Centre d’accueil des demandeurs d’asile du boulevard de La Villette, 16 junio 2016. Foto JPQ.
Giro «anti europeo» y «pro nacional» de la sociedad francesa. Un 62 o un 65 % de los franceses apoyan la superioridad del derecho francés contra el derecho europeo para combatir el problema de fondo de la inmigración.
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Tras el largo proceso de la construcción política de Europa, se impuso una cierta superioridad del derecho europeo, sobre el derecho nacional. El Tribunal Constitucional francés ha ratificado tal superioridad jurídica en cuestiones muy sensibles, desde hace muchos años.
Históricamente, una inmensa mayoría de franceses han apoyado o aceptado tal superioridad, en el marco general del proceso histórico de la integración europea.
Por vez primera, varios sondeos confirman que una mayoría de franceses desean derogar, abandonar o rechazar tal superioridad, en el terreno ultra sensible de la inmigración.
Según un sondeo publicado por el matutino conservador «Le Figaro», un 62 % de los franceses apoyan la derogación del derecho europeo en cuestiones de política migratoria. Ante ese problema de inmenso calado, un 66 % de los franceses desean reformar la Constitución para rechazar el «comunitarismo cultural» y otro 72 % apoyan la convocatoria de un referéndum nacional sobre inmigración y políticas migratorias, al margen de las políticas europeas en ese terreno.
Solo se trata de sondeos, estimaciones oficiosas. Pero son un reflejo bastante fiel de sensibilidades sociales de fondo. Una parte creciente de la sociedad francesa estima que el derecho europeo y las políticas europeas en materia de inmigración son poco eficaces y amenazantes para la «soberanía nacional».
Tal proceso histórico, emergente, tiene tres dimensiones, jurídica, nacional, europea.
Dimensión jurídica. Una mayoría de franceses parece temer que el derecho internacional / europeo, sea una «amenaza» para la identidad nacional, por una razón muy simple: a su modo de ver, la legislación europea impide combatir uno o varios de los grandes problemas nacionales.
Dimensión nacional. Una mayoría de franceses asocia la inmigración al comunitarismo. No la inmigración ilegal, que es un problema policial. Se temen las consecuencias, actuales, de la inmigración de la primera y segunda generación que han podido favorecer la multiplicación de «comunidades» (religiosas, culturales, étnicas) que no siempre se entienden entre ellas. A partir de ese convencimiento, la lucha contra el comunitarismo pasa por un lucha nacional contra las derivas de la inmigración. De ahí la hostilidad hacia el derecho europeo.
Dimensión europea. La resistencia y hostilidad larvada de la opinión pública hacia el derecho europeo corre el riesgo de transformarse en un problema diplomático, cuando el mismo problema se plantea con crudeza en otros países europeos, como Italia, Hungría, Austria, Polonia. Nadie se atreve a denunciar la supremacía del derecho internacional sobre las legislaciones europeas. Pero la hostilidad social francesa puede propagarse.
Según las últimas estadísticas oficiales del INSEE (Institut national de la statistique et des études économiques), en una Francia de 67,6 millones de habitantes (2021), hay 7 millones de inmigrantes oficialmente reconocidos. Oficiosamente, esa tendencia se habría confirmado durante los últimos dieciséis meses. La cifra real de inmigrantes, reconocidos y no reconocidos quizá sea superior al 10 / 12 % de la población, una proporción ligeramente inferior a las cifras de Alemania, Austria y otros países europeos.
Desde el punto de vista de la Francia profunda, la lucha contra la inmigración ilegal es un fracaso europeo. Los problemas del gobierno de Emmanuel Macron en las fronteras con Italia y España (Pirineos), confirman el mismo problema, con muchos flecos bilaterales, no solo franceses. Las políticas europeas que pretenden «controlar» los flujos migratorios no funcionan con eficacia.
Ante la agravación aparente de los problemas, una parte significativa de la clase política francesa se está alejando de la Europa judicial y policial, creyendo que la «ruptura» con el derecho europeo permitirá combatir con más eficacia la realidad y los fantasmas de la inmigración.
Los Republicanos (LR, derecha tradicional) y Agrupación Nacional (AN, extrema derecha) han convertido el problema y sensibilidad popular en una cuestión política y electoral.
La derecha tradicional espera salir del hoyo, utilizando la defensa del derecho nacional como un tema esencial para su identidad y futuro. LR atraviesan una crisis muy profunda, víctimas de sus divisiones (contra o a favor de Macron) y la «metralla» de la condena de su antiguo líder, Nicolas Sarkozy, a tres años de cárcel, firme y con remisión de pena. La lucha contra la inmigración es un tema prometedor, electoralmente.
Marine Le Pen y su partido, AN, han convertido la defensa de las prioridades e intereses nacionales en un tema de campaña permanente, contra el derecho europeo, contra la «tutela» de la UE, en defensa del nacionalismo jurídico, policial, económico, etcétera.
Las izquierdas, por su parte, están divididas, entre partidarios o adversarios del derecho europeo. La Francia Insumisa (LFI) y el PCF son históricamente hostiles a la construcción política de Europa. El PS está hoy dividido. Los ecologistas de EELV (Europa, Ecología, Los Verdes) oscilan entre la tentación radical y la opción «centrista»: galimatías considerable.
Emmanuel Macron, su partido político, Renacimiento, y su gobierno, por el contrario, continúan sin rechazar la supremacía parcial del derecho europeo sobre el derecho nacional.
Oficialmente, Macron defienden la «soberanía industrial y militar» de Europa. Oficiosamente, en la práctica, los intereses nacionales de Francia y Alemania en terreno capitales (energía, armamentos) defienden posiciones antagónicas. En la práctica, el gobierno francés «desconfía» de las políticas española e italiana contra la inmigración. Macron defiende el carácter «complementario» de los derechos europeo y nacional / francés. Pero desea una adaptación y comprensión de los intereses nacionales.
Ante ese arco iris de sensibilidades políticas, el giro histórico de la opinión pública francesa parece llamado a convertirse en un debate de gran calado, nacional y europeo. ABC, Un 62% de los franceses desconfían de la política migratoria europea + PDF.
Fina says
Quiño,
Qué contraste con tu anterior imagen, tan colorida y alegre de las jóvenes parisinas en primavera…
Me pregunto quién decide nuestro lugar de nacimiento que tanto nos condiciona la vida…
¡Cuántas incógnitas!
Gracias y buenos días a todos/as.
JP Quiñonero says
Fina,
Qué quieres … «de todo hay en l viña del Señor…».
Lo del nacimiento, como dices, que tanto tanto nos … Sobre mi pueblo natal, el refrán canónico lo dice todo: «En Totana, se acaba el pan antes que la gana…»… a partir de ahí, muchos totaneros salimos corriendo… yo, terminé en París cuando había soñado con largarme a California, cosas de la vida…
Q.-
Fina says
Quiño,
Lo del nacimiento y la muerte es todo un misterio…
Veremos si por lo menos podemos decidir dónde terminar nuestros días…
Entretanto, a pasarlo lo mejor posible…
Palanteeeee……..!!!!!!!!!!!
JP Quiñonero says
Fina,
Algo así, efectivamente.
En mi caso, he vivido en París más tiempo que en mi pueblo, muuucho más Y, sin embargo, sigo siendo de aquel pequeño pueblo de mi infancia…
Cada cual lo lleva como puede o lo viene mejor.
Palanteeee
Q.-
Fina says
Sí, Quiño,
Mi caso es parecido, también he vivido muchos más años en Grecia que en mi ciudad natal y sin embargo las raíces dejan una profunda huella…aunque nos trasplanten.
Palante………!!!!!!!!! A intentar ser todoterrenos… 🙂
JP Quiñonero says
Fina,
Buen consejo … «intentar ser todo terrenos…»
Paciencia, barajas y dieta mediterránea, con alguna copa de cava, champagne, o algo rico, a gusto de cada cual…
Q.-