
Rue de Seine, 9 abril 2022. Foto JPQ.
Para ganar en la segunda vuelta de la elección presidencial, el próximo día 24, Emmanuel Macron y Marine Le Pen, los ganadores de la primera vuelta, con un margen del 4,7 %, favorable al presidente saliente, deberán intentar ganar votos a su izquierda, centro y derecha, entre electores que en otro tiempo votaron a las tres grandes familias que dominaron la vida política nacional durante más de medio siglo, comunistas, socialistas y conservadores.
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El hundimiento histórico de Los Republicanos (LR), el PS y el PCF es el campo de ruinas donde Macron y Le Pen aspiran a imponer sus dominios.
Con el 4,79 % de los votos en la primera vuelta, Valérie Pécresse, la candidata de LR, consigue el peor resultado electoral de la historia de las derechas francesas, con una agravante: ese catástrofe ha dividido a su partido en dos bandos… los partidarios de votar a Macron, en la primera vuelta, asumiendo la deuda de 5 a 7 millones de euros, que ha costado la campaña de Pécresse, forzada a pedir socorro públicamente.
Con el 1,74 % de votos en la primera vuelta, Anne Hidalgo hunde el socialismo francés en un hoy sin fondo conocido. El PS está dividido entre partidarios de la «refundación» y los partidarios de crear un nuevo partido, olvidando el socialismo, sustituido por progresismo.
Con 2,31 %, en la primera vuelta, Fabien Roussel, el candidato del PCF, no consigue sacar a su partido de la «tumba» donde se encontraba.
Consagrado a la diplomacia armada de la guerra de Ucrania, el presidente en funciones estuvo relativamente ausente en la primera vuelta. Consciente que no está clara su posible victoria en la segunda ronda, Macron inició el lunes la campaña de la segunda vuelta a paso de carga, en el Norte, en algunos de los pueblos más pobres de Francia, antiguos feudos comunistas, feudos de extrema extrema derecha en la actualidad.
«Vengo a clarificar mi programa, para demostrar que es justo y social», declaró Macron en Denain, ante un grupo de obreros y familias de origen social muy modesto, agregando: «Para ganar tengo que convencer; y para convencer tengo que completar mi proyecto». Traducida a la jerga electoral íntima e inconfesable, esa frase quiere decir esto: «Tengo que ganarme a los obreros que no han votado por mí y ahora votan a Le Pen».
Macron viajará mañana a varias ciudades del Este y más tarde a Marsella, antiguos feudos conservadores, tradicionales, donde Marine Le Pen ha conseguido resultados muy significativos.
Durante varias décadas, Marsella fue un feudo socialista, antes de pasarse al conservadurismo tradicional. En el gran puerto mediterráneo cohabitan y se enfrentan populismos de izquierda y derecha, amenazando las posiciones tradicionales.
En el norte, el este y la región de Marsella Macron también aspira a ganar votos entre los electores más jóvenes, votantes de Jean-Luc Mélenchon, extrema izquierda populista, y de Yannick Jadot, candidato ecologista eliminado en la primera vuelta. El mensaje presidencial es muy claro: «He visto a muchos jóvenes que me dicen que han votado a Mélenchon. Voy a intentar convencerlos, con proposiciones sociales y ecologistas».
Marine Le Pen, por su parte, comenzó el lunes su campaña de la segunda vuelta, visitando un pequeño pueblo, Thorigny-sur-Oreuse, en el departamento del Yonne, en la región de la Bourgogne-Franche-Comté, históricamente agrícola, católica y conservadora.
«Vengo a defender a la gente del campo», comenzó diciendo Le Pen a un agricultor productor de cereales, muy dependiente de las subvenciones nacionales y europeas. La candidata de extrema derecha espera crecer, electoralmente, quedándose con el electorado conservador tradicional (campesino) y el electorado católico, que ha girado parcialmente a la extrema derecha ultra de su rival Éric Zemmour.
Durante los próximos catorce días, Macron y Le Pen proseguirán se campaña de ocupación y conquista de tierras que en otro tiempo dominaron la derecha histórica que hoy representan Los Republicanos (LR, el partido heredero de los patriarcas fundadores de la Va República), el PS y el PCF.
En la primera vuelta, un 36 % de los obreros votaron a Marine Le Pen. Hace más de veinte años que la extrema derecha es el partido mayoritario entre los obreros que en otro tiempo votaron comunista y socialista.
El PCF comenzó a hundirse a mediados de los años 80 del siglo pasado. El candidato comunista consiguió el 2,31 % de los votos el domingo. Agonía histórica y prolongada, que parecer estar llegando a su «fin» (¿?).
En la primera vuelta, el 35 % de los cuadros y el 28 % de los profesiones liberales votaron por Macron. Durante décadas fueron el primer vivero del PS. Hasta la presidencia de François Hollande (2012 – 2017), cuando se aceleró la decadencia del socialismo francés, hoy caído en un trágico 1,74 % de votos.
El 38 % de los jubilados, el 30 % de las personas de 60 a 69 años de edad, y el 41 % de las personas de más de 71 años votaron a Macron en la primera vuelta. Históricamente, ese electorado muy «tercera edad» votó durante muchas décadas a sucesivos líderes conservadores. El domingo, la candidata conservadora, Valérie Pécresse, solo consiguió el 4,79 % de los votos.
Así, las familias políticas que dominaron la vida política francesa, entre 1945 y 2012, conservadores, socialistas y comunistas, comenzaron a hundirse en las presidenciales del 2017, cuando Macron y Le Pen se enfrentaron por vez primera en la segunda vuelta presidencial.
Cinco años más tarde, conservadores, socialistas y comunistas, han continuado hundiéndose: sin líderes de gran estatura, sin ideas convincentes, sin aliados, incapaces de articular nuevas alianzas.
Ante la segunda vuelta, Macron inicia la carrera final con cierta ventaja. Pero tiene menos reservas de votos. Le Pen todavía está «lejos» del Elíseo. Pero tiene más reservas de votos.
Todas las izquierdas han pedido el voto para Macron, contra Le Pen. Pero no será fácil que los obreros más modestos, los funcionarios poco calificados, los agricultores menos favorecidos, voten por el presidente saliente. Esos mismos sectores sociales, y otros, como los católicos tradicionales y los populistas de izquierdas, podrán sentir la tentación de votar por Le Pen. O abstenerse.
Macron ha prometido una «refundación» del paisaje político francés, donde quepan conservadores, centristas, liberales, independientes, socialdemócratas. «Paella» de muy difícil «aliño».
Le Pen propone la «unión» de todos los «pobres y patriotas». Fraseología evidentemente demagógica y populista, en la que pueden «reconocerse» obreros mal clasificados, agricultores mal integrados o víctimas de la mundialización de los mercados, conservadores tradicionales que se sienten abandonados y perdidos en una sociedad multicultural de nuevo cuño. Quizá sea sintomático que los católicos hayan votado mayoritariamente a Le Pen en la primera vuelta. Mientras que los musulmanes franceses han votado a Mélenchon. ABC, Caída libre partidos que construyeron la V República.
El voto de izquierda se refugia en Jean-Luc Mélenchon.
Macron contra Le Pen, sociedad abierta contra búnker ultra nacionalista, en una Francia cuarteada.
La derecha tradicional y las izquierdas piden el voto para Macron.
Macron, Le Pen, entre enanitos perdidos en un campo de ruinas, Europa y Putin.
Las primaveras árabes acabaron con los socialistas arabes ahora o caos o militares o fundamentalistas. Las revoluciones de colores acabaron con dirigentes no bien vistos. Qué ocurrirá con Francia y su democracia. En Alemania se curaron después de la guerra ni comunistas ni fascistas por ley. Hay otras democracias pudientes que votan o A o B parecidos con alguna diferencia. La democracia española llego tarde y mandan los socialistas y grupos de izquierda e independentistas y tienen oposición liberal conservadora católica y otros grupos. Pero la geografía manda Siberia al norte y el Sáhara al sur y Europa en medio. Hay dos grandes espacios para industrializar hacia dónde vamos a ir. El imperio de las islas y los mares también está en crisis como las democracias liberales e iliberales. Aún queda París para elegir el norte o el sur . Eso sí pidiendo permiso antes de entrar. Se acabó lo que se daba. Francia pide que le ofrezcan una salida independientemente de quien gane. O norte o sur. El centro del poder mundial es cualquier punto del planeta Tierra como el centro de la circunferencia infinita. Hay muchos mundos pero están en este como decía el poeta.
José,
Qué decir…
Hay una Francia angustiada que duda preguntándose qué camino tomar… se trata en bastante medida en una encrucijada histórica.
Veremos…
Q.-
Josep,
Todos a la expectativa de ver qué ocurre en Francia y con las democracias de nuestro mundo…
Ya veremos qué decide el centro del poder mundial y los votos de los franceses…
Entretanto, seguiremos escribiendo historia hasta el Apocalipsis…
Bona nit!