Place des Pyramides, 1 mayo 2011. Foto JPQ.
Tras el seísmo de la extrema derecha pueden ocurrir cosas peores.
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Instalado definitivamente en el paisaje político nacional, el Frente Nacional (FN, extrema derecha) ha comenzado a transformar profundamente la arquitectura política del régimen fundado con la V República.
Entre la fundación del régimen (1958 y 1962) y 1986, los grupúsculos de extrema derecha animados por Jean-Marie Le Pen fueron organizaciones insignificantes. Dos grandes bloques de izquierda (PCF y PS) y derecha (gaullistas y centristas) dominaron el paisaje nacional de modo absoluto.
La fundación del FN (5 octubre 1972) no cambió gran cosa. En las presidenciales de 74, Jean-Marie Le Pen apenas consiguió 190.000 votos (un 0,7 % de los votantes). Siete años más tarde, el FN estaba al borde de la desaparición. Le Pen ni siquiera consiguió las 500 firmas necesarias para ser candidato a la presidencial de 1981.
Elegido presidente de la unión de la izquierda (PCF y PS), con el proyecto de “romper con el capitalismo”, el mes de mayo de 1981, François Mitterrand favoreció de manera espectacular el renacimiento de la extrema derecha. Tras el fracaso de la “ruptura” anunciada, Mitterrand temía ser “derrocado” por el centro derecha, en las elecciones legislativas de 1986. Maquiavélico, cambió radicalmente la legislación electoral, dando a Le Pen la oportunidad de relanzar la extrema derecha ganando 35 diputados: una primicia histórica.
Entre 1986 y 2015, el FN, liderado por Jean-Marie Le Pen y por su hija Marine, desde el 16 de enero de 2011, no ha dejado de crecer de manera inexorable, hasta convertirse en uno de los tres pilares del nuevo sistema político francés.
Aprovechando la gran oportunidad ofrecida por Mitterrand, Le Pen dio otro salto espectacular el 21 de abril de 2002, cuando eliminó en la primera vuelta de la elección presidencial a un sonado candidato socialista, Lionel Jospin. Por vez primera en la historia, un líder de extrema derecha ascendía como segunda fuerza al podio de la elección reina del sistema francés.
Los éxitos continuaron. En apenas veinte años, el FN se ha transformado en el partido más votado por los obreros, el segundo partido más votado por los jóvenes. El FN fue el partido más votado en las europeas de 2014 y en las regionales de 2015. Todos los sondeos afirman que Marine Le Pen puede eliminar a Hollande o Sarkozy en la primera vuelta de la próxima elección presidencial, la primavera de 2017.
¿Qué ha ocurrido? Una suerte de “revolución” conservadora. Los grandes partidos de izquierda y derecha tradicionales han conseguido evitar que el FN llegue al poder, manipulando en su favor el modelo electoral. ¿Hasta cuando?
El programa anti europeo del FN, anti liberal, anti capitalista, xenófobo, ultra nacionalista, pidiendo la ruptura con el euro y la expulsión masiva de inmigrantes, ha conseguido seducir a un tercio del electorado nacional.
Las regionales del mes de diciembre pasado, dejaron al descubierto una Francia conservadora y ultraconservadora: 6.884.785 electores votaron al centro y la derecha tradicionales, 6.018.672 electores votaron a la extrema derecha, 7.806.562 votaron a partidos de izquierdas.
Durante medio siglo, Francia tuvo un modelo “bipolar”, enfrentando a la izquierda y la derecha tradicionales. Desde el mes de diciembre pasado Francia tiene un modelo “tripolar”, que plantea inmensos problemas: extrema derecha y derecha tradicional se odian a primera sangre política, mientras que derecha e izquierda tradicionales son incapaces de formar una “gran coalición”. Marine Le Pen espera seguir creciendo en la tierra de nadie del duelo a garrotazos izquierda – derecha tradicionales.
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