Madrid, 19 diciembre 2016. Foto JPQ.
Quizá todo comenzó con la corrupción de las palabras.
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Profanadas, corrompidas, las palabras se transforman en basura ideológica, socavando y pudriendo los cimientos del alma humana y la vida cívica: las almas muertas habitan una polis poseída por los demonios que comercian con seres humanos a través de los mercados publicitario y electoral…
César Arrigo conocía los efectos euforizantes de la comunión con los muertos profanados (tan semejante, en cierta medida, al consumo de tranquilizantes, coca o basura, que por aquellos años se generalizó entre ciertas elites cainitas, confundiendo sus vicios con lo “moderno”) desde sus años de expatriado voluntario, cuando comenzó a robar palabras, giros, gestos, historias, cuentos, insignias, siglas y escarapelas a las miríadas de ancianos perdidos en la diáspora del exilio, a quienes terminaría usurpando hasta la memoria, para convertirse en heredero único de un expoliado patrimonio de honradez que él dilapidaría en la mesa de juego de su aciaga vida pública. Pero el arte de la cinematografía ya permitía alimentar la ilusión de la resurrección de los difuntos, con una facilidad endemoniada, ofreciendo su gloria fácil, a todo color, a quienes se prestaran a dar figura humana a las más temibles quimeras, ofreciendo una vida artificial a las ánimas muertas convertidas en muñecos de guiñol, ante la cámara oscura de una linterna mágica de opereta. Y, desde siempre, en Caína (víctima de un tropismo secular) los niños y los muertos profanados se compraban y venían de París, donde triunfaba desde hacía muchos años el número de cabaret canalla interpretado por J. Saurio, disfrazado de cambiante conde Drácula filantrópico, siempre dispuesto a desplegar ante su clientela más pudiente o a la moda sus alas de seda negra, tejida con cenizas humanas… PRESTO MORTAL. 1. Los endemoniados. Una primavera atroz.
Cultura, política y corrupción de la moral cívica en Caína / España.
Caína, cultura, política y corrupción de la moral cívica.
Caína y su Corte de los milagros.
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