Rue de Rennes, 25 mayo 2020. Foto JPQ.
“La gente bien abandona en la calle cosas muy bellas, útiles. Estoy encontrando muchas joyas, estos días. Discos geniales, muebles, libros preciosos…”.
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Chamarilero, “Persona que se dedica a comprar y vender objetos de ocasión y trastos viejos.”
“Entraban los de Sanidad y la Policía del puerto; salían pasajeros que habían terminado su viaje; invadían el vapor mercaderes de fruta, chamarileros, ganchos de fondas. En la gran confusión de cubierta, vio Ibero a don Juan Prim con traje usual de paisano, despidiéndose de los Condes de Bark; vio a Sagasta y Zorrilla, y a este se arrimó, aliviando a los dos de las maletas que cargaban…”, Galdós, La de los tristes destinos (1907).
Chiffonnier. “Personne qui ramasse des chiffons ou autres objets abandonnés dans les rues ou qui achète des tissus usagés pour les revendre”.
Biffin. (Populaire) Soldat d’infanterie, fantassin. (Argotique) Personne qui récupère de vieux chiffons pour les revendre.
“Souvent, à la clarté rouge d’un réverbère/ Dont le vent bat la flamme et tourmente le verre,/ Au cœur d’un vieux faubourg, labyrinthe fangeux/ Où l’humanité grouille en ferments orageux,/ On voit un chiffonnier qui vient, hochant la tête,/ Butant, et se cognant aux murs comme un poète”, Charles Baudelaire, Fleurs du mal, Le vin des chiffonniers.
“Ce que l’on voit ne saurait se dépeindre. J’ai en particulier vu hier sur le bord de la route les cadavres de trois petits biffins qui étaient élèves ordonnance au 12e C[uirassier]s lorsque j’ai été nommé sous-officier…”, Louis-Ferdinand Céline, carta a sus padres, el 15 septiembre 1914.
De Galdós a Ramón Gómez de la Serna, pasando por Arniches, el chamarilero madrileño es un actor y testigo esencial, altamente simbólico, por momentos, de acontecimientos ocasionalmente históricos, cambios de régimen, catástrofes y estallidos de júbilo y cólera.
Baudelaire descubre en el chiffonnier / biffin un flâneur del arroyo, cadáver abandonado en las carreteras del Apocalipsis de la Primera guerra mundial para Céline, que recurre a la imagen de Notre Dame ardiendo para evocar la inmensa catástrofe que se cierne sobre Europa.
En esas estamos.
París en tiempos del coronavirus.
Francia en tiempos del coronavirus.
Europa en tiempos del coronavirus.
jose says
Europa durante siglos el almacén del mundo. Muchos europeos coleccionando y guardando cosas de su fase sádico anal quieren y se deshacen por alcanzar el paso a la siguiente fase de la alegría de lo que no tiene precio. Se deshacen de museos iglesias castillos joyas … de su historia para vaciar el almacén y olvidar lo negativo y alguna vez lo positivo de su paseo por sus colonias expoliadas y vaciadas de su historia nativa. Ha sido tanta la acumulación que los simples europeos se ven en la necesidad de vaciar sus propias casas almacenes para poder vivir y desplazarse por sus habitaciones. Mejor deshacerse de las cosas reales que acumulan polvo y disfrutar del disco duro donde tenemos museos bibliotecas monumentos mapas … y todo virtual en la nube y no ocupa lugar y apagándolo nos quedamos con el vacío de nuestro cuerpo. Los nuevos traperos regalaran sus trapos acumulados durante siglos a cambio de ser reconocidos en la nueva vieja Europa por todos los otros continentes. Nadie la quiere raptarla ha envejecido muy mal con sus viejos recuerdos.
JP Quiñonero says
José,
Más o menos…
«…los nuevos traperos regalaran sus trapos acumulados durante siglos a cambio de ser reconocidos…» Sospecho que nuevos & viejos traperos quieren lo mismo: intentar ganarse unos euros, mal que bien, trapicheando con lo que encuentran aquí y allá …
» [ .. Europa .. ] nadie quiere raptarla…» Sospecho que China & EE. UU. aspiran a imponerse con mayor presencia en los mercados europeos, que son mercados con poder adquisitivo para comprar …
En fin, vaya usted a saber,
Q.-
Fina says
Josep,
Aunque decadente y envejecida «la de amplia visión», vivió días gloriosos. Raptada y amada por el padre de los dioses, sobrevivió a infinidad de pruebas y sigue escribiendo historia…
Ricardo Lanza says
Pues ya que estamos hoy de chamarileros, recordaré de muy lejanos tiempos al «Tío Moquiqui», de un solar madrileño de Gerónima Llorente (allá por la llamada Dehesa de Amaniel), veterano de El Barranco del Lobo, en la Guerra de Melilla, que te daba collejas si le mirabas y una buena «órdiga» -supondréis el significado de posguerra- si insistías o alzabas más la voz; también mentaré al «Tío Veneno», otro mangui, alojado este en un desmonte de la elegante colonia de la «Residencia» -obra de anteguerra, que recibió ese nombre de la famosa Residencia de Estudiantes de Madrid-, y todavía más agresivo que el otro, pues con este te arriesgabas a una pedrea unilateral en que te atizaba un cantazo de aúpa. Claro está que los galloferos de entonces eran todavía más pobres y encogidos que los actuales, más embutidos aún en esos «modos de vivir que no dan de vivir», casi igual que sus transabuelos de Larra. No hablo de aquellos atorrantes del Raval de las Tapias, San Olegario y compañía; eso ya me encontró con más pizca de juicio, casi, casi, flaneur, porque el paseante en corte es otra cosa, y de eso ya me va quedando poco, y aunque tarde me muero, me parece que circulo en otra época.
JP Quiñonero says
Ricardo,
Anda, anda…
… que la tropa dominante sea ignorante hacen más indispensables palabras como la tuya: recordándonos paisajes, seres y cosas que son parte esencial de nuestra arquitectura… ¿diré que espiritual..?
Algo así.
La desertización en curso hace más urgente que nunca esa tarea tuya de volver y volver a las palabras de la tribu, que somos todos nosotros,
Q.-
Fina says
Don Ricardo Lanza!!!!!
¡Qué gran honor verlo por aquí!
Como de costumbre me deja Ud. embobada con su LOGOS…
Por suerte, puedo consultar con Wikipedia y así comprender todas sus palabras. Sus amplios conocimientos y su vocabulario son siempre una fuente de enriquecimiento para mí.
Gracias.
Fina says
Quiño,
Imagino que «el chamarilero» es una especie de «drapaire» en catalán. Una figura casi desaparecida que todavía puedo recordar de mi infancia…
Oh!!! Qué deshoras!!! Pero me encanta ir a mi aire y amo este silencio…
Buenas noches a todos/as.
JP Quiñonero says
Fina,
Bueno… cada cual a su ritmo… en mi caso, despertarme a las 6.30 ¡es tardísimo..!
…
Drapaire … algo así, efectivamente … en los antiguos Encantes (a los que no he vuelto desde la desaparición de su antiguo sitio original) había hombres y mujeres que algo tenían que ver, claro, quiero recordar…
…
En Madrid tengo muy localizada la geografía del chamarilero… en Barna, no.
Nobody’s perfect,
Q-
Fina says
Quiño,
Ya sabes, dicen que «la perfección no existe».
Con los ritmos que tenemos no nos cruzaríamos nunca…
Lo bueno es poder hacer lo que nos guste y a la hora que nos apetezca. ¡Todo un lujo!
Buenas noches a todos/as.
JP Quiñonero says
Fina,
Amén… claro, claro… libertad individual, bien entendida… a sabiendas que hay muchos otros mundos ¡y horarios..!
Q-
Ricardo Lanza says
¡Ay…! «El drapaire……….»; y se me viene encima la Barcelona de siempre, con su hombre de los trapos (o trapero), cuya voz en castellano y en catalán, parece proceder del latín, y de mucho antes, creo que de los tiempos indoeuropeos en que significaba algo así como «despellejar», de ahí drapaires y traperos, que se llevan las telas y las ropas, no las nuevas, claro, ni las útiles; recogen retales, pedazos de tela, harapos…. ¿Las voces? ¿Os acordáis? Clamando a deshora en esa busca de la compra del trapo… muy de Baroja; y solo hace poco más de cien años; y aquello se perdió deprisa; y apenas lo recuerda nadie; creo que ni sus hijos quedan; quizás algún nieto; pero no reconocerá tales memorias como suyas; las lea en las novelas de costumbres si es letrado.
JP Quiñonero says
Ricardo,
Hummmm … yeahhhh & un poquito menos… que la incultura sea grande, ça va de soi, como dicen los franceses. Pero … esa realidad secular sigue ahí, bien presente: solo falta tirarse a la calle y … no es difícil reconocer sus nuevos y viejos rostros, que pueden ser mucho más crudos, sospecho, si se llega hasta la tierra de nadie de las periferias urbanas & suburbanas…
Cool,
Q.-
Fina says
Sí, Don Ricardo Lanza…
Recuerdo que era un personaje popular en Cataluña, hasta tal punto que Juan Manuel Serrat le dedicó una canción en la que se refiere a él como «el hombre del saco». Decían que atemorizaba y se llevaba con él a los niños malos y desobedientes, además de las cosas viejas e inútiles.
Con una visión más actual podríamos decir que era un hombre que practicaba el reciclaje…
Con el paso del tiempo se van perdiendo tantas memorias y tradiciones…
Ricardo Lanza says
Por cierto que en ese elucidario de marginados (en este caso, algunos ya peligrosos) se podían incluir (por orden de preferencia): 1)El Sacamantecas (especie de contrafigura de Dorian Grey, pero más reseco y desalmado, que jamás pudo superar un amor fallido en el Trianón, a finales del dieciocho; aseguran algunos que compartió experimentos metafísicos con Cagliostro y el mismo Saint Germain); 2)El Hombre del Saco, disfrazado siempre como carbonero (antes) y reciclador (ahora); secretario de El Sacamantecas y, a su vez, eviterno e infalible seductor de jóvenes del servicio doméstico; 3)El Camuñas, ya casi muñeco del Carnaval, dentro del límite de la inteligencia, sobreviendo gracias a los mandados que le pedía (exigía) el Hombre del Saco: 4 y último de la lista)El Papón, fenómeno del Bululú y el Pim-Pam-Pum, obeso y medio bobo, asustando a niños distraídos, aunque recibiendo a menudo collejas y bofetadas a cargo de vecinos iracundos. Formaban esos cuatro el póquer de ases nacional con que aterrorizar/divertir a los chiquillos de la época, no habiendo aún televisión y solo escasas radios, en poder (nada más) de las fuerzas vivas, que decían, y creo que así las denominaban no por su empeño cultural o como sportman (sic) sino por su notoria capacidad de adaptación y rapacidad del producto colectivo. Eran los tiempos de las urnas rotas, la alternancia conservadora/liberal. Bien que lo definieron Galdós y Blasco. Tengo hecho un cuento (muchos años ha) acerca de los cuatro de la fama terrorífica), inédito, como yo mismo.
JP Quiñonero says
Ricardo,
Ah, qué bien… ya estamos deseando leer tu cuento y ..
Palante…!
Q.-
Fina says
Don Ricardo Lanza,
¡Cómo me gustaría leer sus cuentos!