Suma y sigue…
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Juan Pedro Quiñonero. El cine comienza con Goya. Madrid. Cátedra.
Coincidió la que iba a ser la presentación de este libro con el confinamiento a causa del Covid-19. Aquella fiesta mutó por una simple llegada de libros a los lugares de venta sin la parafernalia con la que se rodea a los libros importantes y en meses posteriores. Es este un libro desde importante a necesario porque responde a las necesidades de quienes se dedican a la historia, a la literatura y a la imagen. Es este un libro que viene a cubrir un hueco en estas tres materias que son las que, en definitiva, ocupan a Juan Pedro Quiñonero (Totana, Murcia, 1946), corresponsal de ABC en París, el decano de los corresponsales de prensa españoles.
Con ocasión de la publicación de alguna de sus últimas novelas, en las que hacía manifestación de su afición a la imagen, como en Dark Lady, ya hicimos en Puente Atlántico algún escrito relacionado con las teorías del autor murciano−parisino a las que viene dedicando libros y otros escritos desde los años ochenta del pasado siglo. Jordi Amat lo resume así: «Quiñonero planteaba una revisión integral de la cultura española: una cultura política encima de la cual se ha fundamentado el nacionalismo uniformizador español. Reventaba la moral del canon y, a través de la noción de arquitectura espiritual, proponía la reconstrucción de un solar hispánico auténtico: una casa común donde todas las tradiciones literarias peninsulares convivían enriqueciéndose». Quizá sea un propósito que se acerca a la utopía, porque tal vez esté cerca de lo inconseguible el pensar en un lugar ideal en el que todo esté bien y la perfección sea alcanzable. Aunque es posible que de lo que se trata es de romper el discurso único y además oficial y hacer pensar que hay otros enfoques que evitarían o solucionarían los males endémicos de la política y la convivencia peninsular. Iba a decir española pero ya hay gente que, viviendo en el mismo territorio, afirma no ser español sino nacionalista vasco o de tal otra parte de la nación que se intenta desmembrar.
No es la vez primera que JPQ se ocupa de Goya. Partiendo de los grabados, aparecen en 2013 (Confluencias) seis ensayos, cada uno en un tomito, que vienen a diagnosticar la situación política de España entre finales del siglo XX y comienzos del XXI, debido al mal gobierno de este país por personajes no preparados para ello. Esos ensayos servirían para su intento de la situación española que lleva ya demasiado tiempo en el infierno del que hablaba A. Rimbaud, y de ahí no se va a salir hasta que el interés general sea lo suficientemente creativo para que salga fortalecido frente a los intereses partidistas y de otra índole, a los que apenas les importa cuál sea la solución de este conflicto de España, porque España no les importa, porque, para ellos, es la causa de sus desenfoques ideológicos. Todo esto eran palabras, era teoría, era la explicación de un hecho real que significaba la decadencia de España dentro de la decadencia general de Europa y otros intereses espurios.
Ahora, aunque la estructura compositiva sea independiente y, cómo no, original, forma parte de esa teoría general que viene manteniendo tiempo ha, no como regeneración, sino como reconocimiento de la situación y el interés en su solución. Pero ni los nacionalistas ni los nuevos anticonstitucionalistas están por la labor: es un duelo a garrotazos.
Con significativas palabras, «mis textos sobraban», JPQ se da cuenta de que el relato visual de los grabados de Goya es más profundo que su escrito porque participa de lo visual y entiende que la elaboración de las series de grabados hay que aceptarlas o definirlas como una secuenciación visual de una historia presentada como si fuera un pliego de cordel. Y conjetura que esa realización, que se podría iniciar con las ilustraciones medievales, culmina con Goya y los recursos técnicos que precedieron a la fotografía: «Presentando sus Caprichos (1799), el mismo Goya evocó por vez primera su proyecto de creación de un idioma universal, mudo, sin palabras, a través de varias secuencias de imágenes».
Así que, teniendo como base esa aseveración, en una serie de veintiún ensayos independientes, pero unidos por su significado, por la temática, por el tratamiento, por el enfoque, porque parecen distintas manifestaciones de un mismo punto de vista, muestra su teoría a través de los grabados, de determinados filmes y de directores concretos que, según JPQ, contribuyen a la elaboración espiritual del país que es el lugar en el que se concretiza la solución al problema de la convivencia entre lugares de un mismo país que buscan tradicionalmente la ruptura, la independencia, el formar parte de otra realidad que quizá no tenga sentido.
Así pues se puede unir y racionalizar por las causas que expone en cada capítulo, cosas que pueden parecer dispares, pero que alcanzan un nivel de cohesión alto: Goya (Miedo a volar) con Frizt Lang (Metrópolis). Todos son significativos directores y extraordinarias las películas que manifiestan un nivel de comprensión dado que o se ocupan de temas universales o parten de su conocimiento de Goya. El fin de tal escrito es el mismo de siempre: renovar el equipamiento espiritual y cultural de España como solución a sus problemas dentro de otra entidad mayor como es la europea.
Señala también la relación entre Goya (Mujer dormida) y Buñuel (La edad de oro). O de Goya (El quitasol) y Néstor Almendros (Rohmer). Goya (Aún podrán servir) y John Huston (Hágase la luz). Pura inteligencia e intelectualidad, por no citar más ejemplos, como pueden ser Goya (El entierro de la sardina) y Orson Welles (Mr. Arkadin).
Además de este atractivo enfoque, original por supuesto, la prosa ágil del periodista ayuda a la lectura, pues es un texto plagado de erudición, de conocimiento cinematográfico, de conocimiento de la imagen. Todo esto, que podría indisponer al lector, se convierte en elementos de atracción porque todo gira y gira sobre el verdadero problema que en tantos de sus libros anteriores ha analizado. Ahora añade novedades, como entender que la fotografía ilumina muchos territorios y sirve «para dialogar y reflexionar sobre la creación y la vida: la pintura y la fotografía son herramientas de reflexión».
Cada quien que escriba una reseña lo hace desde su punto de vista o del conocimiento que tiene del autor y de la obra anterior. Si solo se lee este libro de JPQ, el lector va a quedar satisfecho porque el libro da más que promete el título. Pero, si se lee en profundidad, si se hace una «sobreinterpretación» de la lectura, quien se acerque a ella desde una postura espiritual y cultural no tendrá más remedio que bucear en otros títulos de JPQ para extraer todas las conclusiones posibles de las cuestiones filosóficas y político−convivenciales que lleva tanto tiempo planteando, tanto tiempo que sobrepasa ya una temporada en el infierno, un blog cuyo seguimiento significa la continuidad de un itinerario espiritual no solo relacionado con España o País sino con Europa como casa común → ALDEEU.
El cine comienza con Goya / Quiñonero.
El cine en tiempos del coronavirus … de Goya a Scorsese, pasando por Hitchcock y Los Asesinos.
El cine comienza con Goya … cocinilla de esa historia.
Día del Libro, Sant Jordi, en tiempos del coronavirus… vistos por Goya, el cine y Quiñonero.
Juan Pedro Quiñonero nos explica la crisis del coronavirus a través de Goya
Goya.
Cine.
Carole says
Todo eso suena muy bien, qué envidia. Sanota envidia, vaya.
JP Quiñonero says
Carole,
Bueno, a nadie le amarga un dulce, digámoslo así,
Q.-
Fina says
Quiño,
Que te dediquen muchos dulces… y veas premiadas y valoradas tus obras.
Buenas noches a todos/as.
JP Quiñonero says
Encantado, Fina…
Palanteeeee..
Q.-
Irene says
Buena lectura de este libro excelente (lo repito), un ensayo muy bueno. Del comentario se agradece la visión de conjunto de tu obra y el lugar que ocupa este Goya y el cine. Bravo.
JP Quiñonero says
Irene,
Ah qué ilusión … bueno, si, JLM recuerda otras de mis cosas… detalle que le y te agradezco, faltaba más.
Palanteeeee..!
Q.-