París, Bulevar de Port Royal, manifestación de “chalecos amarillos”, 1º mayo 2019. Foto JPQ.
Reelegido jefe del Estado hace once meses, Emmanuel Macron está comenzando a cotizarse como el más impopular de los presidentes de la V República, cuando la agravación de las crisis nacionales e internacionales degradan su imagen «cosmopolita».
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Sin duda, el presidente tiene cuatro largos años para reconquistar una posición personal honorable, incluso brillante, al final de su mandato, el mes de mayo del 2027. Pero, de momento la gran crisis nacional de la reforma, por decreto, sin debate parlamentario, del sistema nacional de pensiones, y su viaje a China, lo han instalado en una peligrosa pendiente de impopularidad, desconfianza y credibilidad menguante.
Históricamente, en Francia, los estudios sociológicos y sondeos de opinión suelen ser muy fieles, creíbles y respetados, como indicadores de la popularidad y credibilidad personal de los gobernantes.
En ambos terrenos, la impopularidad y la desconfianza hacia sus políticas, Macron ha caído al nivel más bajo de la historia de la V República, el régimen creado por el general de Gaulle, entre 1958 y 1962.
En el terreno de la popularidad, Macron tenía un 57 % de opiniones positivas, el año de su primera elección (mayo 2017), y un 47 % el 2022, cuando fue reelegido teniendo a Marine Le Pen como rival (extrema derecha), beneficiándose de una parte del voto de izquierdas. Once meses más tarde, apenas tiene un 23 / 25 % de opiniones positivas. Caída doblemente espectacular. Tras un primer mandato parcialmente fallido, durante el año corto de su segundo mandato ha perdido más de 20 puntos de popularidad personal.
Solo Francois Hollande, presidente entre el 2012 y el 2017, terminó su mandato con una cota tan mala de popularidad personal. El resto de los presidentes de la V República nunca cayeron tan bajo.
Charles de Gaulle, presidente entre 1959 y 1969, tuvo una cota de popularidad y estima excepcional, del 87 %. Georges Pompidou, presidente entre 1969 y 1974, fue muy estimado, con un 74 % de opiniones positivas. Valery Giscard d’Estaing, presidente entre 1974 y 1981, tuvo un 54 %. François Mitterrand, presidente entre 1981 y 1995, estuvo bien considerado por un 67 % de sus compatriotas.
Jacques Chirac, presidente entre 1995 y 2007, se benefició de un respetable 60 % de opiniones personales favorables.
Con altos y bajos, los cinco primeros presidentes del Régimen gozaron de una sólida estima nacional. La «serie» terminó con Nicolas Sarkozy, presidente entre el 2007 y el 2012, que todavía pudo contar con un 41 % de opiniones positivas. François Hollande, abandonó el Elíseo con una cota de estima / popularidad del 21 / 22 %. Macron fue su consejero y ministro de Economía.
Macron comparte con Hollande la impopularidad más alta de la V República. La fama, la gloria, los éxitos, la popularidad, en política, son pérdidas o triunfos que pueden ser efímeros, pasajeros. También pueden cambiar. Macron todavía tiene cuatro años para reconciliarse con los franceses.
Hay otros indicadores menos volátiles. La credibilidad del trabajo realizado, los proyectos por realizar, dejan una huella mucho más sólida, que puede ser gloriosa o trágica. En el caso de Macron, durante su primer mandato incumplió la mayoría de sus promesas de fondo, nacionales e internacionales. La pandemia y gran crisis mundial del Covid, durante el 2021, tuvo un coste muy grave para muchos políticos y gobiernos. En el caso francés, en el caso de Macron, esa tragedia universal no lo explica todo.
De entrada, la evidencia sociológica. Un 71 % de los franceses no tienen confianza en Macron, que solo cuenta con un 22 / 25 % de franceses que dicen «confiar» su su acción política. Se trata de una caída brutal en la historia de los presidentes franceses.
De Gaulle, el fundador del régimen, fue mucho más que un «político»: fue y sigue siendo un héroe, un mito nacional, como Louis XIV y Napoleón. Pompidou continuó su obra modernizadora; y dejó una huella bien visible en la geografía urbana de París y el moderno energético nacional. Giscard fue el gran modernizador de Francia, y uno de los modernizadores del proceso histórico de la construcción política de Europa. Mitterrand tiene un puesto propio en la historia del socialismo francés y la creación del mercado único europeo. Jacques Chirac sostuvo un enfrentamiento estratégico con George Bush durante la guerra de Irak. Nicolas Sarkozy afrontó la gran crisis financiera del 2008. Hollande intentó una fallida ruptura con el modelo energético nacional.
Macron comenzó anunciando una gran ambición, el verano y otoño del 2017: «Reformar Francia para refundar Europa». La gran ambición reformista macroniana, hace seis años, ya era una «reforma histórica» del sistema nacional de pensiones. Aquel primer proyecto impresionaba por su ambición: suprimir medio centenar de pensiones especiales, crear un modelo único de pensión / jubilación, «elevar» hasta los 65 años la edad de la jubilación. A los pocos meses de lanzar tan ambicioso proyecto estalló la fronda nacional de los «chalecos amarillos», que perturbó la política nacional durante año y medio, con un costo de 75.000 millones de euros para los presupuestos del Estado. La crisis del Covid continuó aplazando la gran ambición reformista… que Macron volvió a defender y prometer durante la campaña electoral del 2022.
Seis años cortos después de su primera gran ambición, la reforma del sistema nacional de pensiones recortó muy profundamente sus ambiciones y todavía tiene que ser aprobada o rechazada por el Tribunal Constitucional, este jueves. Con sondeos muy negativos para Macron y positivos para los sindicatos que reclaman la retirada del proyecto de reforma.
Fallidas, aplazadas e incumplidas las ambiciones reformistas nacionales, Macron también tropezó de manera espectacular con sus ambiciones europeas. Ni Alemania ni una gran mayoría de aliados europeos miembros de la UE, aceptaron los proyectos macronianos de «soberanía industrial y militar» de Europa. Bien al contrario, Alemania negoció con otros quince aliados europeos un sistema propio de defensa anti misiles, con tecnología israelí y norteamericana.
El distanciamiento con Alemania, las tensiones soterradas con España, la ausencia de apoyos tangibles a las pretensiones macronianas, coinciden, hoy, con un nueva crisis, inflamable. Tras su viaje a Pekín, acompañado de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión europea, las declaraciones del presidente francés, pidiendo una cierta «equidistancia» entre Washington y Pekín, han abierto otro frente de agrias «incomprensiones» entre los aliados trasatlánticos. ABC, Macron, camino de convertirse en el presidente más impopular de la V República + PDF.
Cansados de Macron, los franceses piensan en la guillotina.
José says
El contra uno está más vigente en la actualidad que cuando lo escribió a los dieciocho años la Boetie en el siglo dieciséis. Y si el Uno o mejor el Gran Hermano llenase todas las pantallas desde la mañana a la noche y nos dijese lo que tenemos que hacer como tenemos que vivir…volveríamos a ser felices en nuestra servidumbre liberándonos de la obligación de tener que decidir. La libertad sería algo del pasado como la búsqueda de la verdad solo seríamos pequeñas piezas de la máquina con posibilidad de ser sustituidas en cualquier momento. El príncipe de los príncipes no sería ni odiado ni amado nadie podría saber nada de él pues dejaría de existir . Es algo que nunca antes se había dado la sociedad de los individuos juntos si viviesen en plena naturaleza convertidos en móviles sin ningún tipo de dirección. El nuevo hormiguero donde desde la reina a la última hormiga nadie entenderá ni entiende como funciona . La ilusión de algún día se pudiese entender la autoridad que dirige el movimiento desaparece para siempre jamás. Es el fin de la ideología de las estadísticas. Ni el número funciona. No se puede guillotinar lo que no existe. La inercia nos hace tener fe en la esperanza de que todo aún se puede cambiar y dirigir con el libre albedrío de la mayoría como cuando existía el Uno.
JP Quiñonero says
José,
Bueno… en política todo es muy cambiante …
Macron tiene tres años largos para recuperarse o hundirse …
Vaya usted a saber.
No se trata de estadísticas ni nada «racional»… es una suerte de «diálogo» entre un hombre y la sociedad donde vive, que está muy cabreada, en este caso.
A ver …
Q.-
Fina says
Josep,
Me pregunto si se puede ser feliz con la «servidumbre voluntaria» de Étienne de La Boétie (hay que ver lo que aprendo cada día con vosotros…) 😃
Y también me pregunto si merece la pena vivir sin libertad y sin búsqueda de la verdad…
Quizás sea mejor vivir con sencillez y humildad, sin pretender alcanzar altos vuelos, ni llegar a conocer el Olimpo…