción”. Y sólo el 34% alude a la independencia de Catalunya como principal motivación de su voto. La Vanguardia, 7 diciembre 2014, Carles Castro Barcelona. CiU y ERC no suman mayoría ni con una lista única ni por separado.
Las negritas son mías.
Las “claves” de esa posible evolución electoral parecen coincidir con bastante precisión con una metamorfosis social de fondo:
“Crece la Barcelona pobre…”.
Montoro, Podemos, Guanyem y la “corrupción estructural”, en Cataluña.
Cataluña / España, espejo y laboratorio de fragmentación social.
Temas de trabajo de mi serie España, una temporada en el Infierno.
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