Madrid, Gran Vía (Avenida de los Obuses, Avenida del Quince y Medio) esquina Fuencarral, ca. ¿1937? Foto ¿?
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Niños buscando restos de proyectiles en la Gran Vía, 1937. Foto Juan Pando.
Poco antes de tomar el camino del destierro, del que no volvería nunca, don Antonio Machado escribió el 7 de noviembre de 1936 estos legendarios versos:
¡Madrid, Madrid; qué bien tu nombre suena,
rompeolas de todas las Españas!
La tierra se desgarra, el cielo truena,
tú sonríes con plomo en las entrañas.
“Rompeolas de todas las Españas” quizá sea una de las definiciones más bellas y precisas de Madrid.
Años más tarde, Juan Ramón Jiménez describiría la situación de la capital, por las mismas fechas, en un libro, Guerra en España (¿1940? / 1985), que solo pudo publicarse mucho más tarde, políticamente “expurgado”, por razones que pudieran “explicar” frases como esta:
“… los poetas [ .. ] señoritos, imitadores de guerrilleros, paseaban sus rifles y sus pistolas de juguete por Madrid, vestidos con monos azules muy planchados. El único poeta, joven entonces, que peleó y escribió en el campo y en la cárcel, fue Miguel Hernández…”.
Miguel Hernández, justamente. Al poco de conocerse la muerte de don Antonio Machado, en Collioure, el poeta estaba de paso en Madrid y se dejó caer por los salones de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, donde recibían Rafael Alberti y María Teresa León, su esposa de la época. Escandalizado ante el espectáculo que descubría, consternado, Miguel Hernández pudo decirle a Alberti: “Aquí hay mucha puta y mucho hijo de puta”.
“No te atreverás a repetir eso ante los compañeros”, dicen que respondió Alberti, en cólera mal contenida. Hombre entero, Miguel Hernández se dirigió a una pizarra próxima y escribió la misma frase, en caracteres muy visibles. Quiere la leyenda que María Teresa León se dio por aludida y le propinó al poeta oriolano una bofetada que lo hizo tambalearse.
Historia y leyenda sucia.
Fernando Castillo ha rescatado en su nuevo libro, La extraña retaguardia. Personajes de una ciudad oscura. Madrid 1936 – 1943 (Fórcola Ediciones), un escrito de Miguel Hernández comentando la situación de Madrid durante la guerra civil, en estos términos:
“Veo, siento con pesadumbre y cólera ciudades de retaguardia ajenas, ajenas por completo, a pesar de sus aparatos de carteles y carteleras de propaganda, a la terrible verdad que nos circunda. Dentro de ellas apenas hay otras cosas que no sean carne de carnaval, fingimiento de problemas importantes, burocracia, problemillas, torpezas y mezquindades que hacen apretar los dientes y el alma. No puede ser. Hemos de acabar con ese disfrazado fascismo de orgías, de cobardes resentidos, de señoritos que no podían serlo y lo son en cuanto pueden. La austeridad y la hombría que impone la guerra a que nos han llevado los traidores extranjerizantes, los enemigos de España y su raza, exigen a gritos depuración y desinfección de las ciudades de la retaguardia”.
“Depuración” y “desinfección” que todos los bandos consumaron a su manera: tiros en la nuca, pelotones de ejecución, secuestros, “paseos”, “desapariciones” hacia el alba, sentencias sumarísimas de tribunales sin otra ley que la arbitrariedad del ajuste de cuentas no solo cainita, ideológico, familiar, social, incluso “étnico” y “nacional”.
De la evacuación de los fondos del Museo del Prado -tarea consumada por Timoteo Pérez Rubio, esposo de Rosa Chacel- al teatro de operaciones del legendario Hotel Florida -víctima de un crimen urbanístico, en 1964-, donde trabajó una cierta elite política, diplomática, militar y periodística internacional, pasando por el Metro convertido en refugio, los barrios bombardeados por los “nacionales” y un archipiélago de embajadas -falsas y reales-, cárceles “oficiales” y oficiosas”, sin olvidar la Ciudad Universitaria y el frente militar, Madrid fue durante la guerra civil una suerte de síntesis urbana de las distintas guerras civiles que se sucedían en el resto de las Españas.
Agustín de Foxa y Arturo Barea, entre muchos otros, escribieron páginas de obligada referencia sobre ese Madrid “rompeolas”. Existe una frondosa bibliografía sobre su puesto propio en la historia general de la guerra civil.
La extraña retaguardia. Personajes de una ciudad oscura. Madrid 1936 – 1943, de Fernando Castillo, es una obra muy mayor que aporta un punto de vista inédito y capital: la historia de una docena larga de personajes que participaron activamente en la quinta columna madrileña.
Se presta al general Emilio Mola una frase sin duda histórica, pronunciada durante una de sus primeras alocuciones radiofónicas: “Tengo bajo mi mando cuatro columnas que marchan hacia la capital; sin contar la quinta, que está dentro de Madrid”… quinta columna que vivía y trabajaba emboscada, al servicio de los militares golpistas. El general José Enrique Varela utilizó la misma expresión, quinta columna, para nombrar a una veintena de organizaciones cómplices y partidarias del golpe de Estado contra el orden republicano.
En esa quinta columna había de todo… hombres de fe y convicciones, traidores, falangistas, monárquicos, conservadores, gánsteres, policías, chicos bien, gente del hampa y el mercado negro, héroes y asesinos al servicio del “nuevo orden” por venir. Había, también, muchos personajes turbios, prestos a vender sus servicios a ambos bandos, traidores a sueldo del mejor postor, cambiante, siguiendo el camino sinuoso de los intereses más inconfesables.
Fernando Castillo ha reconstruido con mano maestra la aventura íntima de muchos de esos personajes desde una óptica poliédrica: las más delicadas decisiones íntimas (vivir emboscado en unas oficinas de la CNT / FAI cuando se tenían sensibilidades falangistas) se toman en la soledad más absoluta, trágica, con frecuencia; al mismo tiempo, esas decisiones íntimas cobran su más humana dimensión, feliz o infeliz, honrada o desalmada, contempladas a la luz de las atroces realidades políticas y militares.
La historia es una tragedia y siempre acaba mal (Aron). “Liberada” Madrid por las columnas franquistas, a las víctimas de todos los bandos les esperaban años atroces. Los héroes, asesinos y traidores, la gente de bien y la gente del hampa, intentaron reconstruir sus vidas, sin poder olvidar, jamás, los rastros y las huellas de la pavorosa tragedia de la huida, el fin de la guerra, los campos de concentración, las sentencias implacables, las ejecuciones sumarias (“judiciales” y “extrajudiciales”, del “paseo” al tiro en la nuca al pie de la tapia de un cementerio), la separación y destrucción de las familias y las vidas a la intemperie de una ciudad mártir…
Las historias políticas y militares de la guerra civil ofrecen grandes frescos colectivos. Fernando Castillo ilumina con precisión entomológica las siluetas y los rostros de los seres humanos, del héroe al asesino, caídas las máscaras sucias y el maquillaje de las ideologías.
Madrid, capital aborrecida, Madridgrado, Caína.
Retrato improvisado de Fernando Castillo.
París – Modiano… una revisión indispensable.
Los alegres contertulios de una casa para torturar y asesinar confortablemente, rue Lauriston.
Joaquín II says
Tus recomendaciones literarias siempre, siempre, siempre son muy de agradecer.
Le echaré un ojo al libro tiene muy buena pinta, sí…
Un abrazo
JP Quiñonero says
Joaquín,
A mi me parece un libro importante. Nada ideológico. Desenterrando unas historias mal conocidas y peor estudiadas, cuando, en verdad, tocan el nervio de todos los problemas de fondo.
A ver que te parece,
Q.-
ricardo lanza says
Entrañable fotografía, estimado, de ese chaflán que cruzaban aquellos tranvías de Chamberí (y demás) cuyos primeros conductores voceaban: «Chamberí por Fuencarral», «Chamberí por Hortaleza», aludiendo a su paso por una de esas calles. El semáforo. Ya llevaban 11 años en Madrid (desde 1926). Pasaban ya entonces de las dos docenas. Faro de bombardeos la ha poco inaugurada Telefónica, con su ascensor del que los niños comentaban (leyenda urbana que duró casi tres décadas): «que sube tan rápido que te mareas o vomitas», añadiendo algunos a los audaces que deseaban probar «Que si te montas y no trabajas allí, te coge la policía y te llevan a la cárcel». La Quinta Columna, el Coche Fantasma de ese Caballero Audaz, vistoso periodista pero escritor mediano; las vueltas por el foro y anecdóticas escenas del sonetista Pedro Luis de Gálvez (fusilado luego, hacia 1940), cuentan que acompañado siempre de hermosas milicianas; García Atadell y las Brigadas del Amanecer; el Quinto Regimiento y la canción que le recuerda; los últimos días, a palos Barceló y Cipriano Mera (tristes y paradójicos destinos los de ambos); la foto de un curazo, sonriente y grandón, de teja y de sotana, recorriendo la calle de Toledo (creo) el 28 de marzo, acompañado de soldados moros, y las manos del clérigo besadas por los niños; todo lo que se vino luego, y lo que hubiera antes. Celia Gámez canta el «ya hemos pasao»; protege del público su boda Millán Astray, el manco; muchas trincheras hondas y blocaos señalan la Casa de Campo, duran algunos hasta el final de los cincuenta. Esquina de Fuencarral, Gran Vía, Montera y Hortaleza, hoy esa foto octogenaria es casi igual a lo de ahora; pero varía hartamente lo social, muy distintos se ven a los paisanos, es otro el talante de los tiempos, pocos recuerdan aquel miedo, la espera ambivalente entre el azul que viene y el rojo que declina, queda la sangre, J.P.
JP Quiñonero says
Ricardo,
Uauuuuuuu… que joya / maravilla… describes con una precisión envidiable la historia y metamorfosis de una esquina que, efectivamente, tiene un puesto tan eminente en la historia de la ciudad. Graciasssss…
Quizá me atrevería a añadir un dato… junto a la Telefónica, al comienzo de la calle del Desengaño -donde comenzaron las desventuras matritenses de Agustín García Calvo, y las mías- se encontraba la «tienda» donde Goya puso a la venta sus Caprichos…
Q.-
ricardo lanza says
Gracias a ti, estimado: cuantos más datos se vayan añadiendo más fuerza cobrará el recuerdo de nuestros antepasados, se harán ellos más próximos, puede que rememoren dentro del plano astral en que residan; al menos les habremos enviado energía nuestra.
JP Quiñonero says
Encantado, Ricardo,
Sí… la memoria verbal o visual es una parte esencial de nuestra arquitectura moral, espiritual. Sin la memoria, vagamos como sombras en una oscura selva desalmada.
Ese trabajo de la memoria nos justicia, nos explica y viste nuestro desamparo.
Q.-
a jose says
Madrid está en el centro de una periferia sin límites, Hay más de tres millones de cadáveres que tienen insomnio. Una ciudad de atunes para vender a oriente. Ciudad que los tsunamis la arrasan de vez en cuando. Los escorpiones rodeados de fuego se niegan a clavarse los aguijones. Serpientes administradoras de veneno. Todos beben comen y copulan. Ciudad de anónimos ciudadanos. La periferia los envidia. Una piel de toro hecha con pieles de madrileños llegados de todas partes menos de Madrid .Ciudades con historia convertidas en mega parques multiculturales con todo tipo de espectáculos. La memoria nos motiva para reconstruir aquello que destruimos. Pero como siempre de Madrid al cielo.
JP Quiñonero says
Jose,
Amén…
¿Qué decir..?
Se me ocurre reproducir el poema Imsonio de Dámaso Alonso, al que aludes, que lo dice todo:
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?
…
Dámaso no solo uno de los grandes críticos literarios del siglo XX. También fue un gran poeta. La prueba,
Q.-
Fina says
¡Da gusto leeros…!
Puede que me acompleje un poco a vuestro lado, pero me gusta aprender de los que saben…
Gracias por vuestros comentarios.
Con la familia en casa dispongo de poco tiempo libre.
Buenas noches a todos.