Rue des Quatre-Vents, 4 marzo 2022. Foto JPQ.
Josep Roth situó a dos pasos de esa esquina el Hôtel des Fleurs vertes, donde vive en narrador de su novela Beichte eines Mörders, erzählt in einer Nacht (1936, Confesión de un asesino).
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Roth vivió los últimos años de su vida en otro hotel, a menos de quinientos metros de distancia, a dos pasos del edificio donde Baroja escribió una de sus grandes novelas.
Roth está considerado como un muy grande escritor austríaco. También pudiera considerarse y ha sido considerado como uno de los grandes escritores ucranianos del siglo XX.
Deutsche Welle, «Star conductor Oksana Lyniv pays tribute to Ukranian humanist Joseph Roth» → «Joseph Roth was a humanist and an important figure in the relations between Ukraine and German-speaking Europe. His fate reflects the dramatic history of our peoples in the 20th century.»
Roth nació en Galitzia, Galicia de los Cárpatos, en la actual Ucrania occidental, tras una dramática historia de anexiones siempre trágicas. Roth fue uno de los primeros en insistir en el reconocimiento indispensable de la identidad política de su patria natal.
En un artículo publicado en la Frankfurter Zeitung, el mes de noviembre de 1924, Roth afirma que las ciudades sobreviven a los pueblos, a través de las lenguas que hablaban sus constructores y habitantes. En el caso de su tierra natal, el ucraniano, el yiddish (judo alemán), el polaco, el alemán, el ruso, el húngaro. Identidad profundamente multicultural evocada en infinidad de ocasiones en los escritos periodísticos y literarios de Roth.
Quizá no sea un azar, completamente, que Roth esté enterrado en el mismo cementerio que Paul Celan, rumano de lengua alemana, otro testigo capital de las tragedias de que se sucedieron y suceden en las fronteras de la cuenca danubiana y la difunta Austria-Hungría, el imperio difunto presente en toda la obra de Roth y, muy en particular, en La marcha Radetzky (1932).
Tolstói, Roth, el Destierro, los Endemoniados y nosotros… rue de Seine.
Roth en Rusia; Breton en papel biblia.
Irene says
Gracias, muchas gracias, por recordar a Roth y a Gaziel.
El desastre de ahora es también un desastre cultural…
JP Quiñonero says
Irene,
Gracias, graciasss
Efectivamente, la tragedia en curso también tienen dimensiones, de Sevilla a Vladivostock, más o menos,
Q.-
José says
Una época que aún podemos encontrar perlas naturales. Después llegaron las cultivadas y las últimas las de imitación. Los escritores de la primera mitad del siglo XX aún hubo unos cuantos que sufrieron enfermedades que les obligaron con su genio a dejarnos verdaderas perlas. Sufrieron leyes eugenesicas campos de concentración hambre guerras dentro de la historia y de las sociedades alcohol y la muerte intentando curarse con sus obras. Ahora solo nos quedan perlas de granja y de imitación. No hay obras que nos puedan curar de nuestras enfermedades todo viene del pasado. Las granjas y las fábricas producen e inundan todos los espacios de obras para que nos olvidemos de todo y suframos sin posibilidad de cura. Es un mundo sin espíritu donde la basura y el fuego aniquilador sirven para crear más basura. Los campos de concentración se han perfeccionado la eugenesia ha llegado a extremos impensables desde hace poco las drogas se administran en cualquier lugar el fuego puede quemar sin dejar cenizas el hambre produce obesidad las enfermedades son artificiales el miedo es engullido por ostras psicopatícas . Job primero disfrutando de perlas naturales para perderlas y sustituirlas por las de imitación. Europa bebé las mismas pócimas que repartía por el mundo ahistorico y tribal según los europeos. Todo ha cambiado y nada es natural es el mundo de los ingenieros mudos y sordos.
JP Quiñonero says
José,
Qué quieres … en vida, Kafka no existía, era un desconocido. No sabemos cuantos genios han escrito o están escribiendo libros importantes, sepultados en la tumba del olvido y la ignorancia, pisoteados por las multitudes lectoricidas…
Q.-