Hénin-Beaumont, 8 junio 2012. Foto JPQ.
El New York Times ha publicado un reportaje bello y preciso sobre Albi, presentada como una ciudad cuyo “declin” (declive, decadencia), ilumina el declive / decadencia de Francia.
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New York Times, En France, le déclin des villes de province est celui d’un marqueur de son identité.
Le Monde retoma la historia preguntándose si el Times neoyorquino “exagera” o “acierta”: Albi, ville symbolique du déclin de la France..? La contre-enquête locale.
Pronto hará cinco años que hice un reportaje fotográfico sobre algunos personajes de otra ciudad emblemática, Hénin-Beaumont, una ciudad que era y continúa siendo un feudo del Frente Nacional (FN, extrema derecha) de la familia Le Pen.
Había en el rostro de los hombres y mujeres de Hénin-Beaumont una ilusión, una esperanza, en algo nuevo que pudiera llegar, mañana. Temo que gobierno y políticos franceses no les han sabido ofrecer alguna ilusión, alguna esperanza en la que deseaban creer los hombres y mujeres con los que tuve la suerte de tropezarme, en un pueblo víctima de la crisis, las crisis, de todas las crisis de Francia.
Hénin-Beaumont, en una encrucijada francesa: chica sola y madre con niño.
Hénin-Beaumont, mujer sola y con prisas.
Hénin-Beaumont, niño dando vueltas en su bicicleta.
Hénin-Beaumont, madre con niños.
Hénin-Beaumont, profesora especializada en discapacidad infantil.
Hénin-Beaumont, antiguo deportista desencantado.
Hénin-Beaumont, Madame y su pomme d’amour.
Hénin-Beaumont, el mercadillo mestizo y la casa común.
Hénin-Beaumont, Kemel, el único hombre que puede derrotar a Le Pen.
Hénin-Beaumont, militantes de la diversidad cultural.
Hénin-Beaumont, militantes del Front de gauche.
Hénin-Beaumont, señora elegante, musulmana.
Hénin-Beaumont, señora elegante, acompañada.
Hénin-Beaumont, señoras esperando el autobús.
Hénin-Beaumont… “¡Todo a dos euros..!”.
Hénin-Beaumont, un café / bistrot limpio y acogedor.
Hénin-Beaumont, pareja marroquí, ilusionados.
Hénin-Beaumont, agricultores en el mercadillo semanal.
Hénin-Beaumont, el mercado de todas las crisis francesas.
Pues parecen buena gente.
Si, Laura. Los recuerdo con emoción, preguntándome que habrá sido de ellos, cinco años más tarde,
Q.-