No ocultaré mi modesta decepción, tras subrayar una historia excepcional.
De entrada, los datos…
El semanario satírico Charlie Hebdo ha vuelto a los quioscos: 700.000 ejemplares distribuidos el miércoles, 450.000 ejemplares el jueves, 300.000 ejemplares a lo largo del fin de semana. Si las ventas confirman las esperanzas, la tirada final podría alcanzar los 2,5 millones de ejemplares.
Se trata de un fenómeno periodístico sin precedentes en la prensa francesa y quizá mundial.
Tras la matanza del 7 de enero, los dibujantes y periodistas supervivientes a la barbarie lanzaron un legendario número, el 1178, del que se vendieron 7 millones de ejemplares.
El nuevo equipo se tomó unas semanas para estudiar el futuro del semanario. El número 1179 de Charlie Hebdo, el segundo número tras el atentado terrorista, abre una nueva página en la historia del semanario satírico, que ha recibido unos 4,2 millones de donaciones de muy diverso origen.
Las tiradas previstas, el número de suscripciones (más de 200.000 en apenas cuatro semanas, sin estar a la venta) y el capital acumulado, gracias a donaciones (de los empresarios de prensa franceses, de Google y de una inmensa relación de donantes particulares, anónimos en muchos casos), confirman un fenómeno excepcional.
Charlie Hebdo estuvo a punto de cerrar, el invierno pasado, víctima de una caída espectacular de las ventas y un pasivo creciente.
El atentado criminal del 7 de enero pasado provocó una colosal reacción cívica, parisina, nacional, europea, mundial. Semanas más tarde, el semanario satírico vuelve a los quioscos, con un contenido que bien pudiera decepcionar a algunos lectores lectores, como es mi caso.
Mi decepción…
El nuevo Charlie Hebdo es mucho más “literario”: hay muchos artículos periodísticos convencionales. Y parece tener una línea menos “libertaria” y mucho más “extrema izquierda tradicionalista”, con varios artículos consagrados al puesto de Grecia en Europa: una entrevista con Yanis Varoufakis, ministro griego de economía, y un artículo titulado “Syriza es el futuro de Europa”. Artículo editorial escrito, quizá, antes de las negociaciones entre el gobierno griego y los ministros de finanzas de la zona euro, que han modificado sustancialmente las promesas electorales de Syriza.
Decepción de más calado… la portada se abre con una banda de perros rabiosos persiguiendo a Charlie-Hebdo. Entre esos perros rabiosos se encuentran Nicolas Sarkozy (en primer plano), Marine Le Pen (en segundo) y el clero católico en tercer lugar. Hombre, me parece de un simplismo infantil:
Sarkozy no asusta a nadie.
Marine Le Pen asusta lo suyo. Pero temo que haya horrores franceses y europeos un poco más ensangrentados.
El clero católico… precisamente hoy, son los cristianos de Oriente Medio los más necesitados de socorro: víctimas de persecuciones de todo tipo. Equiparar, hoy, al clero católico con los autores de las matanzas del 7, 8 y 9 de enero pasado, me parece un poco fuera de lugar. Algo peor que injusto: voluntariamente ciego y sectario.
Salir con ese tipo de paralelismos, tras las matanzas, tras las gigantescas manifestaciones de solidaridad, me parece un poco mezquino, arcaico y miope.
Charlie Hebdo, el 11-S francés y las lecciones del 11-S neoyorquino.
Carlomagno, en tiempos de Charlie Hebdo.
Charlie Hebdo / Balance cultural de la tragedia y la crisis.
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