Boulevard Saint-Germain, 28 noviembre 2019. Foto JPQ.
Escritora parisina en Lipp, Saint-Germain, cuando llega la noche.
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Francia vive una epidemia aguda de grafomanía, “manía irresistible de escribir”, obligando a los principales editores nacionales a pedir socorro ante una avalancha creciente de manuscritos a la espera de su publicación “urgente”.
A primeros de abril, Gallimard, uno de los principales editores de referencia, difundió este mensaje, a través de su cuenta Twitter: “Teniendo en cuenta las circunstancias excepcionales que estamos viviendo, pedimos el aplazamiento de manuscritos. Cuídense bien. Buenas lecturas…”.
Ante el estupor provocado por tal decisión, sin precedentes, una portavoz oficial de Gallimard hizo esta aclaración: “Desde hace años, recibíamos una media de 30 manuscritos por día. Esa media ha crecido hasta los 50 manuscritos diarios, durante los últimos doce meses. Deseamos respetar y prestar la misma atención a todos los manuscritos, respondiendo a todos los autores. Se trata de un trabajo considerable. De ahí la necesidad de pedir un “respiro”, pidiendo respetuosamente la suspensión de manuscritos”.
Otro editor de referencia, Seuil, recibía, hasta el año pasado, unos 3.500 manuscritos cada doce meses. Durante el primer trimestre de este año, Seuil ha recibido más de 1.200 manuscritos. Un portavoz de la editorial comenta: “Quizá sea un poco demasiado. Todo el mundo puede utilizar un editor y escribir. Sentimos que muchos de los escritores que nos envían sus libros leen poco ellos mismos. De ahí que hayamos comenzado a pedir la suspensión provisional de originales”.
Grasset, Plon, Novice y otros editores viven la misma situación, reaccionado de manera más o menos similar. Dejando de responder al recibo de originales, pidiendo clara o tímidamente que se “aplace” el envío de nuevos manuscritos.
El incremento de la grafomanía aguda ha coincidido con el retroceso de la lectura y con el proceso histórico de lenta decadencia del hábito de leer.
En Francia (68 millones de habitantes), hay oficialmente contabilizados entre 50.000 y 100.000 autores, según se incluyan, en las estadísticas, los escritores de muy diversos géneros: literatura, guiones, cómic, obras escolares y universitarias, ciencias humanas, etcétera. Oficialmente, unos 2.500 autores afirman poder vivir de sus derechos de autor. El resto vive de muy otras actividades.
Mal que bien, cada nueva temporada literaria se publican unas quinientas novedades, entre las que se encuentra un centenar de autores noveles. Durante la pandemia han aparecido varios millares de nuevos autores que intentan publicar sus experiencias, documentos, testimonios, reflexiones, contando su vida íntima o intentando ofrecer “documentos de época”.
Ante tal ataque nacional de grafomanía compulsiva, los editores viven un “atasco” excepcional de novedades, que no siempre llegan a hacerse un hueco en las 9.000 / 10.000 librerías que realizan más o menos el 50 % de sus ingresos vendiendo libros.
En Francia se publicaron (2017 / 2018) 82.313 libros, sumando unos 350.000 ejemplares. Cifra que tiende a bajar. Desde hace décadas, se publican más libros, con cifras de negocios más reducidas. Una tirada media (literatura y ciencias humanas) oscila entre los 4.000 y 5.000 ejemplares.
La Unión Internacional de Editores (UIE) denunció hace años una “decadencia mundial de la lectura”. Según las estadísticas oficiales, el 86 % de los franceses dijeron haber leído al menos un libro, el año pasado. El Centro nacional del libro interpretó el dato como una “tendencia a la baja”: un 14 % de los franceses no leyeron un solo libro durante los últimos doce meses. La decadencia de la lectura parece coincidir con ataques de grafomanía. Vaya usted a saber. ABC, Los editores franceses piden a los escritores que no envíen más manuscritos.
CRISIS HISTÓRICA DE LA CULTURA FRANCESA.
Escritora parisina en Lipp, Saint-Germain, cuando llega la noche.
Jose says
Las casas se llenan de música libros películas discos….y los individuos se encierran en sus pisos pequeñas Disneylandias y pueden vivir en mundos virtuales. Tres mil años de producción dan para mucho en creación de mundos de todo tipo y encerrados con todo este material histórico da para sin salir de casa aventurarse a hacer mundos propios para distraerse y de paso colgarlos en estos nuestros artefactos tecnológicos buscando que alguien se fije y nos felicité en la soledad de este mundo real de paraísos artificiales. Cuando más se niega vivir vidas reales más vidas virtuales podemos vivir. Todo al revés antes se censuraba los productos creativos ahora se impide vivir vidas reales creativas. A escribir pintar cantar grabar drogarse … y lo que haga falta. Es el mundo de cada uno de nosotros y lo podemos y debemos expresar en nuestra soledad solipsista.
La grafomania y la verborrea solo nos pueden llevar a la locura y al suicidio lo intuyo Hegel. Se escribía casi siempre cuando la lechuza por la noche levantaba el vuelo hoy con un buen ordenador se puede hacer música escribir pintar…y dentro de poco lo harán automaticamente sin necesidad de autores solo con algoritmos.
PS. Un artículo que toca la fibra del mercado cultural …y con datos.
JP Quiñonero says
Jose,
Creo que llevas mucha razón. Y temo ser un poco más pesimista, si cabe… «La grafomania y la verborrea solo nos pueden llevar a la locura y al suicidio…» Si solo fuera eso, se trataría de problemas individuales. Temo que la cosa sea más grave… la agravación de un proceso de desertización moral y espiritual…
Q.-