Grand Palais, 14 octubre 2019. Foto JPQ.
Con cierto retraso histórico, este miércoles se inaugura en el Grand Palais la primera gran retrospectiva francesa consagrada a Doménikos Theotokópoulos (1541 – 1614), El Greco, una de las fuentes bautismales de la modernidad artística.
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Francia descubrió esa obra descomunal a principios del siglo XIX, por las mismas fechas y siguiendo las mismas “rutas” de los descubrimientos europeos de Velázquez y Goya: los viajes a España y el Museo del Prado de Théophile Gautier y Edouard Manet, la legendaria exposición de pintura española en una galería del Louvre, culminando con las páginas esenciales de Baudelaire.
En su día, Goya y Velázquez fueron estudiados, expuestos y “glorificados” desde París en los términos correspondientes. El Greco todavía fue expuesto ocasionalmente y fue saludado con el inmenso respeto por Marcel Proust, Maurice Barrès (autor de un ensayo de referencia) y Jean Cocteau, entre otros.
Había crecido, sin embargo, década tras década, un atronador silencio “administrativo”: París, Francia, sus museos nacionales, nunca sintieron la “necesidad” de rendir el gran homenaje indispensable, en un museo nacional.
Misión cumplida. En un ensayo que sirve de introducción, Guillaume Kientz, comisario de la exposición del Grand Palais, deja constancia del tardío “descubrimiento”: “Ciento once años después de la primera presentación de un puñado de obras del Maestro, en el parisino Salón de Otoño, presentamos esta retrospectiva. Ya era hora de reparar la injusticia, consagrándole la gran exposición que merecía y merece”. Amén.
Más de un centenar de obras de museos europeos y americanos, ofrecen una perspectiva a todas luces excepcional, que los especialistas podrán matizar, como corresponda, y el gran público cosmopolita podrá descubrir con entusiasmo.
¿Se ha dicho todo sobre el Greco? ¿Queda algo por descubrir sobre el genio turbador? En Madrid, mientras rodaba Mr. Arkadin, Orson Welles llevaba a su hija al Prado y Toledo para descubrirle España, diciéndole: “¿Qué más puede pedir un hombre para ser feliz, admirando con su hija las obras de Goya el El Greco?”.
Los exégetas franceses que glosan la retrospectiva del Grand Palais prefieren “descubrir” en el Greco una de las fuentes de la modernidad: “inspirador” de Picasso, admirado por Eisenstein (en las fuentes bautismales del cine), inspiración inagotable para numerosas escuelas pictóricas (el Fauvismo), matriz de “revoluciones” de diversa naturaleza… Picasso llegó a “ver” un Greco cubista. Y sus exégetas subrayan su “huellas” en Las Señoritas de Avignon (Les Demoiselles d Avignon). Varios estudiosos insisten en su “influencia” en Cezanne.
En un ensayo de referencia, al filo de la retrospectiva parisina, Alexis Merle du Bourg, comenta: “Recordando a … Soutine, Chagall, Derain, Modigliani, Kokoschka, Beckmann, Bacon, Giacometti o Pollock, entre tantos otros, la relación de los grandes artistas que se inspiraban en el Greco sería interminable, recordándonos un dato irrefutable: el arte del maestro de Toledo es una de las fuerzas más influyentes de la historia del arte moderno”. Con Velázquez, Goya, etcétera.
“Nunca es tarde, si la dicha es buena”, pues. París entona un “mea culpa” con gran estilo. Queda lo esencial. Velázquez y Goya recibieron, en su día, los homenajes correspondientes, instalados en el pedestal que es el suyo. El Greco forma parte de la misma y colosal alfaguara pictórica, reciamente española y cosmopolita, a un tiempo. Marcel Proust instaló una obra legendaria, El entierro del conde de Orgaz, en una perspectiva única, desde donde se oteaban inmensos horizontes, por descubrir. Ese es el paisaje celeste que continuamos descubriendo, encantados.
Bacon, en Mónaco… Zurbarán, Velázquez, Goya, El Greco, Murillo, Ribera, Zuloaga, Gris, Miró.
Pablo Eugenio Fernández says
Aire fresco, esperado y necesario, ya era hora, Quiño, claro
Sólo falta Murillo, niños espulgándose, o Santo Tomás de Villanueva, hicieron que Goya detuviera su mirada.
Hoy toca el Greco, por méritos propios, festejemos el día de mañana, que ya está aquí
JP Quiñonero says
Pablo,
Las cosas de la cultura son de ayer, de hoy, de mañana.
Hélas, como dicen los franceses, la vida y las cosas de cada día también tienen mucho que ver con la cultura y la incultura…
Pero, bueno, hay que seguir tirando del carro,
Q.-
Fina says
Quiño,
Mil gracias por descubrirnos paisajes celestes, especialmente en estos días tan agitados y difíciles para España y Cataluña.
Me alegra mucho que El Greco haya recibido este merecido homenaje y que tú hayas podido disfrutar de cerca esta excepcional exposición en tu París de adopción.
Es conmovedor lo que nos cuentas sobre Orson Welles:
“¿Qué más puede pedir un hombre para ser feliz, admirando con su hija las obras de Goya el El Greco?” Comprendo y me identifico con Welles, sé lo que es ser feliz al admirar y contemplar de cerca obras de El Greco. ¡Casi sufrí un éxtasis!
También saber que fuera saludado con inmenso respeto por Proust, entre otros muchos de los grandes…
Ciertamente… “Nunca es tarde, si la dicha es buena”.
Bona nit!
JP Quiñonero says
Fina,
Las cosas de la cultura pueden tener cosas horribles, claro. Pero las cosas celestes nos ayudan e iluminan…
A título personal, voy de aquí para allá, intentando ver, comprender…
A vivir…
Q.-