Place Saint-Sulpice. Café de la Mairie, 29 octubre 08. Foto JPQ.
Paco Rabanne (Pasajes, Guipúzcoa, 1934 – Portsall, Bretagne, 3 febrero 2023) fue mucho más que un «gran modisto», título que lo hacía reír. Fue un arquitecto visionario, un creador subversivo, el introductor de las vanguardias artísticas en la alta costura, un provocador «místico», un futurólogo circense, un desterrado que nunca deseó regresar a España, de la que se vio forzado a huir, de niño, para sobrevivir en un campo de refugiados políticos.
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La última vez que nos cruzamos, en el Café de la Mairie, frecuentado por Azorín, frente a la Iglesia de Saint-Sulpice, frente al hotel donde vivió Josep Pla, Paco Rabanne me comentaba: «Ahora que soy famoso, quieren que vuelva a España. En Madrid y Barcelona, se reían de mis primeras cosas, creyendo que eran gracietas. No volveré nunca. Por fidelidad a mi madre…».
Paco Rabanne era el pseudónimo de Francisco Rabaneda y Cuervo. Su padre fue un oficial del ejército republicano, fusilado por las tropas de Franco en 1939. Su madre trabajó como primera modista del joven Cristóbal Balanciaga, en San Sebastián; pero, socialista, decidió huir de España. El niño que todavía no era Paco Rabanne pasó por los campos de concentración de refugiados políticos españoles en Port-Vendres y Argelès-sur-Mer, antes que su madre pudiera instalarse en Morlaix, en la Bretagne, no muy lejos de Portsall, donde ha fallecido.
La madre del gran creador volvió a encontrar trabajo, en París, como costurera de gran talento. Y Paco («Pacó», con mucho acento en la ó, como le decían sus condiscípulos) estudio arquitectura, en la Escuela Superior de Bellas Artes, a dos pasos del hotel donde vivió Oscar Wilde, uno de sus modelos y maestros en el gran arte de la réplica provocativa. Para pagar sus estudios, Paco comenzó a dibujar, diseñar. Vendía sus dibujos, croquis y creadores a los grandes creadores de la moda de la época, introducido a través de las modistas de su madre.
En uno de sus libros de «memorias», Paco recuerda aquellos años de este modo: «Los modistas parisinos tenían unos gustos muy arcaicos, para mi sensibilidad. A partir de ahí tuve la ocurrencia de introducir el espíritu de las vanguardistas históricas, el dadaísmo y el surrealismo, en la alta costura. La subversión dadaísta me parecía ideal para romper con los arcaísmo de la moda dominante».
Dicho y hecho. Entre 1964 y 1966, Paco Rabanne, al fin, lanza sus primeras colecciones: «Doce vestidos experimentales, con materiales contemporáneos», «Doce vestidos imposibles se vestir». Y comienza el uso de «materiales» muy anti alta costura: hierro, metal, papel, plásticos, con muchos colores chillones. Peggy Guggenheim se siente «fascinada por esos horrores». Françoise Hardy se atreve a lucir, en Londres, en un concierto, un «vestido» metálico que la impedía moverse, pero causó un impacto mundial.
El mundo de la moda se queda estupefacto ante las creaciones y provocaciones de Paco Rabanne: alguien mucho más subversivo que los «jóvenes radicales». Sus creaciones, por el contrario, atraen vertiginosamente a grandes directores de cine. John Huston, Jean-Luc Godard, Roger Vadim recurren a Paco en busca de creaciones únicas para sus heroínas futuristas. La Barbarella de Jane Fonda se convierte en un icono mundial. El mundo de la moda, los accesorios y los perfumes terminan «descubriendo» a un genio multiforme que llevaba diez o veinte años lanzando provocaciones difíciles de «vestir».
Cuando Paco Rabanne lanza sus vestidos en papel (años 70 del siglo pasado) no es fácil distinguir entre la provocación y la genialidad. A quince francos el vestido, se trata de creaciones que «arruinan» el mercado pero comienzan a entrar en los grandes museos de arte contemporáneo de Europa y los EE. UU.
A partir de los años 80 y 90 del siglo XX, Paco Rabanne se instala definitivamente en el Olimpo de la gran moda, como gran modisto reconocido por sus pares. Sus colecciones abren nuevos rumbos al arte de vestir y crear «tradicionales». Cuando el artista comenzaba a descubrir nuevos horizontes. Como perfumista de genio, Paco Rabanne se convirtió muy pronto en una marca mundial a partir de «Calandre» (1971).
La nueva carrera internacional, asociado a una gran marca española, tuvo un éxito fulgurante. Que no terminaba de cumplir todas las esperanzas y necesidades artísticas de Paco, que pronto descubrió otros horizontes creadores, en un París muy alejado de la «gran moda» tradicional.
Paco Rabanne abrió en el barrio de Saint-Germain-des-Prés su propio club nocturno, el legendario «Black Sugar». Lo negro (black) se había convertido en una tendencia que tenía muchos rostros: modelos negras presentadas por vez primera, inauguración de un centro de promoción de las artes y la creación africana, creación de un centro de promoción de las nuevas tendencias en materia de arte, música, diseño…
Instalado en el podio de la gran creación, donde cohabitaban y cohabitan la moda, el arte, el diseño, la vida nocturna, las culturas de otras civilizaciones, Paco Rabanne no se contentaba con esa constelación de universos paralelos. Todavía encontró tiempo para escribir libros de «esoterismo» y «mística», en recuerdo, quizá de una de sus abuelas.
A finales del siglo XX, Paco Rabanne tuvo la ocurrencia de publicar varios libros de «profecías», entre la provocación, el delirio y las «fantasías esotéricas», contando la «vida y milagros» de otras de sus «vidas anteriores», «previas» a su vida última. Según esa parte muy peregrina de su vida, antes de ser Paco Rabanne, el gran creador fue una prostituta contemporánea de Jesús, gran cristiano a quién se le apareció la Virgen María … en un ataque de lucidez, Paco Rabanne terminó «confesando» que su vida de modista sería la «última». Quizá sea la más grande.
Unánime, la prensa francesa insiste en lo esencial: Paco Rabanne era algo o mucho más que un «gran modisto».
«Un modisto visionario» titula a toda página el vespertino «Le Monde», subrayando lo esencial: lo «visionario» se impone y va mucho más allá de la «moda». Introduciendo el legado surrealista y dadaísta en la alta costura, Paco Rabanne abrió unas «pasarelas» creadoras excepcionales, siempre fecundas.
«El profeta de la moda», añade el semanario «Le Point». Profeta en varios sentidos: profeta de una moda «subversiva»; y «profeta» de pacotilla de profecías astrológicas. El profeta de la moda abrió muchos caminos a la tradición clásica. El «astrólogo» tuvo mucho de provocador a tumba abierta.
«Español de nacimiento, bretón de adopción», matiza «Le Telegramme», el diario de Brest, en la Bretaña. Realidad íntima y esencial. Paco Rabanne siempre fue fiel a España, a su manera, para integrarse en la tierra bretona donde su madre encontró cobijo de refugiada política.
Desde el Elíseo, Emmanuel Macron ha insistido en la dimensión esencialmente creadora, más allá de las «fronteras» tradicionales entre muy distintas artes, incluso culturas. Brigitte Macron, esposa del presidente de la República, nunca ha vestido trajes de Paco Rabanne, pero confiesa su admiración profunda: «Soy una mujer más tradicional, la verdad. Paco Rabanne nos deja un legado majestuoso que va mucho más allá de los trapitos para señoras bien, como yo». ABC, Muere Paco Rabanne, histórico diseñador de moda + PDF.
Retrato improvisado de Paco Rabanne … en Saint-Sulpice.
Moda.
Fina says
Quiño,
Desconocía la historia de Paco Rabanne.
Es admirable. Muchas gracias por compartirla.
En Grecia nos ha llegado el frio i la nieve…cosas de las estaciones…ya vendrá la primavera…
JP Quiñonero says
Fina,
Sí … no deja de ser curioso: nadie ha deseado recordar las tribulaciones del creador y su familia… en fin…
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Por París, también, hace un fríoooooo …
A abrigarseeeeee
Q.-