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MR, ¿? Foto Raphaele Demandre.
Descubrí y presenté en España la obra de Matthieu Ricard hace años, con motivo de la publicación de un libro de diálogos con su padre: Le moine et le philosophe, Jean-François Revel y Matthieu Ricard Revel, 16 mayo 1997, ABC Cultural.
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Ha pasado el tiempo y … Matthieu Ricard (Aix-les-Bains, Francia, 1946), ensayista, científico, intérprete oficial del Dalai lama, quizá sea el monje budista más célebre del mundo: su obra ejerce una influencia significativa en Europa y buena parte de Occidente.
Hijo de Jean-François Revel, el gran patriarca del pensamiento liberal francés, escribió con su padre una obra de referencia, un diálogo de fondo entre la gran filosofía europea y el pensamiento filosófico budista, Le moine et le philosophe (1997).
Siempre en contacto y dialogando con la actualidad más dramática, Ricard acaba de publicar un nuevo ensayo, traducido al español, “¡Viva la libertad!” (Editorial Arpa), escrito en colaboración con Christophe André y Alexandre Jollien, un “best seller” internacional que plantea esta pregunta esencial: “¿Cómo vivir y enriquecernos resistiendo contra las crisis de nuestro tiempo..?”.
Parte de nuestro diálogo telefónico:
–Uno de sus libro se abre con una cita de Gandhi: “La libertad exterior que alcancemos dependerá del grado de libertad interior que hayamos adquirido…”… Sin embargo, en nuestro tiempo, asistimos a una inquietante ascensión de regímenes “iliberales” y autoritarios. Tengo la impresión que la vida interior, la vida del espíritu de los individuos, está gravemente amenazada.
-Cierto. Debe usted recordar que la libertad interior y la libertad exterior comienzan de la misma manera: con la existencia y respeto de las libertades básicas. La libertad interior comienza luchando pacíficamente por la lucha en defensa de todas las libertades.
–En nuestro tiempo, esa lucha también puede iluminar temibles fuerzas que también amenazan nuestra libertad, física, material, espiritual.
-Así es… cuando los individuos se dejan arrastrar por el odio, la intolerancia, la violencia, esas fuerzas nos convierten en esclavos de esas pasiones, una suerte de esclavitud del mal.
–Si lo entiendo bien, nuestra libertad comienza con la resistencia contra las pasiones tristes de las que hablaba Spinoza, el odio, la sed de venganza, la maldad, opuestas a las pasiones alegres, del arte de vivir a la admiración de todo lo creado.
-Sin olvidar que ese arte de vivir del que usted habla también comienza por la defensa de la libertad y la armonía de vivir en una sociedad más justa y equilibrada.
–La pandemia coincide con ataques de locura destructiva, individual y colectiva.
-Efectivamente. Pero no olvide que las grandes crisis sanitarias de las últimas décadas, de las vacas locas a la propagación del sida, también coincidieron con desarreglos profundos de nuestro comportamiento con la naturaleza. Nuestra locura colectiva coincide con un comportamiento destructor contra nuestra naturaleza, nuestro medio ambiente.
–Un comportamiento que me parece positivo, ante las tragedias en curso, son los homenajes nacionales de Francia al profesor decapitado, Samuel Paty. El presidente Emmanuel Macron recordó el puesto capital de la enseñanza de la lengua, la cultura, en la escuela, matriz de la formación del diálogo y la libertad de futuros ciudadanos libres y responsables.
-Efectivamente. Samuel Paty hizo lo que todo hombre libre, todo maestro, debe hacer y poder hacer en un país civilizado: abrir un debate, expresar sus ideas y ponerlas en perspectiva. Es más urgente que nunca que los representantes de todas las religiones declaren, alto y vigorosamente, que es totalmente inadmisible matar en nombre de ninguna religión, en ninguna circunstancia. La barbarie es incompatible con el amor al prójimo.
–En ese sentido, temo que no hayamos avanzado mucho.
-No. Hace algún tiempo, participé en el Foro Económico Mundial de Davos, donde Desmond Tutu, obispo, pacifista, premio Nobel de la paz, declaró: “Ninguna religión afirma que es admisible matar”. Cuando escuché aquella frase me apresuré a proponer que los representantes de todas las religiones presentes en aquella reunión internacional firmásemos una declaración común, sin equívocos, condenando la persecución y las matanzas, destinada a los fieles de distintas religiones… se abrió una discusión… se manifestaron muchos puntos de vista, pero, finalmente, no hubo declaración común condenando la violencia y el crimen.
–Usted aconseja “admirar y maravillarse” ante todas las cosas de la creación, pero ¿cómo maravillarse ante nada cuando la pobreza crece de manera inquietante y todos somos víctimas de nuestra angustia diaria?
-La primera maravilla es la libertad para poder contemplar y admirar, amar, todas las cosas creadas. Ese anhelo de libertad es una fuerza espiritual y su defensa es un primer motivo de admiración.
–Si lo entiendo bien, la ecología del espíritu es indisociable de la ecología “convencional”.
-Sin duda. Quizá sea necesario defender, también, una ecología de la libertad. Cada cosa a su tiempo. El respeto de la vida humana, la construcción de la libertad, son tareas que merecen gran respeto, dignas y necesarias de estímulo, material y espiritual.
–¿De qué manera pueden la literatura, la cultura, los libros, incluso la gastronomía, contribuir a salvar nuestras sociedades, amenazadas?
-Sabemos, con precisión, que la invención de la imprenta contribuyó a mejorar nuestras sociedades. Las grandes obras de arte y del espíritu hacen más grande nuestra visión del mundo. Los libros nos descubren nuevos mundos. El arte de comer y respetar las cosas creadas también es una forma de amar y maravillarse ante la realidad. No se mata a un amigo para comer. Todas las cosas materiales e inmateriales de la creación forman parte de la armonía universal que debiera ser nuestro objetivo último. ABC, 14 noviembre 2020, Matthieu Ricard: “Nuestra locura colectiva coincide con un comportamiento destructor contra nuestra naturaleza”.
Ha muerto Jean-François Revel.
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