La Francia de Hollande no sale del hoyo.
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Liberation, 11 diciembre 2014. La faiblesse de l’économie française met en péril l’équilibre budgétaire et le niveau d’endettement. Deflación: «La peligrosidad de esta situación proviene de lo difícil que es salir de ella, ya que se crea un círculo vicioso…».
La agencia Fitch ha rebajado un escalón el “rating” de “AA +” a “AA” de la deuda soberana francesa, con perspectiva “estable”, confirmando la inquietante parálisis del gobierno de François Hollande, hundiendo la economía nacional en una crisis de inmobilismo amenazante para toda la zona euro.
Hace semanas, Fitcht advirtió al gobierno francés que “rebajaría” la calificación crediticia de la deuda soberana “si no se acometían con urgencia reformas profundas”.
Fitcht se limitaba a repetir, como un eco, las advertencias de la OCDE, la Comisión europea, el FMI, y, por último, Angela Merkel.
Hollande invitó a su primer ministro, Manuel Valls, su ministro de Finanzas, Michel Sapin, y su ministro de Economía, Emmanuel Macron, a presentar “reformas creíbles”.
El jueves pasado, Hollande “prestó” los salones del Eliseo a su equipo económico para lanzar con mucho aparato publicitario un nuevo y modestísimo “plan de reformas”, el Plan Macron, que debieran “liberalizar” la economía nacional.
Apenas cuarenta y ocho horas más tarde, Fitch dictó una “sentencia” precisa y brutal: “Esas reformas no serán suficientes para cambiar de forma significativa la dinámica de la deuda gubernamental francesa”.
Dos años y medio después de su elección como presidente de la República, todos los indicadores sociales, económicos y políticos de la Francia de Hollande están al rojo.
Los sucesivos, vagos y nunca realizados proyectos de “reformas” están fracasado. Rebajando un escalón el “rating” de la deuda soberana, Fitch “traduce” en términos prácticos la lenta pero implacable erosión de la credibilidad económica del presidente Hollande.
El candidato Hollande anunció la primavera del 2012 que Francia “nunca” firmaría el Pacto fiscal europeo, formalmente Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria, firmado el 2 marzo 2012 por 25 estados miembros de la Union Europea (UE).
Elegido presidente, el mes de mayo de aquel año, Hollande hizo aprobar el Pacto Fiscal europeo aquel mismo otoño, comprometiendo a Francia a cumplir unos compromisos de Estado siempre incumplidos y aplazados.
Apremiado por la Comisión europea, a finales del 2013 (hace exactamente un año), Hollande anunció a primeros de enero 2014 que Francia realizaría unos 50.000 millones de euros de economías, durante los próximos tres años. El Tribunal de Cuentas consideró tal promesa poco realista e insuficiente: a su juicio, Francia necesitaría realizar 65.000 millones de economías y / o recortes para poder cumplir el Pacto fiscal europeo.
El incumplimiento de las promesas electorales y las promesas de Estado, se inscribe en un horizonte nacional muy negro: franceses más pobres y más endeudados, pagando más impuestos para recibir menos servicios de un Estado que incrementa su déficit y hace aumentar la deuda soberana.
Tras haber incrementado el déficit, la deuda y el paro, Hollande promete que los recortes y las reformas comenzarán con los presupuestos del Estado del 2015. Manuel Valls, por su parte, anunció el jueves un largo catálogo de más de un centenar de reformas “los próximos años”.
Dos días después, Fitch ha sancionado con crueldad las promesas incumplidas. Los franceses tendrán que pagar más impuestos pagar pagar los intereses de una deuda soberana que continuará creciendo.
La Francia de Hollande no sale del hoyo.
El fracaso económico de Hollande agrava todas las crisis culturales de Francia.
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