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Fragmento imagen de la serie Yesterday’s Sandwich », 1966-68. Boris Mikhaïlov, VG Bild-Kunst, Bonn
De la prensa parisina y alemana: «Fotógrafo subversivo». «Un grande de la fotografía de nuestro tiempo». «Documento excepcional sobre la Ucrania comunista de la que intenta liberarse el pueblo ucraniano..».
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La Maison européenne de la photographie (MEP, suerte de museo nacional de la fotografía), y la Bourse de Commerce (BDC, el museo privado del hombre más rico de Francia), presentan con los honores de un acontecimiento grandes retrospectivas de la obra del fotógrafo Boris Mikhaïlov (Járkov, Ucrania, 1938), que documenta la historia atroz de la ocupación comunista, sus estragos, su herencia, un campo de pavorosas ruinas cuya contemplación inspira un miedo endemoniado.
«Diario ucraniano» (MEP) presenta, hasta primeros del 2023, una revisión de varios centenares de obras, de los años 60 a finales del siglo XX.
La colección personal de la familia Pinault, en la BDC, presenta, hasta el año que viene, una de las colecciones privadas más importantes de uno de los grandes fotógrafos europeos de nuestro tiempo.
Mikhaïlov nació, creció y trabajó, como ingeniero y fotógrafo (autodidacta), en Járkov, la segunda ciudad de Ucrania. Presentando su obra en París, el fotógrafo explica de este modo su vida y su trabajo: «Siendo niño, en la escuela maternal, estábamos en el comedor. Mi madre me había preparado un bocadillo. Sin darme cuenta, un poquito de grasa cayó sobre un retrato de Stalin… y, varios de mis condiscípulos comenzaron a correr gritando: «¡Boris es un enemigo del pueblo! ¡Boris es un enemigo del pueblo!». Afortunadamente, la maestra era un poco más comprensiva. Mi familia escapó provisionalmente a la persecución policial…».
Mikhaïlov estudió ingeniera. Pero fue despedido de su empresa por utilizar el laboratorio fotográfico de su empresa para revelar algunas fotos, que, para colmo, estaban prohibidas. «Es difícil imaginar lo que era la tiranía comunista», comenta Mikhaïlov, agregando: «Tomar una foto, en la calle, podía llevarte a la cárcel. Una foto que disgustase a un dirigente de convertía en un enemigo del pueblo. Hice mi obra a partir de esa realidad, atroz».
Su obra, más de medio siglo fotografiando la calle y los personajes, públicos y privados de la Ucrania comunista, primero y la Ucrania que conquista su libertad, más tarde, es un documento excepcional, pavoroso.
Mikhaïlov utilizaba los «códigos» del «realismo socialista» para «darles la vuelta». El fotógrafo toma fotos «oficiales», que andando el tiempo, cobran su verdadera dimensión: una visión irónica, sarcástica, de la iconografía comunista. A partir de ahí, el gran maestro ucraniano utiliza muchos otros recursos, propios de un «autodidacta», víctima, también, de la falta de recursos técnicos.
Para «ahorrar» carretes, llega a «superponer» varias fotos: una mujer desnuda puede tener el fondo de inmuebles pavorosos; hombres y mujeres en campos de flores pueden ser el «fondo» de «campos publicitarios comunistas»; pobres de misericordia «lucen» sus tatuajes con el rostro de Lenin; familias modestas contemplan campos de presidiarios; hombres en bicicleta corren delante de muros manchados de rojo sangre; energúmenos desfilan enarbolando banderas comunistas; pobres de misericordia esperan trenes que no llegan en las estaciones de ciudades devastadas por la guerra y la pobreza; niños muertos abandonados por las calles …
La precariedad física, material, profesional, social, economica, política, el totalitarismo de la Ucrania comunista, obligaron a Mikhaïlov a trabajar en unas condiciones excepcionales.
Si hubiese que recurrir a los cánones del arte y la fotografía occidentales, por las mismas fechas, hasta hoy, el fotógrafo comenzó utilizando el «realismo socialista», pero utilizando el espejo cóncavo del esperpento, para continuar sirviéndose de los recursos propios del arte conceptual, el experimentalismo más radical. El resultado final tiene mucho de excepcional, y permite comprender el rechazo heroico del pueblo ucraniano contra las tropas imperiales de Vladimir Putin.
Como documento, a la manera de Andrzej Wajda, Mikhaïlov nos invita a descubrir la realidad pavorosa de la Ucrania comunista: de una pobreza y crueldad feroces. Allí donde Wajda es lírico, poético, heroico, Mihhaïlov es nihilista, cruel, desencantado, inquietante.
Como gran creador, con un lenguaje visual propio, Mikhaïlov nos invita a descubrir aquella y esta realidad ucranianas contempladas a la luz de los grandes movimientos artísticos de su tiempo, que es el nuestro. Con matices. Allí donde el pop crítico y el arte conceptual, europeo, norteamericano, puede dejarse llevar por el elitismo estetizante, el fotógrafo ucraniano nos propone descubrir las semillas y raíces de la trágica realidad ucraniana, hoy, la del pueblo en armas intentando liberarse del imperialismo ruso.
Mikhaïlov reside en Berlín, desde hace dos años, con su esposa y parte de su familia. Desde la capital alemana ha seguido, inquieto, la gran crisis sanitaria de la pandemia y el intento de ocupación militar lanzada por Vladimir Putin. Ante esas realidades, Mikhaïlov comenta, de paso por París: «Hace mucho que perdí la risa. Imposible reír. Incluso sonreír me cuesta mucho trabajo. Pero guardo la fe en el futuro. Hace apenas un año, Kiev era una ciudad joven, con mucha energía. El camino por hacer es muy peligroso. Pero tengo fe en un país, en mi pueblo. Creo profundamente que Ucrania continuará libre, en pie, independiente».
Ménilmontant … street art homenaje a la resistencia heroica de la Isla de las Serpientes, en Ucrania.
Ucrania, la guerra … contada por Shakespeare, Goya, Steve McCurry.
Ucrania, la guerra … Gerda Taro, “gallega” y ucraniana honoris causa.
Arte.
El arte hace su trabajo como la religión unos hablan del mundo escondido y los otros nos hablan de los paraísos futuros. El día que todos fuésemos felices se acabaría el arte y la propaganda de todo tipo. Mientras tanto el disfrutar de la desgracia del otro nos reconforta . Es el otro el culpable de la tragedia. Abel y Caín. El ángel y el demonio. El capitalista y el comunista. El atlantista y el euroasiatico. El amo y el esclavo…los felices no necesitan prácticamente nada. Solo los desgraciados incluso en su genialidad necesitan ver qué hay otros más desgraciados en la propaganda. Como dijo Caro Baroja he vivido en el siglo con más guerras y no he sufrido ninguna. Puede que está bicoca de haya acabado. Hay países que han estado en casi todas las guerras y apenas han tenido conflictos civiles en sus propios países. Hasta ahora el desastre se podía limitar ahora no . El arte del futuro puede que sea las consecuencias químicas nucleares biológicas que no tienen fronteras y no se las pueda encerrar en campos de control como los hombres azules del desierto por culpa de fronteras hechas con reglas. Oh amigos no hay amigos como no se cansa a de repetir Diógenes el cinico. Ya la mujer del Sha de Irán recordaba es malo tenerlos de enemigos pero peor de amigos. Y nosotros decimos dios protégeme de los amigos que de los enemigos me protejo yo. Mientras tanto el arte continúa hablando de la tragedia humana desde que tenemos noticia.
José,
Hablando, documentando, contando, iluminando, sí … el arte, tan esencial, siempre, sí …
Q.-
Ay, Josep!!!
Sin amigos, sin arte….No sé, me pregunto si existe esta raza de hombres felices que no necesitan practicamente nada…
Tranquila hay de todo en la realidad. No así en el arte hemos sido criados con crucifijos pero lo más probable es que nos vayamos sin ver un crucificado real y cuántos cuadros esculturas textos que hablan del crucificado.
…pero la tragedia humana es real e imaginada. No toca a todos pero ahora hay medios para una común. Hay que hablar pintar hacer música esculpir fotografiar grabar hasta el final…pa lante continúa buscando
la felicidad que no se diga .
haberla hay
Sí, Josep, sí,
¡Haberla, hay!
He tenido la fortuna de conocer y sentir ciertos instantes de gracia que, para mí, equivalen a la felicidad…
Gràcies! Entonces me quedo tranquila y sigo buscando la felicidad, haciendo lo que más me guste hasta el final…😀