Saint-Denis, 9 septiembre 2020. Foto JPQ.
“Decíamos ayer…”: Los “laboratorios” de Bobigny y Sarcelles permitían “anticipar” y “comprender” la decapitación de Conflans-Sainte-Honorine.
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Suma y sigue:
ABC, Tres muertos y varios heridos en un ataque terrorista con cuchillo en una iglesia de Niza.
Tragedia que también ilumina este proceso histórico:
En Francia, la gangrena islamista se ha transformado en un monstruo de mil y una cabezas, que pueden devorarse, entre ellas, con cierta frecuencia.
El 46 % de los 5 / 6 millones de musulmanes franceses (en un país de 67 millones de habitantes) estarían “secularizados”, y la religión “no ocuparía ocuparía un puesto significativo en sus comportamientos”.
Sin embargo, muchos de esos musulmanes “laicos” están acosados y deben vivir “al margen”, si no desean sufrir la “cólera” no solo verbal de los musulmanes “piadosos”, partidarios del “castigo” de los “incrédulos”.
Otro 25 % de los musulmanes franceses sienten una suerte de “orgullos islámico”, reivindicando su fe en la escena pública. Son musulmanes muy visibles e influyentes, con un afán proselitista que puede ser inquietante.
Otro 28 % de los musulmanes franceses serían “ultras”, estimando que sus “valores religiosos” son “superiores” a los valores y leyes del Estado republicano. Un 50 % de los musulmanes jóvenes se encontrarían entre los “ultras”. Se trata de la mayoría relativa más inquietante. Presentan un frente más o menos dividido, pero peligroso. Son el corazón podrido de la gangrena islamista francesa.
Las divisiones teológicas también influyen en la falta de integración de los musulmanes franceses. La gran mayoría son sunitas, entre un 80 y un 90 %. La minoría chiita representaría un 2 o un 3 %. El resto de los musulmanes franceses estarían divididos en muy diversas “hermandades” y “cofradías”, mayoritariamente integristas. Esa división “teológica” tiene flecos inquietantes. El islam permite una “libertad” temible: cualquier creyente es “libre” para auto proclamarse imán, dictando sus propias “leyes”, que puede difundir a través de las redes de com. e incomunicación social.
A las divisiones “teológicas” y de “sensibilidad individual” es necesario añadir las divisiones geográficas, excepcionales.
Según las cifras oficiales (2019), el 46,5 % de los inmigrantes residentes en Francia nacieron en África, un 12,6 % en Argelia, un 12 % en Marruecos, el 4,5 % en Túnez. A ese islam francés de origen magrebí se suma desde hace años la inmigración musulmana de origen turco, checheno, y pakistaní, que ha comenzado a crecer durante los dos últimos años, en unos términos mal conocidos estadísticamente.
Entre los inmigrantes de las generaciones que llegaron a Francia, a partir de los años 70 del siglo pasado, la primera seña de identidad de argelinos, marroquíes, tunecinos, era la lengua (árabe coloquial, beréber). A partir de los años 80 del siglo pasado, la seña de identidad religiosa comenzó a cobrar una dimensión creciente.
Los más recientes inmigrantes chechenos y pakistaníes se definen muy mayoritariamente por sus “convicciones religiosas”, mayoritariamente integristas.
Ese “arco iris” de las mil y una cabezas del monstruo islámico francés tiene muchas dimensiones amenazantes.
Una minoría de imanes partidarios de la integración, en feudos simbólicos importantes, como Drancy, al norte de París, o Burdeos, en el sur oeste, están amenazados de muerte por grupúsculos islamistas juveniles y ultra radicales.
Se trata de una suerte de “guerra civil religiosa”, más o menos “fría”. El presidente de la Gran Mezquita de París, una institución histórica, también ha sido amenazado de muerte. Varios de los inculpados en la trama de la decapitación de un profesor, en Conflans Sainte-Honorine, tenían relaciones “fraternales” con grupúsculos religiosos y mafiosos, utilizando la “religión” como arma de combate contra “laicos” y musulmanes considerados como pacíficos.
Otras minorías islamistas radicales, como la minoría ruso / chechena, tiene muchas relaciones crapulosas con bandas de traficantes mafiosos, en la mejor tradición del crimen organizado, del tráfico de armas al atraco a mano armada.
Las divisiones y enfrentamientos entre las distintas cabezas del monstruo islamista han crecido de manera amenazante con la llegada de musulmanes de distinto origen geográfico.
El joven pakistaní que intentó degollar a dos franceses, a finales de septiembre, ante la antigua redacción del semanario Charlie Hebdo, se había educado en la obediencia ciega a una secta musulmana sufí. A través de las redes sociales, podía seguir los “mensajes” difundidos al norte de Pakistán.
El ruso / checheno que decapitó a un profesor, en Conflans Sainte-Honorine, hace dos semanas, tenía convicciones “religiosas” igualmente demenciales, pero de distinta procedencia “teológica”.
El autor de la matanza de Niza, el jueves, había nacido en Túnez y entró en Europa a través de Italia, desde donde se “instaló” en la Costa Azul, en contacto con musulmanes de origen magrebí, fanatizados a través de la delincuencia común y las campañas islamistas difundidas a través de internet. ABC, El islam radical en Francia, un monstruo de mil cabezas.
Las campanas de todas las iglesias de Francia doblan por los muertos del atentado yihadista de Niza.
La Gran Mezquita de París vista por Léon-Paul Fargue y Quiñonero.
Samuel Paty, héroe y mártir francés, admirador de Nadal y la música arábigo andaluza.
Macron en la Sorbonne: educación y cultura vencerán a la barbarie islamista.
Macron en Bobigny, movilización total contra la barbarie islamista.
Bobigny… la banlieue, entre incendio e incendio 16.
Francia en pie contra la barbarie islamista.
Crece el islamismo radical en Francia, cinco años después del atentado contra Charlie Hebdo.
La nueva Francia multicultural, semillero de violencias y tensiones … Bobigny, Saint-Denis.
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