Plaza Mayor esquina Calle del 7 de julio (1822), 18 diciembre 2019. Foto JPQ.
Esquina inmortalizada por Mesonero Romanos y Galdós.
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Azuzados por Fernando VII (“un Rey indigno de nuestra España”, decían los historiadores de otro tiempo), los granaderos de la Guardia Real imaginaron la primavera / verano de 1822 un golpe de Estado que pretendía restaurar el absolutismo monárquico derogando las frágiles instituciones democráticas de la época. Sublevación, levantamiento, golpe de Estado de ejecución tan chapucera como esperpéntica, que Mesonero Romanos (Memorias de un setentón, natural y vecino de Madrid, 1880) y Galdós (7 de julio, 1876) cuentan con mucho verismo castizo:
“¡Viva la Religión! ¡Abajo las Cortes! ¡Viva Fernando VII! ¡Viva la Inquisición!”.
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“¡Viva la República, y Riego emperador!”.
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“… en la madrugada del día 7, los batallones del Pardo cayeron silenciosamente sobre Madrid, penetraron por el Portillo del Conde-Duque, y llegando sin contratiempo a presentarse delante de la plaza de la Constitución, ocupada por la Milicia Nacional, acometiéronla por sus tres avenidas que dan a la calle Mayor.
La heroica resistencia de aquellos beneméritos ciudadanos en defensa de sus familias y de sus hogares, dirigida y secundada por las autoridades militares y tropas de la guarnición, evitó a Madrid un día de luto, que hubiera hecho olvidar el terrible 2 de Mayo, y produjo en los agresores tal indecisión, decaimiento y pavura, que no tardaron en darse a vergonzosa fuga; viéndose con dolor a un Cuerpo numeroso y aguerrido, que aún estaba formado en gran parte de los briosos soldados de la guerra de la Independencia, de los barbones de Ballesteros, y que ostentaban sobre sus pechos las honrosas condecoraciones ganadas en cien combates, huir avergonzados a refugiarse a la sombra del Palacio, dejando sembradas de cadáveres las calles de la capital. Allí les siguieron las tropas de caballería y artillería; intimáronles la rendición, que hicieron ademán de aceptar; pero, de repente, mudando de parecer, con tan mal acuerdo como en la noche anterior, rompieron el fuego sobre las fuerzas
vencedoras, y diéronse luego a huir en dispersión por las bajadas del Palacio a la Casa de Campo, siendo acuchillados enérgicamente por la caballería de Almansa y otros regimientos; -y es fama que, contemplando este espectáculo Fernando VII detrás de los cristales de sus balcones, decía muy satisfecho: “Anda, ¡que se fastidien por tontos! ¡A bien que yo soy inviolable!”… Ramón Mesonero Romanos, Memorias de un setentón, natural y vecino de Madrid (1880).
Navidad… “¡Ha nacido el Niño!”.
“¡Esta noche es Nochebuena, y mañana Navidad..!”.
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