Rue du Cloître-Notre-Dame, 1 junio 2020. Foto JPQ.
Notre Dame, en obras, “envuelta” con andamios, “coberturas” de plástico, castillejos metálicos y entablados provisionales tiene mucho de inconclusa obra de Christo, fallecido antes de poder cubrir con un manto fúnebre la memoria monumental de la ensangrentada épica napoleónica.
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Fallecido en Nueva York, donde vivía en un quinto piso sin ascensor, en el Soho, el domingo día 31, “de muerte natural”, Christo (Christo Vladimirov Javacheff, Bulgaria, 1935) deja la huella colosal de uno de los grandes patriarcas del “land art”, quizá el más trágico, cuya obra y vida florecieron en la tierra ensangrentada por los totalitarismos del siglo XX, nazismo y comunismo.
Christo nació en Gabrovo, Bulgaria, en el seno de una familia donde se confunden muchos de los mestizajes danuvianos: alemanes, búlgaros, macedonios, entre otros. De padre empresario y madre artista, Christo creció y comenzó su formación en una situación muy dramática: asesinato de partisanos demócratas, ocupación militar comunista, padre perseguido por la policía política, madre marginada por la burocracia ideológica, joven estudiante de pintura perseguido por sus ideas, a quien sus “profesores” encomiendan un primer trabajo: “decorar” algunos vagones del legendario “Orient Express”, para hacerlo “atractivo” más allá del público “abrevado” en la tiranía del realismo socialista… Toda la obra de Christo, sus legendarios proyectos de “envolver” grandes monumentos, con “sábanas” de plástico transparente, nace de esa matriz, dramática.
Christo consiguió huir e instalarse en París, donde encontró a la mujer de su vida, Jeanne-Claude Denat de Guillebon, en 1958. No se separarán nunca. Christo será la “firma” para buena parte de la obra común, desde hace décadas. El primer Christo, emigrante, comenzó trabajando con la escuela francesa de los Nuevos Realista, una versión crítica y local del “pop” USA. Con la intervención militar rusa en Berlín, en 1961, y la construcción del legendario y ensangrentado Muro, comenzó el primer proyecto de “land art” de la pareja que formaban los Christo: propusieron “cerrar” e “incendiar” la parisina rue / calle Visconti, una calle con muchas galerías de arte. Aquel proyecto no pudo realizarse. Pero comenzaba una carrera internacional.
Los Christo terminaron huyendo a Nueva York, desde donde trabajaron en varios continentes, en la magna estela de un “land art” que tuvo muchos otros teóricos y activistas, Robert Smithson, Robert Morris, Nancy Holt, Dennis Oppenheim, Walter De Maria, Michael Heizer, entre otros. Jean-Claude y Christo terminaron por rechazar la “marca», estimando que su obra escapaba al sentido último de esa “apelación” de la crítica artística. Durante medio siglo corto, sus proyectos tomaron proporciones monumentales, definitivamente.
Hasta la muerte de Jeanne-Claude, en 2009, Christo y su esposa consagraron su vida a concebir y realizar, en muchos casos, proyectos espectaculares. “Envolver” parte de una costa australiana (1968 – 69), un valle en Colorado (EE. UU., 1970 – 72), un espacio público en California (1972-76), el parisino Pont-Neuf (el puente más antiguo de París, 1980 – 83), el Reichtag de Berlin (1972 y 1995), puentes del Central Park neoyorquino (2005), un “lago” londinense (2016 – 18), entre un muy largo etcétera.
Si la pandemia y su muerte no lo hubiesen impedido, Christo hubiese podido “empaquetar” el Arco del Triunfo, en la parisina plaza de la Estrella, construido a mayor gloria de las ambiciones imperiales de Napoleón. Aplazado, el proyecto no podrá realizarse.
El parisino Centro Pompidou, debía presentar, en fecha todavía desconocida, una suerte de “retrospectiva” de las maquetas de los grandes proyectos realizados y no realizados de los Christo. ¿Cuál fue, era, y pudiera ser el “sentido” de su visión íntima del “land art”, apelación rechazada por la pareja?
Los Christo también rechazaban las nociones convencionales de “arte”, “mercado”, incluso “cultura”. Para ellos, sus creaciones eran algo así como “acciones” efímeras: envolviendo monumentos públicos en plástico o “mantas” de otros materiales, los creadores tenían la secreta aspiración mesiánica de refutar la historia. “Envolver” el Reichtag no dejaba de ser una manera de “refutar” durante una temporada las sombras negras que se ciernen sobre los fantasmas de ese edificio emblemático de la historia alemana. “Envolver” el parisino Arco del Triunfo podría recordar a Francia y los franceses la dimensión ensangrentada de la epopeya militar bonapartista. El coronavirus impedirá tan ambicioso proyecto.
Arte.
José says
Christo vive en todas partes. Todo esta envuelto. El arte el mercado la cultura esta en manos de Amazon Globo Corte Ingles…vale mas la mayoria de las veces lo que envuelve que el contenido. Todo se puede envolver y vender. Arte y vida efimeros y caducos. Usar y tirar. Una riqueza destructora para una vida cada vez mas precaria. Christo dio en el clavo
Ni capitalismo de Estado ni Estado de los capitalistas objetivo para que no se realice la utopia de la democracia sin siervos. Ni libertad para poder tener esclavos ni igualdad para uniformar a los pueblos. Solo una democracia sin esclavos no podria ser envuelta. Un arte efimero para denunciar la alienacion de un mundo envuelto en plastico.
JP Quiñonero says
José,
Algo así, claro. Amén.
Queda siempre, en el aire, el tufo de la Kultureta cubriéndolo todo con su ignorancia, su publicidad, sus personajillos impartiendo doctrina a tanto el sueldo / subvención… pero, bueno, esa es ya otra historia…
Q.-
Irene says
El mejor obituario leído por aquí, que lo de Notre Dame completa y engrandece incluso más que el Arco de Triunfo y sus resonancias nazis y es mucho decir
JP Quiñonero says
Irene,
Qué ilusión, tus palabras, tan generosas.
Bueno… viejas historias…
Palanteeeeee..!
Q.-
Fina says
¡Ay, Quiño!
Me cuesta entender el arte contemporáneo y dicen que el arte es un reflejo de la sociedad. ¡Menudo desconcierto con lo de sus múltiples interpretaciones! Parece que sólo pretenda impactar y denunciar…
Como dice Josep: «Un arte efímero para denunciar la alienación de un mundo envuelto en plástico».
Y un buen negocio, al parecer. Si te apetece, ya nos hablarás de esa «otra historia»…
Buenas noches a todos/as.
JP Quiñonero says
Ay, Fina,
Lo del arte «contemporáneo» (¡cómo si pudiésemos ser otra cosa que contemporáneos de nosotros mimos..!) NO tiene arreglo.
Lo mejor es que cada cual siga su camino y sensibilidad. Y no se complique con los galimatías que cuentan los periódicos, un horror, las más de las veces.
En este caso… pasar a esa «otra historia» sería larguísimo y sospecho que tedioso.
Ala, con la música a otra parte. Con sus subvenciones se lo coman.
A lo tuyo, Fina,
Q.-
Fina says
Quiño,
Si tú dices que no tiene arreglo, me lo creo.
Que cada uno disfrute con lo que realmente le guste, sin dejarse influenciar por corrientes y modas…
Por el tiempo que nos queda… 🙂