La fragmentación política de España recuerda, en cierta medida, la fragmentación contemporánea de la rebelión catalana de 1640: Las tragedias de Cataluña y España, vistas por John H. Elliot y Quiñonero.
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El PP fue el partido más votado en las recientes elecciones autonómicas y municipales (6.032.496 votos – 27,03 %) seguido muy de cerca del PSOE (5.587.084 votos – 25,03 %).
La emergencia triunfante de Podemos y Ciudadanos relativiza esas relaciones de fuerza aritméticas y volátiles.
En 4 o 5 comunidades autónomas, el PP podría gobernar si es capaz de negociar mayorías locales más o menos sólidas o aleatorias.
En 7 u 8 comunidades autónomas, el PSOE podrá gobernar si termina negociando los apoyos necesarios.
En las grandes ciudades, Barcelona y Madrid encarnan cambios muy mayores, con apoyos globalmente “izquierdistas” de una rara diversidad. El resto de las grandes alcaldías conservadoras o socialistas han perdido mayorías estables y el futuro quizá se anuncie incierto.
Los modelos andaluz y catalán solo aportan más fragmentación e incertidumbre. Nadie sabe cómo podrá terminar gobernando la presidenta andaluza. Todas las cábalas son posibles en una Cataluña más fragmentada que nunca sobre su propia historia, su presente y su incierto futuro.
Así las cosas, las “intenciones” de voto para las próximas elecciones generales están igualmente fragmentadas y son igualmente volátiles:
Hacerse cruces ante tal calvario colectivo quizá sea tan inútil como gritar “¡Viva Cartagena!”.
Un poquito de frialdad razonable quizá fuese útil para intentar comprender (¿?) algo de lo que pasa. Temo que sea un producto que tiene mala venta en las tabernas audiovisuales y los medios de incomunicación de masas, donde los productos de mayor consumo quizá sean la basura y la cazalla ideológica.
España, archipiélago de minifundios inestables.
España balcanizada, a merced de los minifundios ideológicos.
Goya, Quiñonero y las crisis de España, 4.
Las tragedias de Cataluña y España, vistas por John H. Elliot y Quiñonero.
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