JB. Foto by Waléry (1866-1935), sin fecha. Tarjeta postal,14 × 9 cm. París, Bibliothèque nationale de France.
«La Baker interpreta como nadie la movimentación desaforada de la nueva movilidad, el kinkaju del presente. La Baker, pintada de negro, ya que no es bastante negra, y con el pelo mantecoso, como si fuesen a asar su cabeza, interpreta el patinado de la vida moderna…», Ramón Gómez de la Serna, Ismos (1931).
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«Tengo dos amores: mi país y París», dice una célebre canción de Joséphine Baker. Pero será finalmente Francia quien la instale en su Panteón de Hombres Ilustres, este martes, con una ceremonia solemne presidida por Emmanuel Macron.
Cantante, bailarina, coreógrafa, espía, actriz, maniquí, agitadora de causas «subversivas», presta a arruinarse por defender causas filantrópicas, musa de hombres y mujeres casi tan legendarios como ella, defensora de sucesivos movimientos de los derechos del hombre y la causa de la liberación de los negros norteamericanos, adorada por varios genios, Joséphine Baker, nombre artístico de Freda Josephine McDonald (Saint-Louis, Missouri, EE.UU., 1906 – París, 1975), será la primera mujer negra, nacida en el extranjero, francesa de adopción, que este martes entrará en el Panteón donde la precedieron Voltaire, Rousseau, Víctor Hugo, entre los más grandes hombres de Francia.
Joséphine Baker nació en el seno de una familia modestísima. Su padre, de origen cubano, mestizo, abandonó el domicilio paterno cuando ella era una niña, que contrajo su primer matrimonio a los 13 años, para volver a «casarse» tres años más tarde y volver a separarse de su segundo esposo a los 16, para huir a Nueva York corriendo tras la fama, la gloria, a través de la canción, la música, la danza, el music-hall.
Un diplomático americano la descubrió e invitó a seguirla al París de los años 20 del siglo pasado, con un éxito fulgurante.
Sus primeros triunfos, en Broadway, quedaron pronto eclipsados por la apoteosis de su primer triunfo en París, en el Teatro de los Campos Elíseos, donde su legendaria «Revista Negra» se estrenó el 2 de octubre de 1925. Esa revista la instaló para la eternidad en la historia del music hall y del arte moderno. Ramón Gómez de la Serna quizá fue el primero en consagrarla como gran estrella de un movimiento artístico de vanguardia, el «jazzbandismo», uno de los capítulos más felices de Ismos (1920), la obra canónica en cuestión de vanguardias artísticas del siglo XX.
La «Revista negra» y las revistas que siguieron convirtieron a Joséphine Baker en musa de los grandes creadores cubistas, convertida, al mismo tiempo, en una estrella trasatlántica. En Nueva York, comenzó a colaborar estrechamente con el movimiento Renacimiento de Harlem, junto a Louis Amstrong, Duke Ellington, Fats Waller, en torno a clubs legendarios como Apollo Theather y Cotton Club.
Admirada por Fernand Leger y Alexander Calder (que llegaría a inmortalizarla en una obra célebre, mucho más tarde), convertida en figura fascinante para los públicos parisinos, europeos, neoyorquinos, norteamericanos, la actriz y cantante siguió montando revistas musicales, acompañadas de una iconografía (carteles, fotografías) que forma parte de la historia del arte. De esa época data otra relación importante con el arte español: su versión de «Voluptuosa», del maestro José Padilla, compositor muy importante para comprender un cierto París canónico y desaparecido.
Iniciada una nueva carrera con éxito, como actriz, Joséphine Baker prosigue su carrera entre París y Nueva York, cambiando varias veces de marido y amantes, hombres y mujeres. No son un secreto sus aventuras y pasiones con personajes como Georges Simenon, Le Courvoisier, Frida Kahlo y Colette, antes y después del estallido de la Segunda guerra mundial.
Célebre, la gran estrella no dudó en proponerse y ser aceptada como espía que trabajó durante la guerra para el espionaje francés (de Gaulle) y norteamericano. Con éxito. Siguieron años complejos. La vida sentimental de la actriz continuó evolucionando a un ritmo siempre vertiginoso, no siempre tan feliz como sus compromisos cívicos y filantrópicos.
La Joséphine Baker de los años 50 y 60 del siglo pasado decidió hacer campaña con los sucesivos movimientos de liberación de los negros americanos, culminando con su solidaridad con Martin Luther King. En Francia, un compromiso moral, filantrópico, se tradujo en la creación de una casa familiar para una docena de niños adoptados de varias razas y continentes, en el castillo de Milandes, en la Dordogne. Historia que terminó mal. La actriz se arruinó, perseguida por el fisco. Brigitte Bardot intentó salvar el proyecto original. En vano. Arruinada, Joséphine Baker tuvo que vender su propiedad de mala manera.
El zenit de su gloria coincidió con su más grave crisis existencial. Antigua espía al servicio del general de Gaulle, lo perdió todo. Grace de Mónaco le prestó socorro. Amigos artistas, como Jean-Claude Brialy, salieron en su ayuda. Se celebraron sucesivas galas apoteósicas.
Murió en una pobreza relativa, en un barrio que hoy se llama Chinatown-sur-Seine, instalada en el podio inmortal de las leyendas áureas. Este martes entrará en el Panteón de Hombres Ilustres de la Nación. Emmanuel Macron hará el gran discurso de homenaje. España pudo, como Francia, considerarla, en cierta medida, como una heroína con muchos matices españoles, caribeños. Ramón Gómez de la Serla fue el primero en glosar su puesto en la historia del arte. Alejo Carpentier estudio la importancia de la música caribeña en su obra. Juan Manuel Bonet consagró en el Reina Sofía madrileño su importancia como figura emblemática en la imaginería de las vanguardias. Antonio Castillo Algarra le consagra un puesto importante en una obra reciente sobre Ramón Gómez de la Serna. ABC, Joséphine Baker llena el Panteón de Francia de ritmos vanguardistas e hispano-caribeños.
Ça c’est Paris..! según un señor de Almería, Place Saint-André-des-Arts.
Arte.
Fina says
Quiño,
Disculpa, mi último comentario sobre Joséphine Baker lo edité en otra entrada…
Con la edad una va perdiendo facultades…🙂
JP Quiñonero says
Fina,
Estás en tu infierno… Cool …
Sí, Joséphine Baker fue una personalidad enorme, muy enorme … su gran amor. .. ¡tuvo tantos..! En ese terreno, la veo como una suerte de fuerza seminal … presta a dar, recibir, darse y volver a recibir … supongo que tan inmensa generosidad también le causó mucho dolor … pero tuvo la elegancia suprema de callar esa parte menos visible de su vida…
Me inspira un grandísimo respeto, claro,
Q.-
José says
El Panteón de hombres ilustres estarán por fin acompañados por una belleza negra y solo es empezar primero la Baker después la Bardot la Deneuve… Puede que sus espíritus se animen al ver que se homenajean a mujeres insignes un siglo como los anteriores pero con mujeres. Algo se ha avanzado respecto al diecinueve con estas naturalezas femeninas que alegran las ciudades y ahora el Pateón de hombres ilustres.
JP Quiñonero says
José,
Bueno … entraron otras mujeres, recuerdo a dos …Marie Curie y Simone Veil, que tampoco están nada mal …
La Bardot, lo veo complicado. Hace años que tomó una deriva un poco irritante para mucha gente… La Deneuve… noooo … dicho sea con respeto, pero no, está en otro mundo…
Q.-