Place de la République, 5 marzo 2022. Foto JPQ.
¿Quién ganará la guerra de Ucrania, cómo y cuándo? ¿Es posible derrotar a Vladimir Putin sin humillarlo y amenazar la estabilidad de Rusia, evitando una guerra mundial? ¿Puede el pueblo ucraniano restaurar su plena libertad y territorio nacional, poniendo fin a la tragedia ensangrentada en Europa..?
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Washington, Pekín y las grandes capitales europeas defienden posiciones «asimétricas», con su participación directa, velada o indirecta en los distintos frentes militar y diplomáticos de la crisis.
La elite mundial del pensamiento estratégico, militar y diplomático, está muy dividida e intelectualmente enfrentada sobre esas cuestiones, donde está hipotecado el futuro mismo de Europa como civilización.
Henry Kissinger, patriarca mundial de la historia diplomática y militar, dice que Ucrania debe hacer concesiones territoriales para no humillar a Putin, por estas razones: «Es imprescindible que comiencen unas negociaciones diplomáticas en un plazo máximo de dos meses. Más allá de seis u ocho semanas, la guerra corre el riesgo de agravarse, con unas consecuencias desastrosas para la estabilidad de Europa, a largo plazo. Para poder negociar, es imprescindible que el gobierno ucraniano haga concesiones territoriales». Concesiones que Kiev considera sencillamente impensables.
A juicio de Kissinger, «no hay satisfacción absoluta para todos; y la negociación debe culminar con una suerte de insatisfacción equilibrada». Hace ocho años que el antiguo Secretario de Estado norteamericano advirtió los riesgos del estallido de una nueva guerra europea, en Ucrania, aconsejando, entonces, un plan de paz en cuatro puntos: 1. Ucrania debe poder elegir libremente su futuro nacional. 2. Ucrania no debe entrar en la OTAN. 3. Ucrania debe conseguir la «reconciliación» de todas las partes de su territorio. 4. Rusia debe aceptar la soberanía ucraniana sobre Crimea, que debe «reforzar su autonomía». A juicio de Kissinger la guerra en curso pone de manifiesto el riesgo de agravación de la tragedia «si Ucrania no hace concesiones territoriales».
Anne Applebaum, la gran historiadora norteamericana, especialista emérita en Europa del Este, con domicilios familiares en Washington, Varsovia y Londres, está muy alejada de Kissinger en la cuestión capital. A su modo de ver, «la guerra en curso no puede acabar sin la derrota de Vladimir Putin».
A juicio de Applebaum, «un cese el fuego implicaría concesiones por ambas partes: pero la experiencia histórica y la realidad de la guerra demuestran lo que vale la palabra de Putin: mentiras, crímenes». Mentiras y crímenes, que a juicio de la historiadora, son una amenaza para Ucrania y el resto de Europa: «El comportamiento de las tropas rusas demuestra lo que valen los acuerdos internacionales para Putin. El territorio ucraniano en manos del ejército ruso estaría sometido al terror y los crímenes, riesgos de inestabilidad ensangrentada». Tras esa perspectiva, la historiadora llega a esta conclusión:
«La administración norteamericana sabe perfectamente, que la única solución es la derrota o el derrocamiento de Putin. Esa es la única solución, a largo plazo, para Ucrania y el resto de Europa. Derrota militar, derrota económica. Derrota acompañada de la creación de una nueva arquitectura de seguridad europea».
A caballo entre las dos posiciones «extremas» de Henry Kissinger y Anne Applebaum, Thomas Gomart, director del Institut français des relations internationales (IFRI), estima que Ucrania puede ganar la guerra; y debiera ser el gobierno ucraniano el que «defina» las posibles condiciones de la negociación diplomática con Putin, por estas razones: «La terminología de la «humillación» quizá impide ver con claridad. La humillación es una emoción fundamental. Pero, en este caso, es la Rusia de Putin la que se está humillando ella sola. Es la humillación del violador ante la víctima, tras pasar al acto de la violencia. Quizá sea necesario «inyectar» algo de interés y cálculo. No hay que esperar ningún razonamiento moral o de culpa en Putin: él comenzó la guerra. La cuestión esencial es saber si Putin está en situación de movilizar al pueblo ruso como Volodímir Zelenski ha sido capaz de movilizar al pueblo ucraniano».
A juicio de Gomart pudiera y debiera ser el pueblo ucraniano el que termine (¿?) «definiendo» la posible y todavía lejana «paz»: «Ucrania es hoy un pueblo en armas contra un ejército invasor. Los ucranianos han respondido a Putin con su movilización general, recordando la trinidad de Clausewitz entre el pueblo, la autoridad militar y el gobierno. Tras su heroica resistencia, el pueblo ucraniano está convencido que podrá ganar la guerra. Será el pueblo ucraniano, justamente, quien debiera terminar definiendo las condiciones de la posible negociación con la Rusia de Putin».
Intentando matizar e iluminar la posible evolución de la guerra, Nigel Gould-Davies, especialista de renombre en el International Institute for Strategic Studies (IIEE) de Londres, considera indispensable definir con claridad el objetivo final, desde el punto de vista de los intereses europeos y trasatlánticos: «Debe estar claro que, al final de la guerra, Rusia debe estar en peor posición que antes de comenzarla».
A juicio de Gould-Davies, los «objetivos estratégicos» de Washingnton, Kiev y las capitales más influyentes son, por ahora «bastante vagos». A su modo de ver, es urgente restaurar la unidad ante el objetivo final de la guerra: «Occidente debe comprometerse y comprometer a la comunidad internacional en el apoyo de una agenda colectiva de apoyo a la soberanía e independencia de los Estados contra las agresiones imperialistas. El miedo a una escalada militar no debe evitar que Occidente de nuevos pasos. Rusia ha demostrado una debilidad militar evidente. Esa debilidad no debe hacer más creíble el chantaje nuclear. El miedo a la amenaza nuclear no debe disuadir el combate ucraniano. Ni debe disuadir a los occidentales de su apoyo militar. El costo de la indecisión pudiera ser muy alto. Durante las guerras de Bosnia, las ambigüedades y ausencia de objetivos fue trágica. En 1991, un presidente de la Unión Europea declaró: «Ha llegado la hora de Europa». Aquel conflicto duró tres años y costó 100.000 muertos. Occidente no debe repetir aquel error».
Edward Luttwak, uno de los grandes especialistas mundiales en historia militar, autor de libros de referencia sobre los grandes imperios, de Roma a la URSS, catedrático en la London School of Economics (LSE) y la Johns Hopkins University, considera posible y deseable una suerte de «paz armada» aceptable para Ucrania y Putin, por estas razones: «De entrada, ambas partes han aceptado posiciones de principio esenciales. Zelensky ha aceptado que Ucrania no entre en la OTAN. Y Putin ha aceptado que Ucrania entre en la Unión Europa. Sin duda, ambas partes pueden romper ese acuerdo. O confirmarlo. Es una base de negociación».
¿Cómo negociar la paz a partir de esos principios más o menos hipotéticos? Luttwak responde así: «A través de referendos o plebiscitos: Consultas populares que los poderes públicos someten al voto popular directo para que se apruebe o rechace una determinada propuesta o consulta legal».
A juicio de Luttwak, los plebiscitos «funcionaron», tras la Primera guerra mundial y el Tratado de Versalles, en territorios belgas y polacos. A su modo de ver, la celebración de referendos / plebiscitos en los territorios ucranianos de Donetsk y Lugansk permitiría terminar la guerra: «De esa manera, ambas partes podrían conseguir un beneficio, tras el fin de la guerra».
Luttwak apoya su tesis de un posible fin negociado de la guerra en la «racionalidad» de sus argumentos e hipótesis. Otro gran historiador eminente de la estrategia militar, Lawrence Freedman, profesor emérito en la cátedra de Estudios de la guerra, en el King’s College de Londres, teme en la irracionalidad trágica del comportamiento de Vladimir Putin, apoyándose en una reflexión de un gran filósofo español, mal conocido en España, George Santayana: «El fanatismo, según Santayana, consiste en redoblar los esfuerzos cuando las olvidado los objetivos. Tras el fracaso de sus primeros planos de guerra, Putin, ha insistido en estrategia cruel y devastadora. Comportamiento que hace más difícil conseguir los primeros objetivos, amenazando el futuro de la economía rusa y el carácter imprevisible de la guerra». ABC, El incierto final de la guerra, según analistas internacionales + PDF.
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José says
En una guerra en Eurasia deberían opinar sobre todo los afectados y no sólo los isleños. Bueno los isleños y africanos también. Unos porque se creen los amos del mundo por eso están ahí hay mercenarios de muchas islas sobre todo de aquellas en las que no se puede proteger la vida por culpa de tantas armas de fuego vendidas a la población. Fogeados en las calles especialistas en armas si pagan bien están dispuestos a ir donde manden. Intelectuales asiáticos africanos americanos que ven el problema desde otra perspectiva una mayoría de la población mundial se les niega los canales de información occidentales inaudito para defensores de los derechos humanos los mismos que vieron las orejas del lobo en Dresde con sus aviones en Polonia con sus campos o en Japón con sus hongos. Atrasar la destrucción era el objetivo y ya en las trincheras de la primera guerra mundial se habló de crear una organización mundial para solucionar problemas. Problemas que no desaparecen ni desaparecerán hoy convertida en una ONG que nadie quiere a no ser para apoyar alguna que otra propaganda. Y el meollo del último problema mundial puede estar y seguro que está en África. Quién la industrializara para obtener pingües beneficios. Ahí es donde puede estar la última guerra entre las potencias anglos europeos rusos chinos y otros. África con fábricas sin elefantes ni leones ni monos …y todos viviendo en nuestra gran máquina global.
Colorín colorado este cuento se ha acabado
PS. Tu artículo muy bueno y muy interesante.
JP Quiñonero says
José,
Gracias, graciasssss…
…
Es un lío tremendo. Por otra parte, en Varsovia y en Jerez de la Frontera se ve el mismo problema desde puntos de vista muy alejados, me temo… lo esencial… hay que tener mucho coraje y mucha fe para resistir y defenderse como lo hacen los ucranianos…
A ver…
Q.-
Fina says
Josep,
Me pregunto si es inherente en el hombre el conflicto y la guerra, o si llegaremos a ver tiempos más justos de paz y concordia…
Fina says
¡Ay, Quiño!
Si los especialistas mundiales en estos temas discrepan y no logran ver una salida efectiva y unánime para terminar con esta guerra, no veo luz en el tunel…
Gracias por tu ilustrativo artículo. Siempre aprendiendo con vosotros en este INFIERNO.
JP Quiñonero says
Paciencia y barajar, Fina, sí, todo es complicado y trágico. Vivir para ver … Llevar la cosa lo más serenamente posible, claro, intentando comprender, mal que bien, ay,
Q.-