Les Deux Magots, 20 marzo 2019. Foto JPQ.
¿Chic? ¿Neo chic? ¿El alma de un café? ¿En París, en Europa?
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El Café de Flore, el alma de la sala y el destino de Europa.
¿El alma de un café..?
Los genios del lugar, su fidelidad a una historia, una tradición, su clientela, los hombres y mujeres que se reconocen en un ambiente, un lugar, una sala de pasos perdidos.
¿El alma de la sala..?
Parisino, alma de la sala… rue Bonaparte.
Parisina camarera muy simpática… rue de Buci / Seine.
Las chicas parisinas del bar de Patti Smith en Ménilmontant.
Parisina de adopción… de Saint-Paul a Chinatown-sur-Seine.
Ella y su tarta de fresas, en el país parisino del Marais.
Recuerdo los primeros retratos de Antonio López: Fashion, Art, Sex & Disco.
Camarera parisina, simpática, simpática.
Joven camarera, en Montmartre.
Camareros en el vientre de París, les Halles.
Metamorfosis pop del café parisino.
Desde otra óptica, George Steiner estima, cómo olvidarlo, que el café es una de las matrices de Europa, el arte de vivir europeo, durante ¿dos siglos..?
“Europa está compuesta de cafés. Éstos se extienden desde el café favorito de Pessoa en Lisboa hasta los cafés de Odesa frecuentados por los gangsters de Isaak Bábel. Van desde los cafés de Copenhague ante los cuales pasaba Kierkegaard en sus concentrados paseos hasta los mostradores de Palermo. No hay cafés primeros ni determinantes en Moscú, que es ya un suburbio de Asia. Muy pocos en Inglaterra después de una moda pasajera en el siglo XVIII. Ninguno en Norteamérica fuera del puesto avanzado galo de Nueva Orleans. Si trazamos el mapa de los cafés, tendremos uno de los indicadores esenciales de la “idea de Europa”. El café es un lugar para la cita y la conspiración, para el debate intelectual y para el cotilleo, para el flaneur y para el poeta o el metafísico con su cuaderno. Está abierto a todos; sin embargo, es también un club, una masonería de reconocimiento político o artístico- literario y de presencia programática. Una taza de café, una copa de vino, un té con ron proporcionan un local en el que trabajar, soñar, jugar al ajedrez o simplemente mantenerse caliente todo el día. Es el club del espíritu y la poste-restante [apartado de correos] de los homeless. En el Milán de Stendhal, en la Venecia de Casanova, en el París de Baudelaire, el café albergó a la oposición política que existía, al liberalismo clandestino. Tres cafés principales de la Viena imperial y de entreguerras ofrecieron el ágora, el centro de la elocuencia y la rivalidad a escuelas contrapuestas de estética y economía política, de psicoanálisis y filosofía. Quienes quisieran conocer a Freud o a Karl Kraus, a Musil o a Carnap, sabían exactamente en qué café buscarlos, a qué Stammtisch [mesa] se sentaban. Danton y Robespierre se reunieron por última vez en el Procope. Cuando las luces se apagaron en Europa, en agosto de 1914. Jaures fue asesinado en un café…”. George Steiner, The Idea of Europe, (2004).
George Steiner, el ocaso de Europa y el desarraigo de los jóvenes europeos.
Fina says
Quiño,
Qué bien empezar el dia atendido por una camarera tan neo chic…en un café tan ultra chic como éste…
Ay, esos irresistibles encantos de París!!!
Bon dia!
JP Quiñonero says
Ay, Fina, si eso fuese París… apenas es el cogollo de un microbarrio para ultraprivilegiados, entre los que tengo la suerte de encontrarme.
París, ah… quizá sea otras muchas cosas, que también tienen su encanto, claro… de ahí lo del neo chic…
Pero, bueno, se agradece la cordialidad amistosa, tan contentos, vaya.
Q.-