Boulevard Saint-Germain, 10 junio 2023. Foto JPQ.
Las mujeres tienen en la obra de Azorín una importancia considerable.
[ .. ]
La parisina azoriniana, en particular, la parisiense, dice él, es muy diversa.
De Isabel de Valois, reina de España, «parisina de Fontainebleau», a la parisina de veraneo en Biarritz, pasando por «las conversadoras» de la Place de l’Étoile; de la jovencita llegada a París a ganarse la vida a la gran dama de alto copete, la parisina de Azorín tiene siluetas muy diversas y algunos puntos en común, quizá:
«Las parisienses [ .. ] manos finas, blancas, sutiles, maravillosas, que ellas solas poseen en el mundo…». ABC, 2 junio 1905, Viaje regio. El atentado.
«… alta, esbelta; sus ojos despiden destellos de jovialidad, en tanto que los labios -frescos y rojos- se aprietan para no dejar de borbollar la risa…»
[ .. ]
Biarritz; en las primeras horas de la tarde; en la calle central; entre muchedumbre; en el núcleo de la vorágine; automóviles; bocinas sonoras; bellas, sensuales mujeres».
[ .. ]
«Félix ha hecho que le manden de París una fotografía de la Santa Teresa de Bernini. Profunda sorpresa al ver el parecido de esta imagen con Andrea; corriente espiritual, afectiva -que es fuerza poderosa para el trabajo-, va de la cara de Andrea, pasando por Félix, a la faz de la estatua de Bernini…». Félix Vargas, 1928.
«Escribe Montesquieu: «Cuando los franceses prometen a una mujer que la amarán siempre, suponen que ella, por su parte, será siempre amable. Y si falta a su palabra, ellos no se creen comprometidos por su promesa». ¿Y por qué la sujeción a la palabra siempre?». París, 1944.
«Hablar de la parisiense y no hablar del amor es mancar un libro». París, 1944.
De entrada, la primera pregunta:
A partir de ahí, la realidad o el mito (¿?) de la parisina comenzó a forjarse a finales del XVIII. Rétif de la Bretonne y Louis-Sébastien Mercier, los grandes historiadores / observadores del París popular, quizá fueron dos patriarcas fundadores.
El centenar de novelas y cuentos de “La Comédie humaine” de Balzac presenta una formidable diversidad de parisinas, que bien pudieran encarnar el triunfo de la mujer que pasea, sola o acompañada, por los Pasajes de Walter Benjamin.
De la Comuna a la Segunda Guerra Mundial, aparecen parisinas de rompe y rasga haciendo historia, a su manera. De Louise Michel a Joséphine Baker, pasando por Nadja, la parisina puede ser una gran heroína política o una sirena mitológica, una chica del faubourg o una señora que encarna la ilusión, la elegancia, la “tiranía” de la moda, el lujo, el prêt-à-porter o la tendencia vintage.
Coco Chanel y Brigitte Bardot renovaron el mito, aportando nuevos rostros y fisonomías…
Ante tan apresurada e inconclusa historia, quizá sea oportuno recodar que, a mediados del siglo XVIII, Jean-Jacques Rousseau propuso en su “Julie ou la Nouvelle Héloise” (1761) una primera visión canónica:
“La mode domine les provinciales, mais les Parisiennes dominent la mode…”.
Me pregunto si alguien ha intentado estudiar la continuidad o metamorfosis de la mujer madrileña, aragonesa, murciana, castellana, andaluza o catalana, desde Goya a Eugeni d’Ors, Ramón Casas o Carlos Saura. Sin olvidar a Galdós, Rosa Chacel o Eduardo Zamacois, claro está.
La parisina tiene muchos rostros, cómo olvidarlo.
El canon de la mujer parisina / parisienne según Jean-Jacques Rousseau.
Fina says
¡Caramba, Quiño!
Espectacular mamá la de tu captura!!! Ya sea francesa o de cualquier otra nacionalidad…
Hay bebés afortunados 🙂
Pienso que con tantas metamorfosis y rostros al final costará mantener unas características propias y una identidad.
JP Quiñonero says
Fina,
Ah… encantado … lo esencial: cada cual a su aire… «no hay nada más cosmopolita que ser fiel a su pueblo…» decía un amigo muy querido. Pues eso, claro,
Q.-