Place de la République, 11 junio 2022. Foto JPQ.
¿Qué camino tomar..?
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Francia abre hoy una nueva página de su historia política. 48.747.876 electores son invitados a votar, en primera vuelta, a algunos de los 6.293 candidatos que aspiran a conquistar los 577 escaños de la Asamblea Nacional (AN), primera cámara del Parlamento, en la segunda y decisiva vuelta, el domingo 19, cuando el paisaje político nacional habrá cambiado profundamente, con la confirmación espectacular de las extremas izquierdas y extremas derechas populistas, como fuerzas dominantes, en una escena nacional de previsibles y profundas turbulencias.
Emmanuel Macron, jefe del Estado, está solo, en la matriz institucional que debe afrontar desafíos sin precedentes desde la creación del Régimen, la V República, entre 1958 y 1962.
La Constitución confiere al presidente poderes casi absolutos: es la máxima autoridad militar; es el responsable único de la diplomacia nacional; de la política económica, nacional y europea, al nombramiento de los prefectos (representantes del Estado en los departamentos), el presidente ordena y manda, en solitario. El presidente de los EE. UU., el canciller de Alemania, tienen menos poderes solitarios.
Como «contrapeso», relativo y teórico, la Constitución confiere a la Asamblea Nacional (AN) poderes legislativos, que suelen «confirmar» o matizar las grandes directrices presidenciales.
En sesenta y cuatro años de historia de la V República, las elecciones legislativas han elegido siempre, muy mayoritariamente, parlamentos fieles al presidente, pertenecientes a su misma familia política. Solo en tres ocasiones, 1983, 1993 y 1997, los electores eligieron mayorías parlamentarias hostiles al presidente en ejercicio (François Mitterrand, Jacques Chirac). Esas mayorías parlamentarias, de izquierda o derecha, fueron siempre socialistas, centristas o conservadoras por europeas, partidarias de la construcción política de Europa y la solidaridad de la Alianza Atlántica y su organización militar integrada, la OTAN.
Tras la reelección de Emmanuel Macron, el 24 de abril pasado, los franceses son invitados a elegir una nueva Asamblea Nacional (AN), a dos vueltas. En la primera, hoy, los electores votan a todos los candidatos. Quedan los elegidos los candidatos que hayan conseguido más del 50 % de los votos. Solo pasan a la segunda vuelta los candidatos o candidatas que que hayan conseguido un 12,5 % de los votos.
Ese modelo de elección de los diputados tiene una dimensión «perversa»: candidatos y partidos que ganaron la primera vuelta pueden ser derrotados y eliminados en la segunda vuelta.
Los resultados de la elección presidencial y los sondeos y estudios sociológicos anuncian una implosión del paisaje político tradicional, el hundimiento de los grandes partidos históricos de izquierda y derecha, y la división de la nueva Francia política en tres grandes «familias» peleadas a cara de perro de manera permanente: novedades sin precedentes en la historia de la V República.
La nueva Francia política es una Francia muy dividida, fragmentada, angustiada y previsiblemente turbulenta, en la escena nacional y europea, cuando una gran mayoría de franceses han dejado de creer en sus partidos y sindicatos, víctimas de una angustia social profunda, cuyo primer indicador electoral es la abstención más alta desde la creación de la V República, que hoy pudiera ser superior al 50 o 52 % del electorado.
Pascal Perrineau, profesor emérito en Sciences Po., la gran escuela de las elites políticas nacionales, comenta ese dato para ABC de este modo: «Hay una abstención digamos que estructural. Hombres y mujeres que han dejado de creer en los antiguos partidos, los antiguos sindicatos. También hay una abstención de rechazo: electores que protestan contra el sistema de partidos, donde no encuentran respuestas a sus problemas. Hay, así mismo, una abstención de oportunidad: electores que no se reconocen en las propuestas de los candidatos que se presentan en sus territorios. Francia se están quedando sin cuerpos intermediarios representativos. Y Macron se ha quedado solo. Su gran ventaja, la mediocridad de sus rivales. Su gran problema, como gobernar contra los extremos».
Los últimos estudios y sondeos anuncian la división de la nueva Francia política en tres grandes «familias», donde cohabitan, mal que bien, sensibilidades más o menos compatibles.
Renacimiento, el partido de Macron, y su coalición de partidos de la mayoría presidencial, Juntos, pudieran tener el 28 % de los votos, en la primera vuelta. Posible victoria, muy justa.
La Nueva Unión Popular, Ecológica y Social (NUPES), una coalición dominada por La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda populista), liderada por Jean-Luc Mélenchon, pudiera tener un 25 %. El PS queda «eclipsado» y parcialmente «invisible» en NUPES. La nueva izquierda mayoritaria es anti europea y anti alianza atlántica.
Agrupación Nacional (extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, pudiera tener un 18 %, seguida de Los Republicanos (LR, derecha tradicional) con 11 %, y Reconquista (ultra derecha) con 6 %. Otros seis grupúsculos de izquierdas diversas, extremas izquierdas, ecologistas independientes otras oscilan entre el 1 y el 3 % de intenciones de voto, en la primera vuelta.
Tras esos resultados, en la primera vuelta, los mismos estudios y proyecciones, anuncian, para la segunda vuelta, una Asamblea Nacional (AN) inédita y sin precedentes en la historia del régimen.
Según los últimos sondeos, Macron y sus aliados pudieran conseguir, la semana que viene, una mayoría absoluta de 290 a 330 diputados; Mélenchon pudiera conseguir una entrada excepcional con 160 a 190 diputados, con un PS muy bajo; Le Pen haría una entrada histórica en la Asamblea Nacional con 20 o 30 diputados; y la derecha tradicional pudiera retroceder pero teniendo todavía entre 50 y 70 diputados.
Si los sondeos se equivocasen completamente, y NUPES fuese la fuerza parlamentaria mayoritaria, la semana que viene, se plantearía una cohabitación incendiaria, entre un presidente de centro derecha, pro europeo y atlántista, y una extrema izquierda anti europea y anti atlantista.
Si los sondeos solo se equivocasen relativamente, y Macron solo tuviese una mayoría relativa, el presidente tendría que recurrir a los restos de la antigua derecha tradicional, para intentar gobernar con muchos equilibrios.
Si los sondeos se confirmasen, y Macron consigue una mayoría absoluta, ganando las dos vueltas, también se plantearía una escenario sin precedentes históricos: un jefe de Estado de centro derecha, atacado a toda hora por las oposiciones de extrema izquierda y extrema derecha populistas. ABC, Las legislativas francesas anuncian la fractura de la política tradicional + PDF.
Macron y Mélenchon suben, Le Pen se estanca, PS y socialistas invisibles.
José says
Será está una elección de colores como las del este como las primaveras árabes o será un nuevo invento para las pequeñas potencias antes amigas de la superpotencia hoy no se sabe. Las fuerzas telúricas de la tierra deciden quienes son los amigos y quiénes los enemigos. El control de los elementos necesarios para producir el nuevo mundo total global en esta nueva época helenística no del final de la polis pero si del final de los Estados en la que hay muchos países elegidos ungidos cuyos ciudadanos solo les queda buscar su propia salvación individual. Todos los ideales políticos post gran guerra se vienen abajo. En la pre gran guerra aún había amigos y enemigos pero al final de la guerra solo quedaron sonámbulos irresponsables narcisistas e incompetentes para dirigir el último proyecto mundial que hoy doce de junio se juega en París sin la presencia física de Biden y Soros pero si con sus sombras. El no hay amigos de Diógenes al mejor tenerlos de enemigos que de amigos de la mujer del Sha de Irán Persia. Sin amigos ni enemigos se acaba la política que quedó después de Hiroshima y Nagasaki.
PS. Me ha gustado mucho tu análisis muy currado .
JP Quiñonero says
José,
Se agradece, oye, un montón.
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Menudo lío…
Q