Ran.
En el principio fue Goya.
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Y Shakespeare.
En su indispensable Akira Kurosawa (Cátedra), Manuel Vidal Estévez recuerda este comentario del genio japonés sobre el Macbeth (1948) de Orson Welles:
“Para mí, la película de Welles es bisutería. En ella todo es demasiado artificial y pueril”.
Juicio sumarísimo, implacable, quizá excesivo. El ensayo canónico de Vidal Estévez tiene una importancia particular: en cierta medida, es un compendio significativo de las relaciones de la cultural visual y cinematográfica española con la obra de Kurosawa. Cuenta y desmenuza su descubrimiento, desde la óptica de la crítica española, presenta los documentos básicos para comprender esa relación. En ese marco, la crítica de Kurosawa tiene una dimensión especial, para mi sensibilidad.
Orson Welles, por el contrario, tenía la más alta estima por la dimensión shakesperiana de la obra de Kurosawa. En algún momento llega a decir… El Shakespeare de nuestro tiempo soy yo. Solo Kurosawa pudiera disputarme ese puesto. Y, si hubiese que elegir entre Akira y yo, creo que me quedaría con Akira.
Cito de memoria. En boca de Welles, se trata de un elogio definitivo.
Entre sus películas preferidas de la historia del cine, Kurosawa recordó en muchas ocasiones Un chien andalou (1929) de Luis Buñuel / Salvador Dalí, pero no recuerdo que cite nunca ninguna de las obras maestras de Welles. Quizá esa aparente diferencia de fondo date de la recepción japonesa del Macbeth (1948) de Welles.
Kurosawa también realizó su propia versión de la tragedia shakesperiana, Trono de sangre (1957). ¿Es posible “elegir” entre el Macbeth de Welles y el Macbeth de Kurosawa? Se trata de dos obras maestras absolutas, que han sido “comparadas” en muchas ocasiones. A mi modo de ver, la versión de Welles quizá sea más “simbolista”, menos apegada a una historia “inmediata”. La versión de Kurosawa, por el contrario, es eminentemente histórica. La absurda historia contada por un idiota, que nada significa, no es una historia metafísica: es una crónica implacable, siempre actual. Filmado por Kurosawa, el Japón del siglo XVI tiene muchas cosas en común con la España de 1640, el año de la revuelta de Cataluña, sofocada con un cuerpo de ejército, manu militari. Tragedia sin fin, de esperpéntica actualidad.
Hay otro punto en común entre Welles, Kurosawa y España: Goya.
Es bien conocida la dimensión española de la obra de Welles, culminando en su Don Quijote, claro está. Quizá esté por explorar la “relación” de Kurosawa con Goya. El director japonés presentó la obra gráfica goyesca a alguno de sus directores de fotografía y a varios de sus actores, para intentar explicarles alguno de sus proyectos cinematográficos.
El puesto de Goya en la matriz original de varias obras mayores de Welles y Kurosawa -entre otros patriarcas de la historia del cine, de Fritz Lang a Andrzej Wajda- es uno de los capítulos centrales de mi libro El cine comienza con Goya.
José says
Goya y la gran ola inaguran el movimiento cinematografico. Los fotogramas inmoviles se convierten en movimiento. El tsunami moderno toma nota de lo que pasa. El teatro se convierte en pelicula. Podemos verla siempre la misma tantas veces queramos. El macbet ingles americano japones polaco..se hace universal para las masas mundiales. Wells en las obras inglesas de teatro buscaba actores negros. Kurosava hacia westers con actores japoneses. Goya en ultima etapa pintaba franceses. Los temas son universales en la pintura y el cine desde el siglo XIX. La ciencia la tecnica y las guerras mundiales han creado nuevos macbets porque siempre han existido en todas partes pero ahora estan en todo el mundo. El mercado vende y populariza todo tipo de cultura.Español -frances italiano- americano japones-ingles polaco-americano… La obra de arte como mercancia divina.
JP Quiñonero says
José,
Lo que yo quería decir es que… cuando un gran cineasta japonés, Kurosawa, filma una tragedia japonesa del siglo Xvii nos ayuda comprender las tragedias españolas del mismo siglo, tan actuales, tal como las evoca un gran poeta español, valenciano, Juan Gil-Albert, en un libro poco conocido:
«… los caudillos cristianos, ungidos como reyes, reparten al morir, como si se tratara de bienes disponibles o familiares, los estados que han visto ayuntarse bajo el paternal aliento bélico: un hijo recibe León, otro el Condado de Castilla, el tercero, el Reino de Navarra. Asturias, Galicia, Cataluña, Toledo, son suertes que se cuentan en esa baraja de reyes movedizos. Porque los hermanos se combaten entre sí con verdadera saña y caliente aún el cuerpo paterno. Todavía sonara la última palabra prudente en la cámara fúnebre, ya el hermano increpa al hermano y hasta la hermana vulnerable, alguna Urraca o alguna Berenguela, vese desposeída como una intrusa de su herencia. Es una furia de posesión que introduce la guerra civil en el seno mismo de la guerra santa…» España, filmada por Kurosawa,
Q.-
Fina says
Quiño,
Cuánto daño ha hecho y sigue haciendo en el hombre esta «furia de posesión «.
JP Quiñonero says
Fina,
Si recuerdas, Spinoza habla de pasiones tristes y alegres…
Las pasiones digamos alegres o positivas, como quieras, son algo así nuestra realidad y esperanza más positiva.
Las pasiones tristes son lo más atroz y trágico que vive en el corazón humano.
De todo hay en la viña del Señor, sí,
Q.-
Fina says
¡Ay, Quiño!
Me sobrevaloras, poco recuerdo de Spinoza, pero encontré esta frase suya que me llegó al alma:
«La alegría es el paso del hombre de una menor perfección a una mayor».
Muchas gracias por contestar siempre nuestros comentarios con esa presteza tan tuya.
Buenas noches a todos/as.
JP Quiñonero says
Fina,
“La alegría es el paso del hombre de una menor perfección a una mayor”… hay que saber mucho de la vida y de otras cosas para escribir cosas así, cosas de budistas y Spinoza, efectivamente.
Gracias…
Q.-
Y… qué difícil, poder llegar a tener un corazón tan grande.
Fina says
Josep,
Poco sé de cine, pero es cierto que el mercado vende y populariza todo tipo de arte.
Bona nit!