Place Charles-de-Gaulle / Place de l’Étoile – Arco del Triunfo – Arc de triomphe, 18 junio 2020. Foto JPQ.
La presidencia de Emmanuel Macron entra en una “nueva etapa”, quizá la última.
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El cambio de primer ministro y Gobierno, iniciado a paso de carga el viernes día 4, aspira a ser un “aldabonazo” con este objetivo estratégico: “Reunir a la Nación en torno a un gran proyecto de reconstrucción social, económica, local y medio ambiental”.
“Nueva etapa” iniciada con un “decorado” de tragedia nacional: el Tribunal de Justicia de la República (TJR) decidió el viernes abrir una investigación sobre el comportamiento de Édouard Philippe, ex primer ministro, Olivier Véran y Agnès Buzyn, ministro y ex ministra de Sanidad, para intentar esclarecer su comportamiento antes y durante la crisis de la pandemia.
La apertura de la investigación judicial no prejuzga la evolución del caso, pero anuncia largos meses de investigaciones contradictorias e inflamables sobre las eventuales responsabilidades penales (¿?) de unos y otros.
Escenario judicial negro para una “nueva etapa” presidencial puesta en escena con el rigor de la dramaturgia clásica.
En la magna tradición nacional del reformismo centralista / autoritario, la de Luis XIV, Napoleón, Charles de Gaulle y Valery Giscard d’Estaing, Macron, su esposa y su guardia pretoriana, orquestaron desde el Elíseo la crisis de gobierno, “dictando” a unos y otros el papel que cada cual debía jugar en la escena pública.
Entre la tarde / noche del jueves y la muy primera hora del viernes, Macron anunció personalmente que Francia estaba llamada a vivir “horas muy duras”, que culminarán con un “otoño difícil”, consecuencia de la prolongación de la crisis sanitaria y las ramificaciones de las crisis judiciales, sociales, económicas y finalmente políticas.
Esbozada con precisión la escena del drama, los primeros actos se sucedieron a un ritmo muy vivo.
Poco antes de las diez de la mañana, el Elíseo anunció con un breve comunicado que Édouard Philippe, primer ministro, había presentado su dimisión, aceptada sobre la marcha. La vida política nacional quedó provisionalmente paralizada. Asamblea Nacional y Senado suspendieron sus trabajos. Los miembros del Gobierno se recluyeron en sus despachos, a la espera de acontecimientos.
Apenas dos horas más tarde, segundo acto del drama. El Elíseo transmitió a la prensa acreditada un brevísimo comunicado de dos líneas cortas: Jean Castex había sido nombrado primer ministro, jefe de Gobierno.
Un primer ministro conservador europeísta, alcalde de una gran ciudad industrial, marítima, era sustituido por un conservador tradicionalista, alcalde de una pequeña ciudad rural, Prades, en la Cataluña francesa. “Así es Francia, en su diversidad”, comentaría con precisión clínica el nuevo primer ministro francés.
Siguió un primer entreacto de cinco horas cortas. El tiempo necesario para que Philippe hiciese sus maletas y paquetes para recibir a su sucesor en el palacio de Matignon, residencia oficial de los jefes de gobierno en la V República.
Antes que Philippe y Castex intercambiasen las amabilidades propias de una transmisión de poderes, Macron dictó con precisión el nuevo escenario político concebido por el jefe del Estado, en la soledad suprema de su despacho personal, en el Elíseo.
Escenario transmitido a la prensa acreditada, con este breve comunicado: “El nuevo gobierno deberá poner en práctica la nueva etapa del mandato presidencial, con un proyecto de reconstrucción social, económica, social y medio ambiental”.
Dictado el escenario, Philippe y Castex, los dos grandes actores que protagonizaban el tercer acto del drama, encarnaron la escena con cierta gallardía.
Philippe hizo mutis por el foro, entre una salva de calurosos aplausos, saliendo del palacio de Matignon ungido con la aureola de un prometedor hombre de Estado.
Castex hizo su entrada en el foro con el rigor de un gran actor que conoce desde siempre el laberinto de los pasillos del poder supremo, desbrozando, con un primer monólogo, la trama de los próximos actos de la tragedia nacional.
“La crisis sanitaria no ha terminado”, advirtió Castex, agregando: “La crisis económica y social ya están aquí. Las prioridades deberán evolucionar. Y adaptarse. El jefe del Estado nos ha recordado lo esencial: será necesario unir a la Nación, para luchar juntos contra esta crisis que llega para durar”.
Actor dramático y actor político, en el proscenio de la escena nacional, desde ayer, Castex insistió en una urgencia indispensable para evitar caer en el pozo negro del inmobilismo: “Será necesario continuar las reformas iniciadas por el presidente de la República y debemos proponer soluciones más solidarias”.
La instalación de Castex en el palacio de Matignon, como primer ministro, pone fin a los primeros actos del drama. Primer ministro y presidente deben consagrarse, sábado y domingo, como mínimo, a la formación del nuevo Gobierno, que deberá responder a urgencias locales, nacionales, europeas e internacionales.
Las elecciones municipales han confirmado que Macron y su partido no tienen implantación sólida. Castex será invitado a rodearse de hombres y mujeres con cierta implantación municipal.
Macron anunció días pasados la convocatoria de los grandes referéndums ecológicos… la ruralidad y la Francia profunda tendrán que “inventar” un modelo macroniano de “ecología responsable”.
La reconstrucción nacional está muy necesitada de fondos económicos europeos… el nuevo Gobierno francés deberá ser visible y comprensible en el seno de una Unión Europea (UE) bajo tutela disciplinaria alemana.
Macron ha lanzado numerosos llamamientos a la “reconstrucción europea”, paralela a la “reconstrucción nacional”. Reconstrucciones que chocan con un rosario de tensiones trasatlánticas, en el Mediterráneo, donde la influencia militar de Turquía, en Libia, frente a las costas italianas, francesas y españolas, está chocando de manera frontal con la visión francesa del “nuevo orden” europeo.
El problema no son los representantes son las propias estructuras del país lo que necesita cambios. Macron llego con la idea de la revolucion antirousoniana pero las avenidas de coches se llenaron de chalecos amarillos negros rojo pidiendo lo imposible volver a los años gloriosos de Francia. Pero es imposible todo esta automatizado no se necesitan politicos las tecnologias sustitiyen el trabajo por la ocupacion pero todo entra en crisis los turistas los actores los espectaculos politicos musicales religiosos deportivos…y las multitudes ocupan las calles. Podran conseguir que vuelvan a sus casas a ocuparse con sus ordenadores smarts y sus pequeñas disnelandias y se olviden de la calle. Ciudades automatizadas y radiales para un no futuro ciudadano. La ciudad perfecta e inmovil para los no ciudadanos
y la inercia del fin del estado espectaculo para los no politicos. O China o Libia. La angustia de tener que elegir.
Jose,
Pues vaya usted a saber… Por sus obras los conoceréis… y el futuro pinta tirando a negro. Veremos,
Q.-
¡Ay, Josep!
Entre tantos cambios, angustia y escenas dramáticas, no nos quedará otro refugio que contemplar la inmensidad de los cielos, las estrellas, la luna…y este cálido INFIERNO.