Pont au Double, 18 septiembre 2010. Foto JPQ.
En el matrimonio francés de nuestro tiempo, él y ella guardan los más íntimos secretos económicos con el mismo celo que si de secretos de amor se tratase.
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El 56,5 % de los franceses de 18 a 24 años consideran “totalmente normal” tener secretos económicos en la pareja. Un 44 % de los franceses de todas las edades consideran igualmente normal que los esposos guarden, cada cual por su lado, sus más íntimos secretos económicos.
¿Tener una cuenta bancaria conjunta? Bueno… si no hay más remedio. Dicho eso, el 16 % de las mujeres y el 10 % de los hombres ocultan a su pareja, sistemáticamente, algunas o muchas de sus compras personales. En otro 14 % de las parejas francesas, él o ella desconocen la situación económica “real”, ya que él o ella ocultan la “realidad” de los posibles ahorros…
Le Parisien -diario popular, si ser “populista”, ni mucho menos- se limita a publicar esos indicadores, quizá sintomáticos de una relación particular de los franceses con el dinero, dentro y fuera de la pareja, o el matrimonio.
Arquetipo, a su manera, de un cierto francés medio, François Hollande siempre tuvo dos o tres cuentas bancarias con Ségolène Royal, la madre de sus cuatro hijos. Pero, pareja de hecho durante más de veinte años, Hollande y Ségolène siempre tuvieron economías paralelas. Cuando la pareja se separó y él comenzó con una nueva vida con Valérie Trierweiler, las inexistentes cuentas “familiares” recobraron una “independencia” que, en verdad, siempre habían tenido.
Otro francés arquetípico, Nicolas Sarkozy, sostiene con su esposa, Carla Bruni, unas relaciones económicas muy similares: juntos, pero con cuentas bancarias bien separadas, para no confundir el patrimonio familiar de la señora con el patrimonio profesional del ex presidente, que tiene muchos deberes familiares con los hijos de otros matrimonios.
Sin duda, la cuenta bancaria común quizá sea la relación económica “de base”. Muy matizable. Ellos y ellas desean preservar una “intimidad última” que pasa por gastos corrientes que pueden ocultarse al cónyuge o la pareja, para no confundir unas intimidades que pudieran ser conflictivas.
Esas relaciones particulares todavía deben matizarse con otros factores de edad, cultura y religión.
Entre los jóvenes de 18 y 24 años, la pareja amorosa no debe confundirse nunca con la pareja económica. A partir de los 50, por el contrario, franceses y francesas descubren el encanto de la unión económica más firme. Entre los musulmanes y los agnósticos franceses es aparentemente más “normal” que marido y mujer tengan cuentas bancarias separadas. Entre los católicos parece ser más frecuente la “unión bancaria familiar”.
Durante los últimos cincuenta años parece confirmarse un proceso de nuevo cuño. Muchas mujeres, esposas o “compañeras”, de 30 a 60 años, se han convertido en “gestoras” del dinero familiar, aunque los hombres sigan siendo muy mayoritarios a la hora de controlar el “grifo” de la cuenta corriente.
Parisinos, cenando.
Los parisinos / parisinas y la publicidad, 4.
Parisinos comiendo, el padre, la madre y la niña.
Parisino entre sus papeles administrativos.
Parisino con su ramo de flores.
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