
Sylvia Beach y Adrienne Monnier, 12 junio 1928. ¿? Foto ¿?
Los testigos privilegiados guardaron silencio.
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En su libro «A Moveable Feast», Hemingway divagó con irónica crueldad gratuita con la «obsesión» (¿?) de Scott Fitzgerald por el tamaño de su pene, y «descubrió» el amor entre Gertrude Stein y Alice B. Toklas en unos términos vejatorios.
Las maldades gratuitas de Hemingway no aportan literalmente nada a la historia literaria y dejan al descubierto una cierta mediocridad moral.
El mismo Hemingway, por el contrario, trata con mucha simpatía a Sylvia Beach, cuya historia de amor con Adrienne Monnier, silenciada en «A Moveable Feast», tiene una importancia significativa en la historia del París literario de los años veinte, treinta y cuarenta del siglo pasado.
Se acaba de reeditar, en castellano, con una traducción de Roser Infiesta Valls, la edición de 1959 de «Shakespeare and Company» (Trama), obra importante de Sylvia Beach, de la que existe una edición más reciente (New Directions,1991), en inglés, con un prólogo muy pedagógico de James Laughlin, otro testigo privilegiado. Laure Murat, por su parte, es autora de «Passage de l’Odéon» (Flammarion, 2003), un libro indispensable para comprender el puesto de Adrienne Monnier y Sylvia Beach en la historia literaria del París de entreguerras.
Por la librería de Adrienne Monnier, «La Maison des Amis des Livres», Rue de l’Odéon, pasaron Paul Fort, Paul Valéry, Gisèle Freund, Djuna Barnes, James Joyce, Francis Scott Fitzgerald, Léon-Paul Fargue, André Gide, Walter Benjamin, Valery Larbaud, André Breton, Jacques Prévert, Francis Poulenc, Erik Satie, entre muchos otros. Monnier editó la primera traducción al francés de «Cinelandia» de Ramón Gómez de la Serna, realizada por Marcelle Auclair.
«Shakespeare and Company», la librería de Sylvia Beach, estaba en la misma calle, casi frente a frente, a cincuenta metros de distancia, con una clientela quizá más anglosajona. Es leyenda que Sylvia Beach fue la primera editora del «Ulises» de Joyce, que Adrienne Monnier hizo traducir inmediatamente al francés.
Monnier tuvo varias amantes sucesivas. Pero su historia de amor con Sylvia Beach fue la más importante, complicada temporalmente por una aventura de Adrienne con Gisèle Freund, la gran fotógrafa, mucho más joven.
La pareja Monnier – Beach tiene un puesto propio en la historia de la vida literaria parisina en un momento crucial de grandes convulsiones artísticas. Su deambular, juntas, por separado, o con distintas parejas, por el París gay de los años veinte y treinta del siglo pasado, tiene una doble importancia, testimonial y simbólica: la revolución sexual, en curso, era contemporánea de las revoluciones artísticas. Adrienne terminó suicidándose. Sylvia dejó un testimonio indispensable.
Muy grandes señoras, Sylvia Beach y Adrienne Monnier fueron contemporáneas de otras muy grandes señoras, protagonistas de historias paralelas, muy semejantes, en distinta medida. Pienso en Colette, Renée Vivien, Gertrude Stein, o Marguerite Yourcenar, mucho más joven.
Yourcenar, Natalie Barney y la función civilizadora del placer.
En el país parisino del Marais… con Renée Vivien, Natalie Clifford Barney y…
Françoise Sagan y Peggy Roche… el amor y las leyendas.
Es en verdad risible si no hubiera sido y siga siendo tan penoso para sus protagonistas y para la civilización tout court el miedo tan significativo a la subversión vital de los chicos de la ‘generación perdida’, etiqueta que tal vez adquiere así nuevo significado elocuente…
Irene,
Qué decir … el verano pasado volví a leer por enésima vez el libro de Hemingway … los capítulos más bellos quedaron eclipsados por unos capítulos que me parecieron moralmente deleznables, y, de pronto, comencé la preguntarme por la parte de hipocresía y «literatura» de los mejores capítulos… Seguí releyendo, y me topé en Adiós a las armas con unos juicios políticos de un patético simplismo ignorante y sentencioso…
… la lectura / relectura del libro de SB y su historia de amor con AM iluminan historias poco o nada conocidas… en el libro de Brassaï sobre la noche parisina se documenta muy parcialmente un París gay de una importancia grande… solo recordaré las relaciones de AM con Giséle Freund, una grandísima fotógrafa…
Q.-
De la Educación sentimental a la Máquina de follar y ahora la proliferación de todo tipo de géneros pornográficos. Todo es posible en el amor y el sexo. Hemos llegado al sexo tantrico farmaceutico y al amor alucinado ..En la semana 7/ 24 la nueva literatura de la pantalla nos proporciona todo tipo de aventuras de las místicas a las gore. No solo son unos los que están perdidos buscando amor y sexo son la mayoría enganchados en sus smarts más que en sus libros algunos de los cuales fueron prohibidos como el Ulises de Joyce por unas autoridades que decían velar por la moral de su pueblo. Después de pasar el siglo veinte como ya intuyo Freud después durante la GG y sus seguidores la libido se alimenta no sólo de Eros también de Tanatos Todo ya estaba en la antigüedad ni en eso avanzamos solo cambiamos los artefactos de esta época Pastiche. . Shakespeare no sería sin los clásicos griegos ni Plutarco. Tal vez hayamos entrado en el placer cirenaico de las masas gracias a las nuevas tecnologías pero no creo que sea posible hacer literatura en esta nueva situación en la que estamos ya solo cortamos y pegamos el pasado para no ver la crudeza del presente. Difícil hablar del Tanatos tecnologico militar y del Eros civil en todas sus variantes reales y virtuales. Lesbos es una isla con campos de refugiados donde todo es posible .
José,
«Todo es posible…» más o menos… quizá sería más razonable decir «todo debiera ser posible…».
Vaya usted a saber, claro,
Q.-
PS. «Sobre gustos no hay nada escrito».