Trocadero, 6 marzo 2017. Foto JPQ. El mitin que condujo al desastre:
La cobertura fotográfica de Fillon está maquillando su deriva populista = Las chapuzas de Fillon pueden ser un desastre histórico para la derecha… A partir de ahí:
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A los seis meses del hundimiento histórico de la derecha tradicional francesa, en la primera vuelta de la elección presidencial, el 23 de abril, dos documentos excepcionales cuentan por lo menudo la historia del suicidio político precipitado por la irresponsabilidad y el odio de sus líderes.
Patrick Stefanini, fue el director de campaña de François Fillon, el candidato conservador eliminado en la primera vuelta de la elección presidencial, y ha publicado un libro titulado Déflagration. Dans le secret d’une élection impossible (Robert Laffont), contando con gran lujo de detalles la patética irresponsabilidad errabunda del candidato conservador elegido en las elecciones primarias del mes de noviembre de 2016, prometiendo una “ruptura” que había comenzando ocultando a su familia política las “cacerolas” que terminaron dinamitando una campaña fallida, el peor resultado de la derecha tradicional en la historia de unas elecciones presidenciales.
Gérald Darmanin fue portavoz oficial de Nicolas Sarkozy y acaba de publicar un libro devastador, Chroniques de l’ancien monde : Quand la droite s’est perdue (Les éditions de l’Observatoire) , contando por lo menudo la cocinilla cainita de Sarkozy, Fillon, los “líderes” de su partido, Los Republicanos, y un largo rosario de “aspirantes” poniéndose zancadillas los unos a los otros con un impudor irresponsable y unas consecuencias desastrosas para la derecha tradicional.
El mejor resumen de ambas obras es una frase de Nicolas Sarkozy, citada por Stefanini, preguntándole: “Pero, Patrick, ¿cómo has podido participar en el desastre? ¿Cómo has podido estar asociado a ese equipo ha arruinado a la derecha?”.
Stefanini responde a la pregunta de Sarkozy con una crónica implacable, que comienza a los pocos días de la elección de François Fillon como candidato conservador a la presidencia de la República, a finales de noviembre del 2016. Durante dos meses cortos, Fillon fue el candidato favorito. Todos los sondeos lo daban como futuro presidente. Hasta que el semanario Le Canard Enchaïné comenzó a publicar, el 25 de enero pasado, sus primeras revelaciones sobre los empleos ficticios de los que se habían beneficiado Penelope Fillon y los hijos del candidato conservador, cobrando más de un millón de euros, por “trabajos” que nunca habían realizado como colaboradores parlamentarios del padre y esposo.
El Penelopegate, como se llamó el escándalo, estalló como una bomba en un campo de una batalla que cambió de rumbo en pocos días.
Stefanini descubre, con seis meses de retraso, que, en verdad, Fillon había ocultado a su partido, su equipo y sus amigos políticos, todo lo esencial que él sabía que Le Canard Enchaïné estaba investigando. Mintiendo, ocultando, callando, Fillon ató sus cacerolas personales a toda la derecha francesa.
Semanas más tarde, el mismo semanario satírico descubrió que el mismo Fillon había recibido muchos regalos de un empresario de dudosa reputación, dispuesto a regalar trajes de lujo (de 5.000 a 10.000 euros) a un candidato que podía ser presidente de la República. Stefanini cuenta por lo menudo como Fillon estuvo tergiversando, mintiendo y maniobrando de mala manera para “quitar importancia” a unos regalos que manchaban su reputación con miserias de baja estofa.
Peor que las revelaciones del Penelopegate y los trajes de lujo, cuenta Stefanini, fue el comportamiento irresponsable de Fillon: ocultando datos esenciales a su equipo; mintiendo a toda hora sobre la “verdad”, la “mentira”, lo que sabía y lo que callaba, con un cambio de estrategia política que terminó dinamitando a la derecha tradicional.
El candidato Fillon había presentado un programa de “ruptura” política y económica en la gran tradición del conservadurismo clásico de Margaret Thatcher: recortar el gasto, sanear las cuentas públicas… Cuando los sondeos comenzaron a anunciar la catástrofe electoral, Fillon dio un giro hacia una derecha tradicionalista próxima a la extrema derecha de la familia Le Pen, en el legendario mitin de la parisina plaza del Trocadero. Stefanini cuenta como aquel mitin abrió unas grietas definitivamente cainitas entre todas las familias de la derecha tradicional. Alain Juppé, alcalde de Burdeos, una de las figuras del conservadurismo clásico, anunció que se “alejaba” de esa línea que consideraba “peligrosa”. Los amigos y “herederos” políticos de Nicolas Sarkozy comenzaron a confesar que se consideraban “traicionados”, camino del “matadero político”.
Entre los antiguos fieles de la guardia pretoriana de Sarkozy, Gérald Darmanin, actual ministro del Presupuesto de Emmanuel Macron, ocupó un puesto privilegiado, como portavoz oficial del ex presidente.
En sus Chroniques de l’ancien monde: Quand la droite s’est perdue, Darmanin, hijo de una familia de inmigrantes magrebíes, describe la tristeza, alejamiento, melancolía y sentimiento de traición entre todos los antiguos líderes de una derecha difunta. Darmanin cuenta como Sarkozy despreciaba olímpicamente a Fillon y Juppé, sus rivales a la candidatura conservadora en las elecciones primarias de noviembre 2009. “Asumida” su derrota en aquellas primarias, Sarkozy se “refugió” en un silencio hipócrita: nunca dejó de destilar frases asesinas contra Fillon, a quien intentó “imponer” sus propios amigos, en primera línea de combate, durante la campaña.
Darmanin cuenta como decidió dimitir de sus cargos en el seno del partido de la derecha tradicional, tras el giro tradicionalista de Fillon. Su padre, un antiguo emigrante, comentó aquella decisión en estos términos: “Has hecho muy bien. Un hombre debe comportarse como un hombre. Fillon está hundiendo a la antigua derecha gaullista y popular”.
Todo estaba cantado…
jose says
Tan lejos del presente y tan cerca del pasado. El análisis de la derecha francesa se podría aplicar a cualquier organización política actual y pasada. En mi pueblo siempre se comentaba el dicho de un alcalde que decía vale mas un año de alcalde que cinco de buena cosecha. Sin vicios la política no funcionaria. Si el egoísmo lo mueve todo también la corrupción. El problema es que el vicio se ha democratizado. Hoy todos tenemos patente de corso para saborear todos los vicios. Será la nueva forma de distribuir la riqueza.
JP Quiñonero says
José,
Quizá. Octavio Paz dicen en algún lugar que Shakespeare siempre es la fuente más útil para intentar comprender la historia y la política. Si. Dicho eso, no todos los políticos tienen la sustancia de los personajes dramáticos. En Carpetovetonia no se suicida nadie, como ocurre en las grandes óperas italianas. Lo nuestro quizá sea algo más mediocre, esperpéntico. El esperpento quizá sea la tragedia que mejor se adapta a nuestros modos y maneras de tirar del carro de esas miserias nuestras de cada día. Egoismo y corrupción. En Shakespeare la cosa terminaría en una matanza o algo así. Entre nosotros, la cosa termina con el cansancio que sigue a un ataque de epilepsia, algo así dice Gaziel de sus paisanos catalufos, que no desean leer la palabra epilepsia donde Gaziel la pone,
Q.-
PS. Si… nuestra «distribución de la riqueza».