NKM en el último mitin de François Fillon en la Puerta de Versalles, 9 abril 2017. Fillon… ¿cuánto pesarán sus cacerolas? Foto JPQ.
Emmanuel Macron utiliza los casos “personales” de Manuel Valls, a la izquierda, Édouard Philippe, Bruno Le Maire y Nathalie Kosciusko-Morizet (NKM), a la derecha, entre otros, como “peones” de un juego bizantino que tiene un objetivo estratégico: “adueñarse” de un espacio político “central”, entre el centro izquierda y el centro derecha.
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Valls (ex primer ministro socialista de Hollande), Le Maire (ex ministro de Sarkozy), Kosciusko-Morizet (ex ministra de Sarkozy) y Philippe (ex portavoz de Alain Juppé, ex primer ministro de Jacques Chirac, presidente conservador) fueron los primeros en anunciar su “disposición” a “trabajar” con el nuevo presidente.
Los cuatro plantean el mismo problema, que Valls ilustró en forma de tragedia política: el ex primer ministro anunció con mucha precipitación que sería candidato a diputado, integrado en las listas de En Marcha, el partido de Macron, afirmando que, a su modo de ver, el PS “está muerto”.
El intempestivo anuncio de Valls tuvo efectos automáticamente perversos: el PS lo denunció como un “traidor”, abriéndole un expediente que pudiera culminar con su posible expulsión: Manuel Valls cava su tumba entre los despojos del socialismo francés.
La defunción del PS es una gran noticia para En Marcha, Los Republicanos (LR) y Francia Insumisa, el partido populista de Jean-Luc Mélenchon. Sin embargo, recibir con los brazos abiertos a un tránsfuga denunciado por traidor hubiese “manchado” en cierta medida la silueta todavía inmaculada del partido de Macron, que ha tomado una decisión provisional muy astuta: En Marcha no acepta a Valls como candidato; pero facilita su posible elección, retirando a su propia candidata. Con una doble ventaja: Valls podrá hacer campaña a favor del partido de Macron, sin saber si será o no será expulsado del PS.
Los casos de Édouard Philippe, Bruno Le Maire y Nathalie Kosciusko-Morizet (NKM) dejan al descubierto la misma estrategia presidencial: podrán seguir siendo miembros de Los Republicanos (LR, derecha); pero En Marcha no presentará candidatos en sus circunscripciones. De ese modo, ellos serán “libres” y podrán apoyar a Macron dentro o fuera de futuros gobiernos de “concentración nacional”.
La deserción intempestiva de Valls deja al PS en un estado de ruina catastrófica. “Muerto”, o caído de hinojos en una histórica crisis, en vísperas de otra catástrofe electoral, el socialismo francés está amenazado por el centro izquierda de Macron y la izquierda populista de Mélenchon.
A la derecha, las deserciones contenidas, aplazadas o descartadas parcialmente de Édouard Philippe, Bruno Le Maire y Nathalie Kosciusko-Morizet quizá no tengan la misma dimensión “sísmica”. Pero obligan a Los Republicanos (LR) a abrir una nueva página en la historia de las derechas francesas.
Descartados Nicolas Sarkozy y Alain Juppé en las primarias del mes de noviembre pasado, eliminado François Fillon en la primera vuelta presidencial, LR ha elegido un nuevo líder para estar al frente de la nueva campaña electoral: François Baroin, ex ministro de Chirac y Sarkozy.
Macron se sirve del señuelo de personalidades como Valls, Édouard Philippe, Bruno Le Maire y Nathalie Kosciusko-Morizet, para intentar dinamitar a los partidos tradicionales, esperando conseguir la mayoría absoluta en las elecciones legislativas de junio.
François Baroin y su equipo esperan ganar para LR las mismas elecciones. Si la derecha consigue ganar o quedar en primero o segundo puesto, en el nuevo paisaje político nacional, Baroin se convertiría automáticamente en el nuevo líder de las derechas francesas.
Tras el seísmo político en curso, Francia también está viviendo una transición generacional, más o menos traumática. Baroin cumplirá 52 años el mes de junio. Comparado con Sarkozy o Juppé, era / es, una “joven promesa”. Valls (55 años), Le Maire (48 años), Kosciusko-Morizet (44 años), Philippe (47 años)… eran las jóvenes promesas de la derecha y la izquierda socialista.
Macron, el nuevo presidente, cumplirá 40 años el próximo 21 de diciembre. Su elección envejece vertiginosamente a toda la clase política nacional. Macron ha consumado por sí solo, creando su propio partido e instalándose en el Elíseo, el domingo, la ruptura que Valls no se atrevió a intentar, instalado a la sombra de François Hollande. Philippe, Le Maire y Kosciusko-Morizet vivieron a la sombra de Chirac y Sarkozy durante varias décadas. En vano. Macron los tienta con el señuelo del cambio generacional y el cambio de familia política.
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Pablo Eugenio Fernandez Jiménez says
Es verdad, Juan Pedro, Macron, que cumple 40 años en diciembre, «envejece» a los demás candidatos, incluso al mismo Beroin que tiene 52 y que es la alternativa de los republicanos.
Pero ahora el macronismo es un optimismo, envejece a los demás, es un ciclón y todos quieren subirse a ese tren de la renovación, que les lleve a la salida del tunel.
Ya se ve la luz, y Macron puede conseguir lo que parecía impensable hace meses, ser Presidente de Francia y obtener mayoría en las elecciones de junio a la Asamblea Nacional.
Macron envejece a los demás
JP Quiñonero says
Pablo,
Amén.
Dicho eso… los jóvenes no son forzosamente más inteligentes, ni más guapos ni mejores gestores que los viejos.
En el terreno político, como en muchos otros, sin embargo, las generaciones se devoran las unas a las otras,
Q.-