Alcaldía de Montrouge, 22 abril 2017. Foto JPQ.
Esa Vista de Montrouge de Paul Léon Félix Schmitt (París, 1856 – París, 1902), un pintor post impresionista cuyas obras de gran formato se cotizan hoy entre los 400 y los 700 euros, quizá hable de la belleza inmortal de un pueblo, una aldea, definitivamente desaparecida, siempre viva en la ilusión colectiva de un pasado ideal.
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El documental Humain, trop humain (1972 – 1974) de Louis Malle, con fotografía de Étienne Becker, “se abre con el travelling más bello y pedagógico de la historia del documental francés, indispensable para comprender con luminosa belleza la transición histórica de una sociedad rural a una sociedad industrial avanzada.”
Esa transición coincide con la muerte de la aldea / el pueblo francés, historiada con lacónica precisión por Jean-Pierre Le Goff en su obra maestra La fin du village (2012). Recurriendo a las técnicas de la sociología y la antropología de campo, Le Goff reconstruye con melancólico rigor la desaparición del modelo urbano de la difunta aldea / pueblo, construida, a partir de la Edad media, en torno a la plaza del pueblo, con su iglesia, su campanario, su alcaldía, su taberna / bar.
Tras la transición de la sociedad rural a la sociedad industrial avanzada, la desaparición de la antigua agricultura tradicional, sustituida por un modelo mundial / productivista, aceleró sucesivas fracturas sociales, culturales y políticas: alumbrando el fin de una sociedad en vías de desaparición, cuyos flecos / despojos agonizan en nuestro tiempo víctimas de muy diversas formas de angustia social, que no siempre es posible maquillar con la publicidad fluorescente del turismo de masas, las zonas industriales, outlets, hiper y supermercados.
La nueva economía de la antigua aldea / pueblo no siempre es un fracaso. La inmigración puede ser un éxito, con frecuencia. Los beneficiarios del turismo de masas y los mercados internacionales de productos agropecuarios quizá no sienten ninguna nostalgia por la muerte del pueblo, la aldea.
Pero las antiguas organizaciones sociales (partidos, sindicatos, ejército, jerarquía religiosa y gubernamental) acusan el paso del tiempo. El incremento del paro y el suicidio, entre los perdedores de la mundialización, víctimas de los últimos restos del antiguo modelo agrícola, hablan de una angustia social sin perspectiva: Agricultores franceses, una especie amenazada… En esa tierra baldía, donde crece el desarraigo y la incertidumbre, echa sus semillas podridas la extrema derecha.
En España, “más de 4.000 municipios españoles están en riesgo de extinción”.
Laura says
Me lo temía. No nos queda ni el pueblo.
JP Quiñonero says
Laura,
Mujer… algo de pueblo nos queda, quiero pensar, oye,
Q.-