Hassen Chalghoumi, 11 enero 2011. Foto JPQ.
“He sido amenazado por predicar un islam tolerante…”.
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Boulevard Saint-Germain, 17 noviembre 2015. Foto JPQ. «Nosotros, musulmanes de Francia, contra el terrorismo de la UOIF».
El islam de Francia vive las matanzas terroristas de la noche del viernes 13 como una guerra civil religiosa, inconfesable pero bien real, dividido entre unas jerarquías que predican oficialmente la integración y unas bases que predican la guerra santa islámica.
El Consejo francés de culto musulmán (CFCM) ha publicado un breve comunicado para “condenar con el vigor más firme los ataques odiosos y abyectos”, invitando a los 5 o 6 millones de franceses de religión musulmana a manifestar públicamente su solidaridad con el resto de la nación.
El CFCM declara solemnemente: “Ante la gravedad trágica de la situación, pedimos la unidad y la solidaridad sin tacha. Los musulmanes de Francia deben rezar para que nuestra patria pueda hacer frente a esta terrible prueba con calma y dignidad”.
Administrativamente, en el CFCM están representadas las distintas sensibilidades del islam francés, el más importante numéricamente de Europa. En su seno están representadas toda las diversas jerarquías religiosas, incluyendo al rector de la Gran Mezquita de París, que suele contar con la solidaridad del Arzobispado católico, cuando se plantean los más graves problemas sociales, culturales y religiosos.
Sin embargo, una parte significativa de la juventud musulmana francesa escapa por completo al “control” ideológico y cultural del CFCM. Y los imanes que predican en las cárceles francesas se enfrentan a diario a un inmenso problema de fondo: es difícil, estiman, “combatir” el fanatismo de los jóvenes delincuentes que “descubren” en la cárcel un islam subversivo y terrorista. Muchos de esos jóvenes delincuentes se transforman rápidamente en “lobos solitarios”, cuando no se marchan de Francia para integrarse en Al Qaida o el Estado Islámico.
Basta que frecuentar los mercadillos semanales de la periferia suburbana de París para descubrir una propaganda política radical, bien presente por todas partes, en forma de pasquines, pintadas, difusión de panfletos de mano en mano.
Incluso en los mercadillos del corazón de París abundan las pintadas y carteles de propaganda radical islámica. “Bin Laden está vivo” “Solidaridad con Gaza”, son pintadas que los servicios de limpieza se ven forzados a borrar con mucha frecuencia. Se trata, sin duda, de manifestaciones epidérmicas, que no dejan de reflejar una amenazante marea de fondo, con muchos flecos guerra civilistas.
Varios imanes moderados, que han defendido la prohibición del velo islámico, han sido amenazados de muerte, en Burdeos y Drancy, en la periferia norte de París, denunciados con agresividad por jóvenes radicales.
Varios imanes moderados que defienden públicamente la “integración republicana” son amenazados sistemáticamente. Y el ministerio del Interior está forzado a prestarles un servicio de seguridad especial.
En varias mezquitas de la periferia parisina se producen sistemáticamente “alborotos” y “enfrentamientos” entre fieles partidarios de “vivir en paz” y fieles partidarios de muy diversas formas de “revuelta”.
La conversión de los guetos suburbanos en “mercados” de armas y droga facilita la “transición” de la delincuencia común al terrorismo islámico.
Cuando, hace meses, Manuel Valls, primer ministro, anunció que iba a Marsella para presentar un plan de seguridad para la ciudad, fue recibido por un comando de hombres armados que lo “recibieron” con ráfagas de “kalaschnikov”. Los autores de los tiroteos no han sido detenidos, nunca.
Los gobiernos de izquierda y derecha han intentado “cooptar” a la jerarquía musulmana francesa para facilitar un “diálogo político de fondo”. Nicolas Sarkozy y François Hollande han tenido excelentes relaciones con el rector de la Gran Mezquita de París y los sucesivos presidentes del CFCM. Sin embargo, esas relaciones “institucionales” no han resuelto el problema de fondo: el crecimiento, en los suburbios franceses, de un islam radical y subversivo, en “guerra civil” contra el islam moderado y en “guerra santa” contra la nación francesa.
Las jerarquías religiosas musulmanas se dicen dispuestas a participar en manifestaciones y actos de solidaridad nacional. Pero el islam radical y subversivo de los suburbios escapa por completo a la jerarquía oficial y siente una “simpatía” creciente por las acciones de guerra terrorista del Ejército Islámico.
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Antonio Castillo Algarra says
Magnífica entrada, Quiñonero. Gracias
JP Quiñonero says
Gracias, Antonio, Graciassssss
Q.-