Pavillon Gabriel, antiguo Alcazar d’été, 2 marzo 2017. Foto JPQ.
Retrato improvisado de Brigitte Macron, posible primera dama de Francia.
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Brigitte y Emmanuel Macron, candidato favorito a la presidencia de la República, se conocieron cuando ella tenía 36 años y era profesora de latín y francés, y él era el más brillante de sus alumnos, de 16 años, en un instituto privado, católico, bajo la tutela de la Compañía de Jesús, en Amiens, al norte de Francia.
Por aquellos años, la profesora del Instituto La Providence estaba casada, en primeras nupcias, y era madre de tres hijos poco mayores que Emmanuel Macron.
Quiere la leyenda que el futuro consejero y ex ministro de economía de François Hollande sedujese a su profesora con su inteligencia y sus poemas de “corte clásico”, que ella leía, en voz alta, al resto de los alumnos de la clase, poniéndolos como ejemplo de maestría en el uso de la lengua.
De la lectura de poemas en voz alta, en una clase de alumnos de bachillerato, al lecho de una profesora de lengua y latín, solo hubo un discreto trecho de varios meses. Hacia el invierno / otoño de 1981, cuando François Mitterrand inició su fallida, traicionada y trágica “ruptura con el capitalismo”, la pareja inició unas “relaciones sentimentales” que duraron veintiséis años, antes de contraer matrimonio. Y pasaron por dos años de peligrosa tensión.
La Ley francesa del 23 de diciembre de 1980 estipula que el maestro o profesor que tenga relaciones sexuales con un alumno de menos de 18 año puede ser juzgado y condenado con penas de hasta tres años de cárcel. El caso de una profesora, casada, con tres hijos, enamorada de un alumno menor de edad, en un instituto católico, en una capital de provincias, estuvo durante un tiempo rozando el escándalo público, que ambos evitaron con mucha prudencia. Hasta que, finalmente, Emmanuel Macron se instaló en París para seguir sus estudios. Y Brigitte inició la larga marcha de una demanda de divorcio, siguiendo a su joven amante a la capital, como profesora de otro instituto privado, católico, de larga reputación conservadora, el Liceo Saint-Louis-de-Gonzague, fundado por la Compañía de Jesús en 1894.
La pareja “Manu” -como lo llama ella- y “Bibi” -como la llama él- vivieron años felices, mientras ella seguía sus clases y el proceso de su divorcio y él llegó a coquetear intelectualmente como “discípulo” del más importante de los filósofos católicos franceses del último medio siglo, Paul Ricœur.
La historia siguió su curso, feliz. El joven Macron comenzó a trabajar como banquero de negocios en Rothschild et Cie., donde ganó los primeros 4 millones de euros de un patrimonio que le permitió contraer matrimonio el 2007, mucho antes de ser tentado de la política.
Pasarían ocho antes antes que la pareja Macron hiciese su brillante irrupción en el corazón de la prensa rosa bombón, el 2015, con motivo de su llegada al Elíseo, a pie, para asistir a la cena de gala ofrecida por el presidente Hollande a los Reyes de España.
La historia de amor tuvo una prolongación social y política muy feliz. El banquero de negocios se transformó en consejero y ministro de Economía, antes de romper amistosamente con François Hollande y anunciar su candidatura a la presidencia de la República, a paso de carga, hasta convertirse en el favorito de los sondeos de opinión, acompañado, siempre, de la antigua profesora reconvertida en señora muy “izquierda caviar”.
Brigitte Macron, Trogneux, de soltera, cuenta de este modo su “reconversión”: “En su día, me pareció muy natural, pedir una excedencia en mi puesto como profesora, para estar a su lado, en todo momento. Al principio, parecía divertido el interés de la prensa rosa, por nosotros. Nos hacía reír. Luego, comenzó una nueva vida social. Grandes modistos franceses me ofrecieron sus creaciones… y me pareció normal servir de “modelo” de la moda francesa”.
En ese terreno, los gustos íntimos de Brigitte Macron oscilan del conservadurismo clásico (pañuelos de seda, Chanel) al estilo “izquierda caviar” (stilettos y chaquetas de cuero negro). Nada de “radical chic” neoyorquino, con sus ínfulas de “proleta multiculti de lujo”.
Ante la eventualidad nada improbable de convertirse en primera dama de Francia, Brigitte Macron no oculta su simpatía por un modelo clásico y conservador: “Carla Bruni, Carla Sarkozy, hizo muy bien su trabajo, su “job”. Con mucha clase. Fue muy criticada, injustamente, a mi modo de ver. No fue fácil para ella. Un ejemplo, vaya”.
Macron, cóctel liberal / reformista.
Retrato improvisado de Emmanuel Macron, posible presidente de Francia.
Retrato improvisado de Brigitte Macron, posible primera dama de Francia.
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