Bahía de Biarritz, desde la terraza del Hôtel du Palais, 22 marzo 08. JPQ.
El Hôtel du Palais de Biarritz y el Hôtel de Paris de Monte Carlo tienen un puesto significativo en la historia de mi sensibilidad, digámoslo así → Encuentro mortal y rosa en la piscina del Hôtel de Paris de Monte Carlo → Ava Gardner y mi fotógrafo.
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El Biarritz que Emmanuel Macron ha deseado convertir en “capital” de Occidente, durante tres días, con motivo de la reunión de los siete grandes, el G7 (EE. UU., Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá, Japón, Italia), es una invención turística de María Eugenia Palafox Portocarrero y Kirkpatrick, condesa de Teba, Eugenia de Montijo (Granada, 5 de mayo de 1826 – Madrid, 11 de julio de 1920), la última emperatriz de Francia, que también frecuentaron ocasionalmente algunos dirigentes de ETA para “pasar” información oficiosa a periodistas españoles y franceses.
Hasta primeros del siglo XIX, Biarritz era un diminuto pueblo de pescadores, muy semejante a sus vecinos de ambos lados de los Pirineos, que una niña granadina, hija de un militar afrancesado, en el seno de una familia de la más alta alcurnia, descubrió por azar, a los nueve años, cuando su madre, la condesa de Montijo, la llevó a pasar unos días de vacaciones, más o menos alejadas de las grandes ciudades próximas, como San Sebastián.
Eugenia de Montijo guardó un recuerdo memorable de aquellas primeras vacaciones infantiles. Educada en París, mujer tan bella como conservadora, a juicio de todos sus contemporáneos, amiga de los hijos de la nueva aristocracia bonapartista, pasó su adolescencia y primera juventud entre los internados franceses e ingleses donde se educó. Volver a San Sebastián y Biarritz, a los pueblecitos vascos, fue para ella una manera de cultivar sus raíces más profundas, entre Granada, Madrid y París, donde terminaría casándose, en el Elíseo, con Napoleón III.
Mujer cultivada y aristocrática, la futura emperatriz estuvo en el origen del mito literario y musical de Carmen, la legendaria cigarrera de Mérimée y Georges Bizet. Quizá esa pasión fabuladora influyó de manera determinante, cuando Eugenia de Montijo convenció a su esposo, el emperador, de pasar unas vacaciones reales en Biarritz. La pareja imperial fue tan feliz que decidió convertir el pueblecito en lugar de residencia y recreo, ordenando la construcción de la legendaria “Villa Eugenia”, el gran palacio imperial donde comenzó la leyenda cosmopolita de Biarritz, inmortalizada por sucesivas generaciones de reyes, reinas, aristócratas de toda Europa, grandes escritores y artistas, actores de cine de fama mundial… de Edmond Rostand (que se hizo construir una casa en Cambo-les-Bains) a Vladimir Nabokov (que sitúa en Biarritz la memorable historia de un primer amor), la leyenda que comenzó a construir, con su vida, Eugenia de Montijo, dio muchos frutos durante poco menos de dos siglos.
La niña Eugenia de Montijo visitó Biarritz por vez primera en 1835. Veinte años después, emperatriz de Francia, ella y su esposo construyeron “Villa Eugenia”. Comenzaba la gran historia de Biarritz, con un puesto propio en la emergente geografía mundial del lujo aristocrático y cosmopolita.
Bismarck, la reina Isabel II de España, toda la realeza europea de mitad y finales del siglo XIX, pasaron por Biarritz, como invitados de Eugenia de Montijo, como “turistas”, como “intrigantes” políticos “dialogando” con el Emperador de Francia, hasta la catástrofe trágica de la batalla de Sedan.
La leyenda que comenzó a construir la emperatriz Eugenia tuvo mucho frutos. Forzada a vender su antigua residencia privada, imperial, tras los desastres políticos y humanos de su esposo y su hijo (alanceado en África del sur, durante una batalla colonial), “Villa Eugenia” se transformó en un palacio de gran lujo, uno de los más famosos de la Europa de su tiempo, el “Hôtel du Palais”, que sigue funcionando, siempre, hasta hoy, y está clasificado como monumento histórico nacional.
Alfonso XIII conoció en El Palais a su futura esposa, la princesa Ana de Battemberg, en 1906. Había comenzado, años atrás, una nueva página en la historia del gran palacio construido y amueblado por Eugenia de Montijo, propietaria, como es leyenda, de una de las colecciones de joyas más importantes de su época. De los duques de Windsor a Charles Chaplin, El Palais de la última emperatriz de Francia volvió a vivir tiempos de gran lujo cosmopolita, frecuentado por artistas, creadores, actores, aristócratas de toda Europa.
Hemingway escribió con amor de los San Fermines de Pamplona. Pero le encantaba “refugiarse” en el confort y el lujo de la antigua “Villa Eugenia”. Sinatra soñó con “arrancar” a Ava Garder de su refugio en la Costa Brava, sin conseguirlo. Sin embargo, alguna novela de un escritor murciano cuenta la historia de Ava Gardner y sus admiradores, durante el rodaje de la versión cinematográfica de “The Sun Also Rises”, la novela de Hemingway, entre Pamplona y Biarritz, justamente, inmortalizada por Marc Soler, un fotógrafo de la época.
Cocteau, Louis Mariano, la familia de los hermanos Semprún – Maura, Ravel, Gary Cooper, entre una interminable relación de famosos, pasaron por el palacio reconvertido en gran hotel, en una situación única. Andando el tiempo, otra mujer que también ocupó los dormitorios íntimos del Elíseo también llevó a su esposo y presidente de Francia, a la antigua “Villa Eugenia”. Cecilia Ciganer-Albéniz, Cecilia Attias, en la actualidad, tras su ajetreado divorcio con Nicolas Sarkozy, también pasó muchas de sus vacaciones infantiles entre Biarritz y los pueblecitos próximos. También ella llevó a su ex y ex presidente al actual “Hôtel du Palais”, durante algunos fines de semanas íntimos y sentimentales.
Nota negra en la historia de la antigua “Villa Eugenia”. A mediados de los años noventa del siglo pasado, varios dirigentes de ETA dieron cita en el “Hôtel du Palais” a varios periodistas españoles y franceses para “filtrar” informaciones o presuntamente tales sobre las negociaciones reales o imaginarias con los gobiernos de Felipe González. Pocos años más tarde, Rafael Vera, secretario de Estado para la seguridad, me llamó a las tantas de la noche de un invierno muy frío, para felicitarme por las informaciones que había publicado horas antes sobre las empresas francesas que colaboraban con la banda terrorista, no lejos de Biarritz, precisamente.
Antes nobles y genios hoy representantes de la plebe y a su vez plebeyos y grandes cocineros. Los conquistadores de colonias se reunen para ver si hay posibilidades de sobrevivir en la riqueza y el lujo
Los parias gobiernan en dos tercios de la poblacion mundial y no estan invitados ni en el aperitivo ni en el cafe
La mente cruel les hace creer que representan a los nueve mil millones de habitantes de la Tierra geologica
El alumno y su profesora la alemana del este el comprador de pisos el guapo blanco del pais de los indios el de la bota el samurai. Tres dias juntos para luch ar contra los elemento que rodean lo que Baudelaire denominaba el nucleo de la burguesia del XIX lujo calma y voluptosidad hoy en Biarritz. Los descendientes de los esclavos y de los colonizados estan esperando entrar. El segundo mundo entro el tercero ha entrado la avanzadilla y el cuarto duerme en las calles de sus metropolis. El terror de Paris renace de sus cenizas y el de Moscu y Pekin hoy no hay zares ni palacios de invierno que den esperanza a los apatridas descamisados. Hoy no estan seguros ni los apatridas de capital financiero. Es la reunion de los ansiosos de los ataques de panico. Las ultimas comidas de los cinco.
José,
Bueno…
…
Confesión escandalosa… Villa Eugenia / el Hotel du Palais… qué de recuerdos íntimos… ¡ETA incluida..!
Q.-
Quiño,
Veo que conoces bien Biarritz y su historia…Gracias por compartir tus saberes y recuerdos de este lugar tan privilegiado.
Guardo buenos recuerdos de Biarritz, aunque estuvimos de paso, me impresionó esta ciudad y el Hôtel du Palais; pensé en los afortunados que podían permitirse una estancia en un lugar tan elegante y elitista.
Esperemos que sea un espacio inspirador para que en la Cumbre del G7 se cosechen acuerdos favorables.
Buenas noches a todos/as.
Fina,
Pasé parte de muchas vacaciones en Zarautz, hace años, por razones familiares. Vuelvo de cuando en cuando… de ahí mi respeto y admiración por Biarritz y no digamos del Hôtel du Palais… de ahí estos «devaneos», que, para colmo, ¡me pagan..!
Encantado, oye.
Q.-
Quiño,
No me extraña que estés encantado de la vida…
Qué bien que te puedas permitir esos «devaneos» por lugares tan exclusivos y encima pagados. Pienso que te lo habrás ganado y merecido con tu esfuerzo.
Creo que quienes puede ejercer un trabajo que les gusta son seres muy afortunados.
Bona nit!
Fina,
Bueno… digamos que curro bastante, mucho, haciendo cosas que me gustan, que me gustan mucho, si me apuras, desde hace mucho tiempo. Al final de cada día estoy una miqueta cansado, claro. Pero es un cansancio estimulante, para mi gusto, claro.
En fin, es lo que hay. Soy incapaz de «frenar» un poco. Me van estas marchas, qué quieres.
Graciass..!
Q.-