Boulevard Raspail, 7 marzo 2023. Foto JPQ.
A finales del mes de agosto del 2018, durante una visita oficial a Dinamarca, Emmanuel Macron elogió a los daneses, «peuple luthérien ouvert aux transformations»; en oposición a los franceses, «gaulois réfractaires au changement».
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Cuatro años más tarde, las protestas contra su proyecto de reforma del sistema nacional de pensiones está tirando a la calle a los mismos «galos refractarios al cambio», subrayando el enfrentamiento cultural de fondo…
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La sexta jornada de huelgas, manifestaciones y protestas de todo tipo, contra el proyecto de reforma del sistema nacional de pensiones, se transformó la tarde del martes en un proceso de contestación global de Emmanuel Macron, su gobierno y su visión de las instituciones del régimen, prolongando la huelga en sectores estratégicos, como la distribución de gas, electricidad y combustibles.
Los sindicatos no consiguieron paralizar Francia, como habían anunciado, pero si consiguieron graves perturbaciones del sistema ferroviario, los transportes públicos, el sistema educativo y sanitario, anunciando la prolongación «indefinida» de las huelgas sectoriales.
La nueva etapa de la crisis continúa, desde hoy, miércoles, con la huelga «indefinida» en grandes empresas de distribución de energía, electricidad, gas, combustibles. Los sindicatos amenazan con volver a bloquear, perturbar o complicar servicios básicos para los usuarios y la distribución de mercancías.
Las huelgas pueden continuar en otros sectores de manera aleatoria. Y los sindicatos estudian el calendario de nuevas jornadas de protesta.
El balance provisional de las 300 manifestaciones que se sucedieron el martes, en toda Francia, tuvo una importancia llamativa, con la participación de más de 2 millones de hombres y mujeres gritando a todo trapo su rechazo de la reforma «macroniana», en la capital, en todas las capitales de provincias y en muchas ciudades grandes y pequeñas.
La CGT, principal sindicato, anunció a media tarde del martes, 700.000 manifestantes, solo en París. Y más de 2 millones, en toda Francia. Más allá de la tradicional batalla de cifras, la manifestación parisina consiguió movilizar a sectores muy diversos: de los grupúsculos izquierdistas al sindicalismo católico, mucho más conservador, pasando por numerosas organizaciones estudiantiles, muy radicalizadas contra Macron.
Al final de las grandes manifestaciones, en París y algunas capitales de provincias, se multiplicaron los incidentes de violencia contenida, rápidamente sofocados con gases lacrimógenos y cañones de agua. Más allá de la importancia «menor» de los enfrentamiento violentos, se trata de un riesgo de radicalización, imprevisible.
Los líderes sindicales de las principales centrales, la CGT y la CFDT, por su parte, hicieron un balance muy optimista de su guerra sin concesiones contra el Gobierno de Macron, confiados en lo bien fundado de su contestación global de la política gubernamental.
Philippe Martinez, secretario general de la CGT, históricamente comunista, declaraba al comienzo de la gran manifestación parisina: «Ha sido una jornada histórica. El movimiento gana fuerza. Es la primera etapa de un nuevo proceso de contestación. El presidente Macron haría bien en escuchar a la calle. Refugiarse en el silencio solo complicará el problema de fondo de un proyecto de Ley que los franceses no quieren, como demuestran las manifestaciones y los sondeos».
Laurent Berger, secretario general de la CFDT, históricamente reformista, insistía: «Hemos conseguido una movilización histórica, la más alta desde hace hace muchos años. El gobierno debiera escuchar lo que están gritando los franceses. Ante la ausencia de respuesta, la contestación puede crecer».
Sin confesarlo abiertamente, la CGT, la CFDT y el resto de las centrales sindicales, aspiran a repetir la legendaria batalla de 1995, cuando los sindicatos consiguieron que el gobierno de Jacques Chirac abandonase el proyecto de reforma de las pensiones de hace veintisiete años, para terminar convocando elecciones generales anticipadas, que terminó perdiendo. Aquella batalla duró tres semanas largas, para precipitar una crisis de gobierno grave. A eso aspiran los sindicatos.
Ante ese panorama, la gran manifestación parisina del martes confirmó la sensibilización y movilización de sectores sociales y políticos tradicionalmente antagónicos, pidiendo a coro la retirada de un proyecto de Ley que se ha transformado en símbolo de un poder absoluto que pasa mal o muy mal entre la opinión pública.
Mientras tanto, el proyecto de Macron sigue su curso de discusión parlamentaria. Pero el conjunto de los sindicatos aspiran a un «retirada completa». Se trata de un proceso inédito: la contestación global del poder establecido, el poder institucional, pidiendo la retirada de una Ley aprobada en el Parlamento.
En la Asamblea Nacional y el Senado, Macron puede contar con el apoyo a geometría variable de Los Republicanos (LR, derecha tradicional), el partido de Nicolas Sarkozy. Apoyo indispensable para «imponer» la reforma en el Parlamento, los próximos días, pero insuficiente para contener una «marea negra» muy profunda e inquietante.
El gobierno quizá pueda «imponer» su proyecto de reforma de las pensiones. Pero los sindicatos contestan ese poder institucional, y aspiran a revocarlo en nombre del poder y la contestación callejera. Se trata de una novedad relativa, que está resquebrajando el consenso histórico entre los franceses y las instituciones de la V República, fundada por el general de Gaulle entre 1958 y 1962.
Según los sondeos y estudios sociológicos, una mayoría del 60 al 65 % de los franceses dicen «apoyar» la contestación sindical. Se trata de un argumento sensible, a favor de los sindicatos, cuando una mayoría del 65 / 66 % de los franceses dicen tener escasa o mala opinión de Emmanuel Macron. Solo, en el Elíseo, el presidente espera el fracaso o el cansancio de los sindicatos y la opinión pública. Arriesgada e imprevisible apuesta personal. ABC, Las protestas en Francia contra la reforma de las pensiones se convierten en una contestación global contra Macron. + PdF: La reforma de las pensiones desata una ola de huelgas contra Macron.
Resistencia cultural contra Macron … jubilación, pensiones, leyendas …
Francia en pie de guerra, Macron refugiado en el Elíseo.
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