L’Atelier de Picasso (1991), Faith Ringgold, acrílico / tela, 185,4 x 172,7 cm.
Tras el fragor del marketing mercantilista, una soterrada revisión artística y cultural de fondo.
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El “azar objetivo” de los surrealistas impone su lógica implacable. El CXXXIV aniversario del nacimiento de Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 25 de octubre de 1881 – Mougins, 8 de abril de 1973) ha coincidido con el XXX aniversario de la inauguración del más importante de los museos Picasso del mundo y un rosario de exposiciones picassianas en Nueva York, Málaga, Barcelona y París, donde el acontecimiento se celebra por “duplicado”, con Picasso Manía y ¡Picasso…!
Cómo es tradicional en la faústica tradición “caníbal” de Picasso, tan majestuosa procesión y exposición de obras, perspectivas, homenajes, revisiones y “explotaciones” (mercantilistas, publicitarias, museísticas, incluso íntimas y carnales) está acompañada de controversias que coquetean con el escándalo.
Picasso Manía, en el Grand Palais, proponía, hace semanas, una “revisión” de “la influencia de Picasso en la historia general del arte de nuestra civilización, desde su muerte”. Tema clásico que ha suscitado numerosos ensayos, estudios, exposiciones. A juicio de varios especialistas, Picasso Manía aporta nuevos y polémicos matices a ese aspecto “caníval” de un genio que “devoró” a los grandes maestros del arte clásico de nuestra civilización, antes de ser “devorado”, él mismo, por los creadores del último medio siglo, en cinco continente, Picasso, caníbal, minotauro, demiurgo, Picasso, minotauro caníbal, entra a saco en el Museo universal.
Mucho más ecuménico, el Museo Picasso de París, el más importante de los museos picassianos, por sus fondos, excepcionales, celebra los XXX años de su inauguración, el 28 de septiembre de 1985, con una revisión y nueva presentación de sus colecciones, invitando a “redescubrir” el “laboratorio”, la “intimidad” y el “taller” picassiano.
Tras cinco largos años de renovación, dirigida por su antigua directora, Anne Baldassari, especialista emérita e incontestable, el Museo Picasso de París reabría sus puertas dirigido por Laurent Le Bon, hace apenas un año, Picasso, reinstalado en el museo clásico, Retour à l’ordre de Picasso, en su museo.
En su día, el “nuevo” Museo Picasso ofreció una visión muy “vuelta al orden” del genio malagueño, concebida por la directora invitada de manera expeditiva a dejar el cargo. Un año después, su sucesor ha deseado “revisar”, de nuevo, los fondos y colecciones picassianas, ampliando una “oferta” que ya era excepcional.
El último Museo Picasso de Anne Baldassari presentaba unas 400 obras. El Museo Picasso de Laurent Le Bon presenta más de un millar. Sus sucesores estiman que las colecciones picassianas presentadas por Baldassari pecaban de “herméticas”. Los nuevos gestores del gran espacio museísticos picassiano esperan ser mucho más “pedagógicos”, ofreciendo sistemáticamente “pistas” e información básicas, para intentar atraer a un público “cosmpolita”. Más de 800.000 turistas han visitado el Museo Picasso de París en los últimos doce meses, gastando mucho dinero en chucherías picassianas, un fondo de negocio excepcional, para los herederos y el Estado francés. El ministerio de Cultura espera que la “clientela” el museo se estabilice en torno a las 600.000 / 700.000 visitas anuales.
Laurent Le Bon anuncia para “su” museo un rosario de actividades y exposiciones. Ya se conocen, a grades rasgos, las grandes exposiciones picassianas del próximo quinquenio. Habrá de todo… de la participación de Miguel Barceló en un homenaje picassiano al “redescubrimiento” de los grandes periodos azul y rosa, pasado por el Picasso mediterráneo y el diálogo interminable con Giacometti, etcétera, etcétera, etcétera.
Tan frenética actividad, no solo artística, íntimamente relacionada con el “marketing” de la “marca”, el “label” Picasso no deja de suscitar tensiones de muy diversa naturaleza.
La gran exposición ¡Picasso! estuvo a punto de precipitar una crisis grave, tras el anuncio de una huelga de funcionarios del museo. Una intervención expeditiva de varios ministerios permitió hacer algunas concesiones, no solo salariales, evitando una huelga que pudo ser catastrófica. El diario Le Figaro estima que, a pesar de todo, “persiste el malestar” y la “incomprensión” entre una parte importante del personal, el ministerio de Cultura y la dirección del museo, Malaise persistant au musée Picasso.
En el mismo “frente” de los conflictos larvados, el futuro del antiguo taller donde Picasso pintó una de sus obras más emblemáticas, el Guernica, se prolonga indefinidamente una sorda e imprevisible guerra entre clanes con intereses no siempre compatibles.
Maya Widmaier-Picasso, hija del artista y Marie-Thérèsee Walter, inmortalizada por su padre en numerosas obras, entre 1935 y 1944, negoció en su día un acuerdo que permitía “rehabilitar” el taller original donde Picasso pintó el “Guernica”, transformando parte del edificio donde se encuentra ese taller en un centro de “albergue” de artistas y “creación contemporánea”. La Fundación Maya Picasso y sus herederos, estiman que ese proyecto “zanjaba” toda polémica.
Sin embargo, un comité de defensa del taller donde Picasso pintó el “Guernica” ha escrito al rey de España, Felipe VI, al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y al alcalde de Guernica, José María Gorroneo Etxebarrieta, pidiéndoles que intervengan ante la alcaldía de París y el ministerio de Cultura para impedir que se cumplan unos “acuerdos” que la Fundación Maya Picasso considera plenamente “cumplidos”.
Mientras Maya Picasso y sus herederos personales consideran zanjado “definitivamente” el conflicto de fondo, el pequeño núcleo de “irredentistas” picassianos se dicen dispuestos a continuar batallando contra un proyecto que tiene flecos que consideran “ofensivos”: transformar parte del edificio donde se pintó el “Guernica” en residencia de turismo lujoso.
Mientras la “marca”, el “label” y el marketing picassiano continúa haciendo estragos, quizá sea sintomática una revisión de fondo del puesto de Picasso en la historia del arte del siglo XX.
Durante varias décadas, parecía una evidencia que Picasso fue el artista más importante del siglo pasado. Lentamente, una corriente revisionista comienza a “relegar” al genio malagueño a un “segundo puesto”. Un número significativo y creciente de encuestas y estudios estiman que, en verdad, el artista más importante e influyente del siglo XX fue Marcel Duchamp, el más enigmático, irónico e invendible, sin duda alguna. Para esa corriente revisionista de la historia oficial del arte del siglo XX, Picasso sería la encarnación saturnal del gran arte clásico de nuestra civilización. Duchamp echaría los cimientos del arte que vendrá, ha venido, está viniendo.
Marcel Duchamp, el sexo de la mujer y el arte que vendrá.
Homenaje a Marcel Duchamp.
Picasso, caníbal, minotauro, demiurgo.
Picasso, minotauro caníbal, entra a saco en el Museo universal.
Picasso, reinstalado en el museo clásico.
Retour à l’ordre de Picasso, en su museo.
Picasso, arte, sexo y erotismo.
Picasso seduce, viola y profana a CJC.
Quiñonero, inmortalizado en el nuevo Museo Picasso.
500 españoles y Picasso.
Arte.
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