Yo soy Charlie se ha transformado en el símbolo y encrucijada de las más graves crisis de Francia.
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Louis *, un adolescente de 17 años, está amenazado de muerte por haber “osado” realizar un número de la revista de su instituto en homenaje a las víctimas de la matanza consumada en la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo el 7 de enero.
Como otros millones de franceses, Louis * vivió la matanza de Charlie Hebdo -que costó la vida a doce personas, dibujantes, periodistas y colaboradores- como un atentado intolerable contra la libertad de expresión, perpetrado por unos delincuentes fanatizados, que abandonaron la redacción del semanario gritando: “¡Alá ha sido vengado!”.
Como otros millones de jóvenes, en Francia, Europa y varios continentes, Louis * deseó manifestar su solidaridad con Charlie Hebdo realizando un número extraordinario de la revista del instituto Marcelin-Berthelot, de Saint-Maur-des-Fossés (74.000 habitantes, al este de París, Val-de-Marne), presentando su portada con el ya legendario “Yo soy Charlie”.
A las pocas horas de distribuirse ese número de La Mouette bâillonné (La gaviota amordazada), la revista estudiantil del instituto Marcelin-Berthelot, Louis * recibió una primera carta anónima, con amenazas de muerte. En cuatro meses, Louis * ha recibido siete amenazas de muerte, consecutivas. La última era particularmente brutal: “Eres un hombre muerto. Despídete de la vida”. En un sobre, esas ocho palabras iban acompañadas se siete balas.
Louis * y sus padres presentaron una denuncia en una comisaria. En vano. La dirección del instituto realizó una “investigación interna”. En vano. La asociación Reporteros sin fronteras lanzó un primer llamamiento. En vano. Semana tras semana, los profesores de Louis * han percibido como el adolescente palidecía, de día en día. Su trabajo escolar sufrió un bajonazo. Alarmados, profesores y condiscípulos han protagonizado una manifestación de apoyo y solidaridad, a las puertas del instituto. En vano.
Una delegación de padres de alumnos y profesores ha pedido cita con la ministra de Educación, Najat Vallaud-Belkacem (hija de inmigrantes musulmanes piadosos), que ha prometido una “investigación especial”.
Las fuentes judiciales que dirigen la investigación policial afirman “tomarse en serio” las amenazas. Se han sucedido numerosos interrogatorios. En vano.
En verdad, el inquietante caso de Louis * ilustra de manera canónica el más grave y hondo de los problemas de Francia. Las grandes manifestaciones de solidaridad que siguieron a las matanzas del 7 y el 8 de enero dieron la impresión de una Francia unida y firme contra la barbarie criminal, la barbarie terrorista.
Cuatro meses más tarde, se confirman las sospechas de varios sociólogos: las manifestaciones de primeros de enero “solo” representaban a una Francia muy mayoritaria, sin duda; pero existen otras Francias minoritarias y florecientes en más de 780 guetos urbanos, donde la incultura, la pobreza, la marginación, la criminalidad, la descomposición familiar y social, son un podrido caldo de cultivo donde continúan creciendo las más inquietantes “flores del mal”, envenenadas por el fanatismo religioso (islámico) y la barbarie criminal, terrorista.
Justicia y policía esperan descubrir a los autores de las amenazas de muerte contra Louis *. Y castigarlos con severidad. Más allá de la tragedia individual, insufrible e intolerable, como olvidarlo, se trata de un caso que ilumina el campo de minas de muchos otros casos de esa u otra índole, semejante, en una Francia que Pierre Nora, autoridad indiscutida en historia de la identidad nacional, considera aquejada de una grave crisis de fondo: “Crisis, entre las más graves de la historia de Francia, que está olvidando de donde viene, sin saber muy bien a donde va”.
Charlie Hebdo / Balance cultural de la tragedia y la crisis.
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