Patio Napoleón, 28 mayo 2019. Foto JPQ.
El Louvre, del parque de atracciones al zoco multicultural.
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Todo comenzó así: Metamorfosis del Museo del Louvre → De la iglesia al museo; del museo al supermercado, el prostíbulo, el cuartel.. → Beyoncé facilita la transición del Louvre al parque de atracciones.
A partir de ahí…
Dos días de huelgas intermitentes, han confirmado de manera espectacular que el Museo del Louvre, antigua morada real, ha comenzado a tener muchos rasgos propios del zoco multicultural y el parque de atracciones.
Ante una cola de turistas que lleva esperando dos horas para poder entrar, y todavía tendrá que seguir esperando otros sesenta o setenta minutos para poder llegar a la puerta de la pirámide, en vidrio, que oficia de puerta principal del museo, por donde se desciende a la “gruta” de las salas del primer museo nacional, un guardián que no desea ser identificado -ya que los miembros del servicio de seguridad tienen prohibidas las declaraciones- me comenta, tras usar mi tarjeta profesional, para poder “colarme”: “La dirección del museo no se da cuenta o no quiere enterarse de lo que está ocurriendo, miran a otra parte. No comprendo cómo la gente no se harta. Cualquier día comenzarán a estallar peleas entre turistas que se disputan por un puesto en la cola, cuando alguien les ha robado la cartera”.
Antes de llegar a una puerta de entrada principal, los turistas pueden distraerse con tentaciones de muy diversa índole. Son frecuentes las chicas y señoras de cierta edad que sonríen con mucho arte profesional a los señores más o menos solitarios. La policía interviene regularmente para pedir la documentación a chicas jóvenes de Europa del este que venden o se proponen vender chucherías muy diversas. Se ha dado el caso de señoritas de muy buen ver que han sido “rechazadas” a la entrada por ir vestidas de manera “inapropiada”, “escandalosa” o “demasiado sexy”. Vaya usted a saber. Se cuentan por decenas los jóvenes africanos que tienen por el suelo sus mantas en el Patio Napoleón, intentando vender reproducciones de la Torre Eiffel en plástico, fabricadas en China.
Salvados los obstáculos, hasta la cola donde se compran los billetes de entrada, hay turistas que prefieren “tomar fuerzas”. En materia gastronómica, el Carrousel du Louvre -a cinco minutos de la sala de la Gioconda- ofrece un variado surtido de hamburgueserías y pasteles. El más genuino Mac de la tradición neoyorquina, Mac / Mc Muffin (“una delicia, con carne de vaca francesa”), alterna con las delicias de la pastelería local, en una tienda de macarrones atendida por una francesa de familia senegalesa. Antes de tomar la escalera que conduce hasta la Gioconda o el erotismo sadomasoquista de La Mort de Sardanapale (Delacroix), las nubes de turistas asiáticos guiados con banderas propias pueden hacer escala en todo tipo de chiringuitos de lo más selecto, para pagar a precio de oro los perfumes y baratijas que no podrían comprar en los zocos de Shanghai o El Cairo.
Quien haya sido capaz de resistir a las tentaciones de la más selecta hamburguesería y los perfumistas locales deberá ponerse en la cola (de apenas cincuenta o cien personas, si hay suerte) para llegar a la gran sala donde se expone la Gioconda, bien defendida por un “muro” de cristal a prueba de balas, rodeada de cinco hombres y mujeres (tres franceses de origen africano o caribeño; dos franceses de la metrópoli europea), que ofician de estoicos guardianes de la gran dama cuya legendaria sonrisa es invisible, víctima de los reflejos que la protegen de posibles ataques de la horda turística.
Si se tiene la pretensión de fotografiar o fotografiarse junto a la gran dama, utilizada por Beyoncé y su novio para promocionar el Louvre y sus tesoros, será necesario ponerse en la cola de cinco, seis, siete u ocho filas de turistas pertrechados de teléfonos móviles y cámaras compactas fotografiando la Gioconda en un “plis plas”.
Zanjada la cuestión de la sonrisa de la señora o señorita inmortalizada por Leonardo, el Louvre ofrece otros millares de maravillas, de un éxito a geometría variable. La libertad guiando al pueblo de Delacroix sigue siendo una vedette indiscutible, entre todo tipo de públicos, no solo lugareños y europeos. Venus y las Tres gracias de Botticelli, uno de los frescos más bellos de la historia de nuestra civilización, se encuentra en un pasillo de entrada: suscita un interés no siempre nulo. Momias egipcias y esas cosas no dejan de ser visitadas por el variopinto personal atraído por las emociones fuertes. La Venus de Milo y la Victoria de Samotracia tienen su público, sin duda. Sin exagerar.
Éxito fulgurante, la estatuaria griega y romana, inmortalizando señoras, señoritas y señores de fulgurante belleza, en posiciones no siempre lúbricas. Parada obligada por los grupos de turistas asiáticos, con guía y bandera propia, siempre, son los esculturales señores (tamaño natural) en posiciones de lo más sugestivo, en pie, exhibiendo todas sus gracias naturales, fotografiadas desde todos los ángulos por señoras y señoritas apasionadas por el arte antiguo, claro está.
Cumplida la dura faena de un periplo más o menos “kultureta”, en la antigua morada de los reyes de Francia, reconvertida en museo nacional (“un museo es la comunión de un pueblo con su arte”, decía Baudelaire, iluso), el sufrido turista de cualquier sexo lo tendrá más fácil para huir. A las puertas del Louvre se amontonan decenas de autobuses que prometen descubrir muchas otras maravillas, decorados, siempre, con la publicidad porno soft que es la moda entre los modistos y perfumistas europeos más acreditados.
Metamorfosis del Museo del Louvre → De la iglesia al museo; del museo al supermercado, el prostíbulo, el cuartel.. → Beyoncé facilita la transición del Louvre al parque de atracciones.
Arte.
José says
El nuevo sujeto de la historia son o pueden ser los turistas y los manteros. Los nomadas que inundan las ciudades nadie sabe si estan de paso o para quedarse es la balsa del Delacroix todos soportando la tormenta y si se sale alguno se ahoga. Los burgueses y los obreros incluso el lumpen no son sujetos de nada sin identidad el 90 por cien de la poblacion son excedentes que van de viaje o para limpiar o para ensuciar. El nuevo arte esta en los puertos libres donde hay mas cuadros que en los museos. Los museos son zocos restaurantes hoteles… con reproduciones para hacer fotos y vender imitaciones mercadillos de bagatelas. El cuarto y los otros tres mundos estan en las nuevas viejas magalopolis. Paris capital de la nueva revolucion en marcha. El angel sin alas solo ve una lucha cutre entre los nomadas que se reparten y se matan por la basura que producen. Es el nuevo arte y la nueva sensibilidad. El Louvre se alquila o se vende y los nuevos reyes al acecho. A quien no le apetece un palacio rodeado de basura.
JP Quiñonero says
José,
Creo que llevas bastante razón…
Apenas un matiz… a mi modo de ver, los turistas quizá no sean sujetos, son más bien sonámbulos, que siguen el camino que les dictan las flautas publicitarias y todo ese lío.
Los manteros, por el contrario, tienen mucho de que sujetos, hombres que se han jugado la vida y su buen dinero para llegar a la condición de manteros, de la que esperan salir, vaya usted a saber como… Jünger dice en algún lugar que la hombría se mide en la capacidad de resistencia contra la adversidad… los manteros tienen mucha resistencia, a mi modo de ver,
Q.-
Fina says
Josep,
La verdad, es que leyendo vuestros comentarios pierdo la ilusión de volver al Louvre…
Quizás sea mejor recordarlo tal como lo conocí de jovencita…Fueron dos días intensos dentro del Louvre y me quedó mucho por ver… Quedé deslumbrada ante tantas Obras de Arte. Lo mismo me sucedió en el Hermitage.
Parece que una vida no es suficiente…
Fina says
Sí, Quiño,
Demasiados turistas, demasiadas colas…se hace casi imposible la contemplación.
Se precisa fuerza y resistencia para soportarlo, mucha «hombría», paciencia, o mucho amor al arte. No lo sé.
JP Quiñonero says
Fina,
Mira… si se va con la ilusión de la Cultura (¿?) … la cosa es un desastre, claro, insoportable. Hacer colas para fotografiar un cuadro, con el teléfono, qué quieres que te diga: aburrido, cansino, lo peor.
Si se abandona esa ilusión y se camina por el museo, mirando, observando, incluso fotografiando, la cosa puede tomar otros rumbos, ¡incluso artísticos..!
Los vivos y los muertos se confunden, te hablan y te dicen cosas… que cada cual interpreta a su manera, claro.
Q