La masia (1921-1922). Óleo / tela, 123,8 x 141,3.
National Gallery of Art, Washington.
Homenaje a Joan Miró y obscenidad de la fotografía de paisajes.
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El color de mis sueños reúne en el Grand Palais unas 150 obras de todos los periodos de la vida y la obra de Joan Miró (1893 – 1983), una retrospectiva excepcional que permite recordar hasta que punto el creador fue descubierto muy tardíamente en Barcelona y Madrid, Cataluña y España, cuando muchas de sus obras maestras ya había sido compradas por coleccionistas públicos y privados en Europa y los EE. UU.
Especialista emérito, Jean-Louis Prat, comisario de la retrospectiva, explica de este modo el proyecto: “A través de la pintura, el dibujo, la cerámica y la escultura, Miró inventó un mundo nuevo. Esta exposición permite seguir todas las pistas de su creación, en renovación constante”.
El hilo conductor de la exposición es el “sueño”, recordándonos que Miró fue un soñador subversivo, a la manera definida por el Lawrence de La revuelta árabe: “Hay dos tipos de hombres. Los que sueñan y cuando se despiertan creen que han soñado. Y los que sueñan despiertos. Estos son los más peligrosos, porque son capaces de hacer realidad sus sueños”.
Miró fue un creador que soñaba despierto, efectivamente, “infiel” a todas las escuelas, a todos los movimientos, consagrado a hacer realidad sus sueños íntimos, que la retrospectiva del Grand Palais divide en una quincena de “estaciones”.
El primer Miró es un “fiera catalán”, un joven pintor que descubre el movimiento “fauve” y su glorificación de los colores más puros y terrenales. Es un Miró esencial, carnal y purísimo, cuyas raíces se hunden en su Cataluña natal, en Mont-roig, cuya tierra roja será mucho más que un símbolo: la matriz original de toda su creación. Tragedia íntima: la obra más legendaria de esos homenajes, La masía (1921 – 1922), no encontró “cliente” catalán ni español. Su primer propietario fue Ernst Hemingway. Obra mayor, propiedad de la National Gallery, en Washington, tras la donación de Mary Hemingway, en 1987.
El joven “fiera catalán” no se anda por las ramas de ningún “patriotismo colorista”. Miró descubre el cubismo (1916 – 1919), para mejor “romperlo”. Es legendaria la reflexión mironiana dirigida a André Masson: “Les romperé la guitarra”… alusión a las incontables guitarras cubistas concebidas por Picasso o Juan Gris, entre otros.
Em su día, ese Miró “rupturista” no gusta nada en Barcelona. Y es ignorado en Madrid. Tras una exposición catalana, con poco éxito de público y de crítica, Miró le dice a su amigo Enric Cristófol Ricard: “Decididamente, nunca más Barcelona”. Comienza entonces un largo periodo, entre el fin de la primera guerra mundial y finales de los años 20 del siglo pasado, cuando Miró sueña y descubre muchos mundos, frecuentando amistades y escuelas que coqueteaban con muchos mundos oníricos.
El Miró amigo de Georges Bataille (crítico con el “idealismo” surrealista), de Antonin Artaud y Michel Leiris (devoto de las corridas de toros), es un Miró que está rompiendo con casi todo. Pero es amigo de Picasso, trabaja en el estudio de Pablo Gargallo. Es inmortalizado por Balthus, otro genio que vive y se hace al margen de la historia de las vanguardias oficiales. En 1937, Balthus pinta a Miró y su hija Dolores de la manera más clásica. Un pintor con traje y corbata, los zapatos más o menos sucios de un hombre que vagabundea mucho por polvorientos caminos terrenales.
Miró asiste a la ascensión del fascismo italiano y el nazismo alemán, preludios dramáticos al estallido de la Guerra civil española, roturando nuevos horizontes expresivos, siempre fiel a la pureza de sus sueños. Miró sigue soñando. Pero sueña despierto. Cuando se despierta contempla paisajes de su tierra, por donde deambulan ocurrencias oníricas profundamente carnales. En Mont-roig, en 1936, se deja llevar por sus iluminaciones: “Exorcismos violentos, instintivos”. Cuando los alemanes bombardean Guernica, Christian Zervos le pide a Miró la realización de un “sello”, Ayuden a España, que más tarde se transformaría en un cartel de tirada limitada. En el pabellón de la Exposición universal de 1937, la grandilocuencia del Guernica de Picasso coincide con el fulgor purísimo de El Segador de Miró.
El Miró de entre guerras (de 1914 a 1945) había logrado gran fama entre las élites europeas y norteamericanas. El Miró posterior a la Segunda guerra mundial será consagrado como un grande entre los más grandes. En Nueva York, de entrada, donde Pierre Matisse, hijo del pintor, lo introduce en los grandes museos. Cincinatti se interesa por el nuevo Miró monumental antes que Barcelona o Madrid.
El Miró de la madurez seguirá descubriendo nuevos territorios vírgenes. La cerámica, la escultura… ocuparán un puesto esencial en Mallorca, donde el maestro instala el último de sus talleres, descubierto definitivamente en su tierra… Desde entonces, Miró ha continuado creciendo, instalado para la eternidad en una constelación propia. Las Constelaciones de 1939 – 1941 abrieron la senda definitiva de sus sueños: iluminaciones oníricas errantes en la bóveda celeste de inmensos azules poblados de signos y maravillas. El pintor terrenal de La masía navegaba por el mar sin orillas de un sueño sin cesar recomenzado, invitándonos a descubrir las enigmáticas huellas de sus nubes de estrellas.
Homenaje a Joan Miró y obscenidad de la fotografía de paisajes.
Arte.
Fina says
¡Que suerte, Quiño!
Disfruta con «El color de mis sueños» en el Grand Palais.
Gracias por el homenaje que dedicas a Miró . Facilita entender mejor su obra y evolución creadora.
José says
El Discobolo al David. Del hombre señalando al pajaro solar y el pajaro lunar. De lo grande a lo pequeño. De la totalidad al fragmento. Del canon al caos. Del sujeto a la cosa imposible. Del antropo centrismo al objetocentrismo. De la mitologia a la mercancia. De la historia a la noticia.
El progreso de las emociones y sentimientos queda reducido a la quimica y fisica y a las matematicas. Nos estamos quedando sin el zu zu..
de Proust ni la Melancolia de Durero. Sin naturaleza ni arte. Solo el pasado nos da algo de sentido por eso intentamos acabar con el. De buscar el tiempo perdido en la memoria espacializada a la imposicion de verdades trascendentales sin tiempo. El arte habla del hombre sin sentido a traves de las naturalezas muertas. Un espacio lleno de cosas y un tiempo fragmentado de cosas. Las vanguardias estan dentro de las cosas ingenieriles y urbanas. No hay casa para el arte solo subastas globales y museos donde se acumulan las ruinas.
JP Quiñonero says
José,
Bastante OK, sí.
Con algún matiz… «No hay casa para el arte solo subastas globales y museos donde se acumulan las ruinas..»
De entrada, la evidencia, efectivamente… en el mercado mundial del arte, Burros y tiburones compran burros y tiburones muertos…
Efectivamente.
Pero, hay artistas genuinos que escapan a esa tiranía del mal gusto maquillada con papel moneda:
Banksy confirme avoir piégé un de ses tableaux vendu chez Sotheby’s.
… para mi gusto, la lección de Banksy tiene mucho de Ejemplar.
Desde otras perspectivas, hay artistas que siguen trabajando, haciendo, currando, creando… tienen algo de héroes solitarios…
Avanti..!
Q.-
Fina says
Menos mal que hay artistas que siguen trabajando, a pesar de los pesares…
Me pregunto cómo llegaron a tal perfección los clásicos. ¿Será verdad que el arte es un reflejo de su época?
Veremos tanta tecnología dónde nos conduce…
JP Quiñonero says
Fina,
Los artistas son / sois, sois… la biblia en pasta, vamos.
Puritito sudor y lágrimas, la inspiración solo cuenta un 10 %, si acaso. El resto, mucho curro solitario.
Avanti..!
Q.-