
Rue de Bourbon le Château, 25 noviembre 2022. Foto JPQ.
De niño, mis padres me enviaban a comprar una botella o garrafa de vino tinto, a granel, a la vinatería de mi pueblo.
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Siempre me reconocí en el niño fotografiado por Henri Cartier-Bresson, en 1952, en la parisina rue Mouffetard, con sus dos botellas vino, de vuelta a casa.
Sospecho que los niños de hoy no cumplen ese tipo de tareas. Las vinaterías chic parisinas aspiran a servir a una clientela internacional, «worldwide delivery».
No fuimos niños al mismo tiempo, Quiño, pero sí niños que iban a por vino para su padre en el pueblo.
Entre los recuerdos de mi infancia está ese.
No tengo noción entonces del vino embotellado con etiqueta.
Unas veces iba a una casa de mi pueblo, Campillo de Llerena, donde traían vino de la cercana Esparragosa de la Serena, que tenían fama, y otras al bar Casa Cuenta.
Este último era mi preferido. Generosamente como cualquier otro cliente de barra, pero en este caso menudo, me ponía su mujer los aperitivos correspondientes. Ella sabía que me gustaba el pescado adobado.
Entonces no se trataba a los niños con tanta bondad como hoy en día, cuando seas padre comerás huevo, por eso, estos recuerdos, la de aquellas personas, que en aquellas circunstancias, me concedían un trato especial, tienen un lugar privilegiado en mi memoria y en mi corazón.
Pablo,
En mi caso … debía tener 11 o 12 años cuando iba a comprar una botella o garrafa de vino para mi familia, en la bodega de mi pueblo. Nada de ir a ningún bar solo, claro.
Por otra parte, en mi pueblo, los niños éramos tratados con mucha bondad, en casa, en la calle, en el cole.
Y lo recuerdo todo con mucho cariño, claro,
Q.-
Quiño,
Qué bonito es tu París by night, en color…!!!
¡Cómo van cambiando las cosas y las costumbres! Ahora, cada vez más se impone el “worldwide delivery”.
En otros tiempos los niños participábamos en el aprovisionamiento familiar y nos sentíamos útiles. También, como vosotros, guardo con mucho cariño imágenes y vivencias de mi infancia…Hay seres y circunstancias que nos dejan huella para siempre.
Fina
Sí, sí …
En mi caso, ir y venir, de compras, solo o en compañía de mi madre, hacía sentirme responsable. Ir a una tienda o la panadería de mi pueblo, para comprar pan, o chocolate, me hacía sentirme responsable…
Q.-