José Hernández, homenaje a las Coplas de Jorge Manrique.
Ataque de vanidad:
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“Querido Juan Pedro, tengo que escribirte y desde luego tengo que hacerlo a modo de carta abierta porque quiero que alguien ahí fuera escuche esto. Tu precioso libro, ese Retrato de Artista en el Destierro, título sólo comparable en belleza al original joyceano, es inencontrable.
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Solo a través de los obscuros vericuetos de los pasillos de los burócratas he conseguido hacerme con una copia que únicamente puedo consultar intramuros en mi biblioteca y previo pago de una alcabala tan injusta como anacrónica. Menos mal amigo artista desterrado, que soy bibliotecaria de numero y archivera de capa y espada. Esta afrenta contra natura y contra el progreso y la investigación no quedará impune. Voy a interponer cuanto recurso o fuerza me sean menester para derribar este pequeño pero dañino muro que se interpone entre mi empeño y tu obra…” Juan Pedro Quiñonero, Retrato de artista en el destierro.
La amistosa generosidad de Ana B. Bande viene de lejos: tenemos en común nuestra admiración por la obra de Rosa Chacel. A partir de ahí florecieron otras complicidades y su generosidad con mi libro Retrato del artista del destierro, que siendo la primera parte de mi autobiografía intelectual también es otra cosa, que José María Pozuelo Yvancos, Santos Sanz Villanueva, Rafael Conte y Carlos Semprún Maura fueron los primeros en subrayar:
Quiñonero gana el Caballero Bonald con «Retrato del artista en el destierro».
“… hacía tiempo que no leía un libro tan verdadero, tan radicalmente honesto, como estas memorias de quién escribe desde la lejanía de los espacios, para dar cuenta de la casa del lenguaje que ha construido para vivir, para ser. Casa del lenguaje, casa del ser. [ .. ] La literatura es gran estilo cuando logra construir moradas habitables para ese destierro de un hijo en la posguerra, en primer lugar, pero a medida que el libro avanza, vemos que el destierro puede ser un destino del hombre contemporáneo cuando ha perdido los referentes básicos de su arquitectura espiritual…” José María Pozuelo Yvancos, ABC Cultural, 8 abril 2004, El tiempo recobrado.
“… Él busca en las letras la base de esa mencionada «arquitectura espiritual» de nuestra especie y por ello se encrespa ante «los bulderos o traficantes con palabras averiadas o infectadas». Al contrario, toda su obra es una conmemoración de lo más noble de la actividad espiritual y para eso escribe «este libro mío, que habla de mi relación con algunos libros y con algunos hombres y mujeres que me enseñaron a leer y a compartir el amor a los libros». Estas memorias demuestran cómo el artista, y al igual que éste todo ser sensible, vive en un destierro del mundo, del cual le salvan las buenas letras. Este idealismo notable viene muy bien en los tiempos que corren, aunque uno teme que sólo sea el canto del cisne de una edad humanista que tiene sus días contados…” Santos Sanz Villanueva, Revista de Libros, abril 2004, Celebración de las letras.
“… Así las cosas, como testigo cercano y hasta compañero a veces en sus andanzas profesionales, debo hacer alguna puntualización a esta doble constante que el artista Quiñonero nos presenta de principio a fin, pues éste es un libro que si no es de memorias propiamente dicho, aparece como el resumen de una memoria personal de primera magnitud, por el que desfilan (o desfilamos) como en una tumultuosa y desordenada cinta cinematográfica grandes y pequeños personajes de la historia y la cultura de hoy mismo y de todos los tiempos, merced a sus continuas y apasionadas lecturas…” Rafael Conte, El País, 14 agosto 2004, En busca de las letras.
“… La saga de los Quiñonero, sus humildes placeres, sus laboriosos esfuerzos para salir adelante, su afición por los libros, sus tragedias (eran miembros de la CNT y fueron encarcelados), todo esto, tan humilde como admirable, lo relata Juan Pedro con emoción y sencillez y su familia nos resulta entrañable, como si la conociéramos de toda la vida. Pero hay muchas más cosas, ha realizado una serie de retratos de artistas en el destierro, precisamente, sobre todo españoles y sobre todo en París, pero no únicamente, que son de antología, y en los que mezcla de manera sugestiva la biografía de sus personajes con la historia de los lugares, calles, hoteles, etcétera, en donde dejaron sus huellas. Si me gusta el libro, esto no quiere decir que comparta todas las opiniones literarias, políticas o filosóficas del autor, pero esto es lógico, ya que no comparto totalmente las opiniones de nadie, ni siquiera las mías. Esto lo sabe perfectamente Quiñonero ya que nos vemos bastante a menudo y discutimos largo y tendido (lo cuenta en su libro de manera muy divertida)…” Carlos Semprún Maura, 17 septiembre 2004, Libertad Digital, Retrato del artista en el destierro.
Gracias caballero por la invitación a su infierno, aquí me quedare una temporada, Ud. y París bien merecen está dulcusima ‘condena’. Espero que alguien se acuerde de nuestra amada Chacel antes de que termine este 2018, en que se cumplen 120 años de su nacimiento.
Ana,
Encantado y agradecido, oye.
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Rosa, ay…
Avanti..!
Q.-
Un gran libro, sí señora! Merece ese recuerdo, esa lectura desde hoy mismo
Irene,
Ya me dirás donde puedo enviarte una caja de algo rico, oye…
Gracias…!
Q.-
La acracia, familiar y personal, muy estimado, que no divina sino humana, que aquí no hay teofanía que la incumba ni valida la «fe del carbonero». JORGE MANRIQUE y TU, duales y más que merecidas coplas. Murcia de los albores, en tus padres la ilusión de la enseñanza; siguen después, ¡Ay, dolor!, los Almendros y Albatera, Francia muy pronto, y no es gloriosa la rota… Luz de París, ya faro desde hace muchos años… Las coplas a la muerte de su padre…, la vida de la fama, menos PERESCEDERA. ssssssss… habrá que meditar y suponer en la vida de la magia.
Ricardo,
Ay… tus sabidurías olímpicas me dejan un poco tocado… en el mejor sentido de la palabra, algo así como emocionado, claro.
Qué decir… me refugio en un amistoso, agradecido y caluroso silencio.
«Que Dios te oiga..» hubiese dicho mi madre, en otras circunstancias.
Amén,
Q.-
¡Ay, Señor; Ay, Jesús; Ay, Madrica!, como decían (y curioso que me parece) en un pueblín castellano (ya del Norte), a modo de polivalente y bien intencionada jaculatoria, que puede ya no utilizarse e incluso ser desconocida por quien no sea ya senecto o estudioso de usos y costumbres del reciente pasado. ¡Menos mal que me vienen tus textos y tus fotos!, estimado.
Ricardo,
Siempre encantado con tu prosa, tan precisa y luminosa…
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En verdad, la fotografía es el curro que más me atrae, desde hace algún tiempo. «Trabajo» que no es tal… es una forma como otra de preservar, guardar, dejar una huella de mi encantamiento íntimo, ante la gloriosa realidad, que es sagrada, según Ramón Gaya, que también era murciano,
Q.-
Las fotos, estimado, al tiempo glorioso y temible recordatorio, crepusculario siempre de la imagen del ser humano que, tras el tiempo, pocos o nadie reconocen como suyo, ni siquiera, ¡ay dolor!, como ajeno; serie de anónimas figuras ubicadas entre un papel que, muchas veces, solo disfrutó el fotógrafo, perdido ya su arte, en ninguna memoria recordada, tumba del hombre o la mujer desconocidos, las primeras instantáneas desde más de siglo y medio atrás tomadas, eviterna versión, estimado, de las Coplas de Jorge Manrique, esta vez en dos dimensiones… holografía del tiempo, el artista de la cámara, su albacea.
P.S: Y yo con estos pelos y, de nuevo, la casa sin barrer. España: aparta de mi ese cáliz; y ni sé de que está hecho ni que clase de vino contiene; y es que…¡ay, ay, ay!, poco me inmuta, y del todo debiera anonadarme, estimado. Larra y su día de difuntos, quedando cerca el disparo.
Ricardo,
Sí… le das una dimensión muy profunda -la suya, en verdad- al arte de la fotografía callejera.
…
En mi caso, también es una suerte de acto de amor a la vida callejera, justamente, al ir y venir de las horas y los días, encantado con las luces, sombras, siluetas, hombres y mujeres que tengo la suerte de cruzar, allá donde voy…
Graciassss…
Q.-
Es un gran libro. Y un libro clave para entender quien es el tal JPQ. Este fin de semana he empezado a relerlo (me lo regalaste, tiempo ha). La editorial en la que la publicaste me parecía adorable sobre todo por publicar las traducciones y la obra de mi bienamado Cristóbal Serra, pero quizá sería una buena idea, si se pudiera, encontrar un nuevo editor. Es una pena que sea tan difícil en localizar.
Joaquín II,
Uauuuuuuuuu … qué alegría leerte, tan generoso, siempre… y Cristobal Serra, también, sí, claro…
Graciassss
Q.-
¡Ay, Quiño!
Cuando os leo me pregunto qué hago yo entre tantos eruditos…Puede que la respuesta sea escuchar, observar, aprender y admirar…
Fina,
Siempre cordial y generosa, qué maravillaaaaa
Q.-