Quizá fue el crítico e historiador del arte más agudo y profundo de su generación, que es la mía.
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Ángel y Paco Calvo (el académico Francisco Calvo Serraller) formaron una pareja única, excepcional. Los recuerdo en la casa madrileña de Paco (calle Apolonio Morales), durante las memorables veladas de nuestro “seminario” Borges…
Ángel y Paco -entre otros, pocos- comenzaban entonces una inconclusa revisión de la historia del arte y los cánones artísticos que aspiraba a combatir y derogar la tiranía de las vanguardias difuntas.
En el caso de Paco, aquella revisión ha culminado en su monumental Historia del mundo y el arte en Occidente (2014), escrita en colaboración con Juan Pablo Fusi Aizpurrúa. Una obra muy mayor.
Ángel nos deja varios libros esenciales, El resto. Una historia invisible del arte contemporáneo (2001), Pintar sin tener ni idea y otros ensayos sobre arte (2007), Roma en cuatro pasos seguido de Algunos avisos urgentes sobre decoración de interiores y coleccionismo (2011). Tras la apariencia de “misceláneas”, se trata de ensayos indispensables que abordan, desde muy distintos ángulos, todos los grandes debates e incertidumbres de una historia del arte descarriada en un laberinto por esclarecer.
Ángel tenía mucho de ángel de la guardia, ángel exterminador, ángel de la luz. Que se yo. El gran estilo de sus reflexiones implacables venía del rigor subversivo de la Internacional Situacionista. Su sabiduría clásica -si no recuerdo mal, mi primer texto sobre Ángel fue la presentación de una antología de Miguel Ángel, un respeto- y su incipiente carrera académica terminaron enfrentándolo con Paco, hélas.
Aquella ruptura fratricida, y la separación, dispersión y alejamiento de los amigos / as que nos reuníamos en casa de Paco -antes de prolongar hasta muy entrada la madrugada unos diálogos interminables e inconclusos, tantos años más tarde- dejó huellas incandescentes, que algo tienen que ver con las cenizas de la égloga de Garcilaso: siguen hablando, siguen hablándome. La noche pasada apenas pude dormir, escuchando las voces de aquella juventud gloriosa.
Arte contemporáneo, calvario infernal.
Hockney, Pérez Villalta y aquella juventud gloriosa.
Kitaj y los amigos idos.
La Celia says
Conocí a Ángel en un curso de la escuela de Arquitectura de Barcelona, lo trajo invitado su gran amigo Juanjo Lahuerta. Luego supe de él por sus escritos, alguna conferencia que era posible ver online y por las cien mil anécdotas que explicaba Lahuerta de su amigo Ángel González.
Ayer recibí un email de Juanjo explicando que se había ido y que estaban todos devastados.
Los que empezamos nos hemos quedado un poco huérfanos, Lahuerta bromeaba muy en serio con que Ángel tendría que estar en mi defensa de tesis, y que tenía que apresurarme porque el tiempo pasa y no me esperarían eternamente. Y yo perdiendo el tiempo, revoloteando en mis esquinas y en mis lecturas paralelas que me sacan por la tangente.
Nos hemos quedado todos a medias.
En Barcelona se le va a echar de menos, aunque sea de leídas.
JP Quiñonero says
Celia,
Ángel tenía muchos más amigos de lo que pudiera parecer. Y su influencia va mucho más allá de lo aparente. Lo suyo fue un curro de profundidad. Las anécdotas del personaje quizá sean una corona de leyendas, casi siempre reales, si,
Q.-
Laura says
Bella evocación que ese broche de Garcilaso convierte en una elegía.
JP Quiñonero says
Laura,
La verdad… me ha afectado mucho la muerte de Ángel.
Q.-
Jesús says
Siento mucho la pérdida, también para los que no lo conocimos.
איזהו חכם? הלמד מכל אדם (Mishna, Avot, cap. 4:1: http://en.wikisource.org/wiki/Translation:Mishnah/Seder_Nezikin/Tractate_Avot/Chapter_4/1).
JP Quiñonero says
Jesús,
Bella y sabia cita… que me recuerda por quien doblan las campanas, Recuerdo de John Donne, un día como hoy,
Q.-