Place d’Aligre, 23 octubre 2016. Foto JPQ.
Inmigrantes / refugiados expulsados por las fuerzas de seguridad en un mercadillo parisino.
La pareja Hollande / Valls tienen una oscura tendencia a recurrir a la fuerza armada para “zanjar” problemas que ellos han provocado o son incapaces de solventar de otro modo: Hollande: “La calle es mía” 11.
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El desmantelamiento de la Jungla, el más grande e inflamable de los campos de refugiados existentes en Francia, en las inmediaciones de Calais (Norte), debía comenzar a primeras horas de este lunes: Jungle de Calais : le démantèlement en chiffres.
Según las cifras oficiales, 6.486 refugiados (africanos y medio orientales, mayoritariamente) serán trasladados a 287 centros de acogida y orientación (CAO), repartidos en todo el territorio nacional. El ministerio del Interior no desea “comunicar” con precisión donde se encuentran tales centros, de los que todo se ignora, salvo su costo material: “El albergue y comida de cada refugiado costará 20 euros a los presupuestos del Estado”.
A partir de primeras horas del alba de este lunes, 1.250 policías, gendarmes y antidisturbios controlarán el acceso a los 60 autobuses de 50 plazas que comenzarán numerosas idas y venidas a lo largo de los próximos seis o siete días, entre Calais y todos los departamentos de Francia.
1.291 menores recibirán un trato particular. Entre 200 y 500 (las cifras cambian según las fuentes) han sido enviados al Reino Unido. Unos 1.000 menores serán acogidos en un centro provisional en Calais, no lejos de la Jungla, para estudiar caso a caso cada problema; sin que esté claro su destino final.
El desmantelamiento de la Jungla no pone fin a la crisis nacional de los refugiados / inmigrantes, pero intenta “diluirla”.
Un 58 % de los franceses se dicen hostiles a la instalación en el territorio nacional de nuevos inmigrantes y / o refugiados, incluso violando los compromisos de Estado de “acoger”, como el resto de los aliados y miembros de la UE, un cierto número de desterrados del más diverso origen.
La Comisión europea propuso el 2015 que los miembros de la Unión acogiesen a varias decenas o centenas de millares de refugiados: unos 31.400 en Alemania, unos 24.000 en Francia, unos 14.000 en España, entre otros posibles destinos. Las propuestas de la Comisión abrieron una irresuelta crisis de inmenso calado para la construcción política de Europa. Y Francia, en particular, está muy lejos de haber cumplido tales “sugerencias”. Bien al contrario. Manuel Valls, primer ministro, entre otros líderes nacionales, han criticado o acogido con reservas las “sugerencias” de la Comisión y la política alemana de la canciller Angela Merkel.
La llegada a Francia de inmigrantes y refugiados, a través de la frontera franco – italiana de Menton, en el corazón de la más “legendaria” Costa Azul, suscita regulares estallidos de violencia de la más diversa naturaleza. En París, gendarmería y antidisturbios desmantelaron durante los últimos quince meses una treintena de campamentos más o menos “irregulares”, instalados en barrios “multi culturales”. En Calais, en el campamento de la Jungla, la “población” ha crecido de manera llamativa durante los últimos meses, en unas condiciones humanitarias siempre más degradantes y conflictivas.
De ahí la decisión del desmantelamiento de la Jungla, tras varios meses de tensión, crisis y confusa “concertación”. Muchas localidades han rechazado la instalación de centros de acogida y orientación (CAO). El ministerio del Interior ha intentado sofocar o “difuminar” un largo rosario de tensiones locales y nacionales, esperando que el desmantelamiento entierre o diluya los problemas de fondo, siempre irresueltos e inflamables.
En Calais, el crecimiento de la Jungla, desde el 2002, se convirtió hace años en un inflamable problema humanitario, social, político y cultural. Las autoridades locales y regionales llevan años pidiendo socorro, en vano.
Desde la óptica local, el crecimiento de la Jungla ha agravado la crisis económica regional, ha degradado las condiciones de vida, sin solventar ningún problema humanitario. Bien al contrario.
Los estallidos de violencia han tenido muy diversa naturaleza: peleas entre refugiados, violación de mujeres, muertes crapulosas, incremento de la criminalidad local y regional, tensiones étnicas, violencia racista, enfrentamientos entre partidarios y adversarios de la acogida de refugiados.
Los problemas humanitarios se han agravado de manera dramática, durante los últimos meses. La organización humanitaria Médicos sin frontera denuncia desde hace años el aumento de las crisis de locura, y el estallido de epidemias infecciosas. Las condiciones de vida más degradantes han favorecido tráficos crapulosos de muy diversa naturaleza.
El ministerio del Interior ya inició el mes de marzo pasado un primer proyecto de desmantelamiento de la Jungla, pronto abandonado por razones que oscilan entre la incompetencia, la tensión política, la falta de preparación y la improvisación permanente de varios ministerios enfrentados por bajas razones electoralistas. La alcaldía de París anunció hace meses la apertura de dos campos de refugiados en la capital, irritando profundamente a varios ministerios y alcaldías de barrio.
La crisis estrictamente local, regional y nacional también tiene dimensiones internacionales.
París y Londres ya firmaron, el 4 de febrero de 2002, los famosos acuerdos del Touquet (ciudad normanda), designados oficialmente como Tratado entre el gobierno francés y los gobiernos del Reino Unido e Irlanda, con el fin de controlar las fronteras marítimas en los puertos de la Mancha y el Mar del Norte. Ese acuerdo / Tratado entró oficialmente en vigor el 1 de febrero de 2004. Londres y Dublin han conseguido preservar sus fronteras. París ejerce, en cierta medida, como policía de las fronteras inglesas.
Muchos de los miles de millares de refugiados que se han instalado en la Jungla, desde hace años, nunca han deseado ni desean quedarse en Francia, donde se saben mal queridos y víctimas del racismo. La gran mayoría de ellos intentaba e intenta entrar en el Reino Unido. En vano.
La Jungla es el último nombre de los cuarto campamentos desmantelados en las cercanías de Calais desde 1999.
Entre 1995 y 2002, los millares de inmigrantes, desterrados y refugiados que deseaban llegar hasta el Reino Unido se instalaron en el tristemente célebre Centro de Sangatte, no muy lejos de la actual Jungla. Desmantelado Sangatte, los nuevos refugiados se instalaron en la nueva Jungla.
Desde 1995, durante dos décadas, los sucesivos campamentos montados y desmantelados en el Norte de Francia, no lejos de Calais, han suscitado incontables polémicas, nacionales y europeas, al “ritmo” siempre trágico de estallidos de violencia (entre inmigrantes de distinta procedencia, entre inmigrantes y lugareños), con muchos flecos étnicos y sexuales (las mujeres son las primeras víctimas de todas las violencias). El desmantelamiento de la Jungla no pondrá fin a esa nada larvada crisis nacional, que también enfrenta a las fuerzas del orden con los militantes del movimiento “No Borders”.
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