Jardines del Luxemburgo, 9 enero 2022. Foto JPQ.
Emmanuel Macron y Olaf Scholz, acompañados de sus gobiernos e importantes delegaciones parlamentarias, celebrarán este domingo, en la Sorbonne y el Elíseo, el LX aniversario del Tratado del Elíseo, matriz de la reconciliación franco-alemana, tras dos guerras mundiales, matriz, así mismo, desde hace sesenta años, de todos los grandes proyectos de la construcción política de Europa.
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Durante cuatro décadas, entre 1963 (firma Tratado del Elíseo) y 2003 (Guerra de Irak), el eje franco-alemán, echó los cimientos de todos los grandes proyectos bilaterales y europeos. En vísperas de la invasión norteamericana de Irak (marzo 2003), Helmut Schmidt, ex canciller de Alemania, uno de los grandes arquitectos de la política alemana, europea y trasatlántica de su tiempo, anunció solemnemente: «El eje, el motor franco-alemán, ha dejado de existir. París y Berlín hablan de «renovación» pero se trata de mera auto intoxicación».
Comenzaba una erosión relativa de las relaciones franco – alemanas. El antiguo «eje» y «motor» es hoy una «amistad privilegiada», una «amistad de conveniencias», a geometría variable. Hace años que Francia y Alemania no lanzan grandes proyectos comunes. Y las ambiciones europeas de Emmanuel Macron, expuestas en la Sorbonne, el mes de septiembre del 2017, «renovar Francia para refundar Europa, afirmando nuestra soberanía industrial y militar», no han sido apoyadas por Alemania ni buena parte de Europa del Este.
Entre 1961 y 1970, Charles de Gaulle, Konrad Adenauer, Willy Brandt, Georges Pompidou, crearon un nuevo marco institucional, bilateral, europeo, trasatlántico.
Entre 1971 y 1980, Valéry Giscard d’estaing y Helmut Schmidt, lanzaron grandes iniciativas esenciales para el futuro continental, del Sistema Monetario Europeo a la elección del Parlamento europeo a través del sufragio universal.
Entre 1981 y 1995, François Mitterrand y Helmut Kohl (con Jacques Chirac durante un periodo muy corto), tomaron iniciativas igualmente capitales: respuesta común a la caída del Muro de Berlín, creación de la primera brigada franco-alemana, creación del Eurocuerpo, Tratado de Maastricht, «síntesis» provisional de todos los tratados europeos anteriores.
Entre 1996 y 2007, Jacques Chirac y Gerhard Schröder y Angela Merkel, intentaron continuar tan magna herencia. Pero la retórica diplomática comenzó a difuminar unas relaciones que comenzaban a perder impulso, incluso a deteriorarse, por momentos.
Entre 2007 y 2012, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy comenzaron a tomar iniciativas bilaterales de calado mucho más modesto. La anexión rusa de Crimea (2014 – 2015), antecedente de la guerra imperial rusa contra Ucrania, confirmó que Francia y Alemania no tenían una respuesta ni común ni eficaz contra la Rusia de Putin.
Entre 2012 y 2017, Angela Merkel y François Hollande tampoco tomaron iniciativas europeas importantes, intentando en vano oficiar de «intermediarios» entre Rusia y Ucrania, con unos resultados sencillamente nulos, o algo peor: no «vieron» o no desearon «enterarse» de los proyectos que Putin terminaría poniendo en práctica.
Entre 2017 y 2023, Emmanuel Macron, Angela Merkel y Olaf Scholz, confirmaron la inexistencia de grandes proyectos comunes, dejando al descubierto diferencias de criterio estratégicas sobre el futuro de Europa.
El 26 de septiembre del 2017, a los cuatro meses de ser elegido presidente, por vez primera, Emmanuel Macron presentó en la parisina universidad de la Sorbonne, su gran proyecto de «reformar Francia para refundar Europa».
La reforma de Francia sigue pendiente. París y Berlín, Macron, Merkel y Scholz, no comparten puntos capitales sobre el futuro de Europa.
En la matriz original de las ambiciones macronianas para Europa se encontraba la «soberanía militar», penúltima versión del «pilar europeo» de la defensa tradicional de la diplomacia francesa, desde hace décadas. Tras tres años de duros chalaneos y negociaciones, sin resultado, Annegret Kramp-Karrenbauer, antigua ministra alemana de la defensa, rechazó de manera frontal la proposición del presidente francés, con esta declaración: «Hay que acabar con la ilusión de la autonomía estratégica de Europea. Los europeos no podrán reemplazar el puesto capital que tienen los EE. UU. en tanto que garantes de nuestra seguridad». Dicho de otra manera: Alemania confía en el arma nuclear y los ejércitos de los EE. UU., estacionados en Europa; pero no se fía del arsenal nuclear francés ni de su capacidad militar.
El segundo pilar del plan macroniano de refundación de Europa era la «soberanía industrial». A los pocos meses del estallido de la guerra imperial de Putin contra Ucrania, la Alemania de Scholz confirmó de manera espectacular sus resistencias a tal ambición francesa, anunciando una «Iniciativa de escudo de protección del cielo europeo» (European Sky Shield Initiative), para «crear un sistema de defensa aérea y antimisiles mediante la adquisición conjunta de equipos de defensa»… Dicho de otro modo: Alemania prefiere comprar tecnología israelí y norteamericana, provocando una sorda cólera en la Francia de Macron, que tiene su propio proyecto de defensa anti misiles.
Sin duda, Francia y Alemania colaboran y trabajan, con otros aliados europeos, en muchos e importantes proyectos industriales y militares. Pero, cuando la guerra se instala en el corazón de Europa, en Ucrania, Alemania rechaza la «soberanía» industrial y militar propuesta por la Francia de Macron. La guerra de Putin contra Ucrania está iluminando los problemas de fondo, forzando otro tipo de relaciones, bilaterales y multilaterales: París y Berlín tienen políticas militares «paralelas» en cuestiones de seguridad, defensa y energía. El escudo anti misiles promovido por Alemania ha suscitado «malestar» en Francia. El canciller Scholz apoyó, en vano, el proyecto de gasoducto concebido por el gobierno español; pero Emmanuel Macron terminó «convenciendo» a Pedro Sánchez que un gasoducto Barcelona / Marsella era más oportuno.
Diplomacia y seguridad, defensa, bilateral, europea y trasatlántica, eran, son una de las matrices del Tratado del Elíseo concebido Adenauer y de Gaulle. Entre 1963 y 2003, París y Berlín intentaron crear el embrión de una lejana Europa de la defensa, un hipotético «ejército europeo». Desde hace veinte años, Berlín y París se han alejado progresivamente de tales ambiciones, limitándose a gestionar crisis puntuales.
El Tratado del Elíseo tenía y tiene otros capítulos importantes: las instituciones, la cultura, la inmigración, la enseñanza, el diálogo parlamentario… en todos esos terrenos, sucesivos gobiernos alemanes y franceses han hecho grandes e importantes progresos, pero sin iniciativas capitales, bilaterales ni europeas.
El difunto «eje» y «motor» franco – alemán era una garantía para el resto de los miembros de la UE. La «amistad privilegiada» o «amistad de conveniencias» favorece una Europa a «geometría variable». Con matices que pueden ser dramáticos, en Polonia y Hungría, la Europa del Este suele estar más cerca de Alemania que de Francia. La Europa del sur suele apoyar las posiciones de Francia. Macron defiende la creación de un espacio político europeo, del que formen parte Estados que no son miembros de la UE, que no ha suscitado entusiasmos frenéticos ni al este ni al sur de Europa. ABC, La alianza franco-alemana languidece 60 años después de la reconciliación + PDF.
La prensa alemana de referencia no dice otra cosa:
«Hoy hace 60 años que antiguos enemigos se hicieron amigos: el 22 de enero de 1963, menos de dos décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial, Charles de Gaulle y Konrad Adenauer firmaron el Tratado del Elíseo, sellando así la amistad franco-alemana . Con motivo del aniversario del tratado, el canciller Olaf Scholz (SPD) está este domingo en París y participa en una ceremonia parlamentaria junto con el presidente francés Emmanuel Macron. El Consejo de Ministros franco-alemán y el Consejo de Seguridad y Defensa franco-alemán también se reunirán como parte de las celebraciones. A pesar de toda la amistad, la relación entre los dos países ha sido moldeada recientemente por las diferencias y la soledad, especialmente en la política de defensa …». Die Zeit, 22 enero 2023, Elise Landschek, Alemania y Francia en la crisis de las relaciones
«París y Berlín celebran 60 años de tratado de amistad. El tratado tiene grandes méritos. Pero la esperanza de que los dos países se acerquen cada vez más no se ha cumplido …». Frankfurter Allgemeine Zeitung, 22 enero 2023, Frankfurter Allgemeine Zeitung, Michaela Wiegel, Mudanza franco-alemana.
Francia / Alemania … “eje” desaparecido, “motor” averiado, paripé de “amistad privilegiada”.
Brexit… la crisis – vacío Francia / Alemania.
Hollande / Francia – Merkel / Alemania: dos proyectos “paralelos” para Europa.
Fina says
Quiño,
Gracias por informarnos tan bien de la evolución de las relaciones franco-alemanas, de sus proyectos, encuentros y desencuentros.
Me gustaría pasear por los Jardines de Luxemburgo contemplando esculturas…La que aparece en tu foto me recuerda «Le Penseur», quisiera ver más claramente qué sostiene en la mano que apoya en la espalda, a quién representa…Ya ves, curiosa que es una…
Tranquiliza pasear por jardines como este, llenos de árboles, fuentes, lagos, que parecen oasis en plena ciudad. Si pudiera eliminaría ese edificio tan alto que rompe la armonía del lugar…
En fin, nada es perfecto en este mundo…
Palanteee…!!!!!!!!!!!!
JP Quiñonero says
Fina,
El Luxemburgo, ah … sí, es un jardín que tiene muuuuucho encanto, sí …
Q.-