Bastille esquina rue de la Roquette, 26 enero 2019. Foto JPQ. Verlaine escribió Les Poètes maudits a cien metros de esa esquina.
“Haga bien su trabajo”, me dicen, sonriendo, cuando nos despedimos, mientras prosiguen los enfrentamientos en la manifa de chalecos amarillos de este sábado, en la Plaza de la Bastille.
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¿Mi trabajo?
Hombres y mujeres solos, parejas de nuevo cuño, antiguas parejas que vuelven a descubrirse o intentarlo, jóvenes, menos jóvenes, se han cruzado en alguna rotonda de provincias, en la esquina de alguna manifa, en París o en provincias… y han descubierto que podían ser algo más que amigos, compañeros, incluso podrían amarse o volver a intentarlo.
Es una realidad mal explorada de la crisis de los chalecos amarillos.
Le Figaro, 25 enero 2019, Sur Facebook ou sur les ronds-points, les “gilets jaunes” cherchent aussi l’amour.
El amor callejero tiene muchos otros rostros, que no siempre utilizan chalecos amarillos, claro está.
Fina says
Quiño,
Ojalá que todas estas manifestaciones de los chalecos amarillos sirvan para algo positivo y tengan algún final feliz…
Bona nit!
JP Quiñonero says
Fina,
A mi modo de ver, la franquicia chalecos amarillos -insisto en lo de franquicia: creo que los colegas dan una visión muy parcial de algo muy más complejo y diverso- está ganando la «guerra»…
Lo que piden unos y otros es muy largo de explicar y realizar.
La realidad inmediata es mucho más sencilla:
Esas decenas y centenares de miles de hombres y mujeres han impuesto una gran debate nacional.
El único que lo ha entendido en Macron. Que ha montado su propio debate nacional. Con lo cual, los franceses no paran de discutir… en la calle, en las rotondas, en la radio, en la tv… y, de golpe y porrazo, los sindicatos y los partidos políticos han envejecido de manera asombrosa. Todo aquello de los desfiles sindicales y políticos huele a rancio, viejo.
Y ha florecido algo que ya veremos como evoluciona.
Lo de la violencia es cosa de grupúsculos de extrema izquierda y extrema derecha. La inmensa mayoría de los chalecos amarillos -de izquierda, de centro, de derecha, incluso muy apolíticos- no tienen nada que ver con la violencia.
La franquicia está dando oxígeno a la sociedad francesa, con síntomas estimulantes. Sin Macron consigue dar algunas respuestas concretas a algo, será un gran paso. Si no… pues más angustia social. Veremos,
Q.-