
Caspar David Friedrich, A bordo de un velero (1819).
«Dirigiéndose al niño como las madres se dirigen a la criatura que llevan en su vientre y todavía no es un hombre, pero ya sufre como ellos, le muñeca comenzó a hablar, sonámbula…»:
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"Soñarás que eres Ulises que regresa de Troya y deberá sortear numerosas pruebas y peligros antes de llegar a Ítaca. Engañarás y vencerás a la fuerza bruta y ciega de Polifemo. Escaparás al embrujo del lecho de Circe. Abandonarás a su suerte la melancólica ternura de Calipso. Hasta que llegue la hora fatal de tensar el arco con el que deberás exterminar a los míseros pretendientes de un lecho que Penélope teje y desteje, cada noche, hilando en la rueca de los días el hilo cuya trama dorada teje el paso del tiempo".
"Soñarás que eres el último poeta ibero, al pie de la frágil muralla de adobe que las legiones de Roma arrasarán, mañana. El último bardo de una lengua sin esperanza de supervivencia. El cronista de la batalla última donde perecerán todos los vestigios de tu patria y los túmulos del último pueblo de la costa, víctimas de un ejército de ocupación. El último proscrito, contando la hora final de un pueblo cuyos dioses perecerán a falta de creyentes que oficien sus misterios, cuya lengua desaparecerá de la memoria de los hombres que olvidaron las leyendas de su origen, cuya historia se precipitará en el pozo negro y sin fondo del pasado y del olvido. El último resistente, aguardando, sin miedo, que llegue su hora; para dejar tatuado en los ojos ciegos de la soldadesca que llega la gloria y el esplendor con que resplandecía el fulgor de la libertad de los antiguos hombres, redimidos, quizá, en un recodo escondido de los Anales del alba, o la prosa de Polibio, dispuesto a traicionar a su patria para mejor servir a sus ideales, como compañero de Escipión".
"Soñarás que eres Ibn Arabí huyendo con sus padres de la vega de Murcia, para escapar al baño de sangre que siguió a la caída de Ibn Mardanish, víctima irredenta de las tropas almohades. Correrás, luego, la época de tu jahiliyya, oscilando entre la tentación de los placeres y las pasiones de tu espíritu atormentado, que habrá de arrastrarte desde los burdeles y las libaciones, al alba, hasta las cimas y los precipicios donde beberás el cáliz de las profecías anunciando el fin del mundo, la victoria de los almohades en Alarcos, el incendio de Bagdad, la noche de las Navas de Tolosa, la invasión mongol de Persia, la caída de Córdoba, y la resurrección de Averroes. Volviendo, un día, por última vez, a la vega sin agua del Guadalentín, para decir adiós a la luz que iluminó tu infancia, antes de iniciar la peregrinación final que te llevará a Algeciras, Túnez, El Cairo y Damasco, para morir en el exilio".
"Soñarás que eres Rodrigo imponiendo tu ley y tu espada a las intrigas de una corte que te odia y teme tu libertad y el alcance de tus campañas, para romper un voto de fidelidad que te dará la gloria y el destierro".
"Soñarás que eres un marino murciano, o catalán, soñando reconstruir el imperio con las menguadas huestes de unos prófugos bizantinos huidos de Constantinopla, y refugiados en una cala de Levante, aguardando su hora; ellos, llamados a morir, todos, griegos de la diáspora, orgullosos de hablar una lengua que solo ellos entendían, cantando canciones de otro tiempo, entregándose a fiestas y recuerdos en homenaje a unos dioses condenados al destierro".
"Soñarás que eres Pizarro, o Cortés, fraguándote un destino muy lejos de tu patria, que solo te pagará con el olvido, cuando tu armadura y tu espada se hundan en los pantanos del trópico".
"Soñarás que eres don Juan de Austria ordenando que sean desplegados al viento de levante los estandartes y las banderas de la Liga, escuchando una oración, antes de comenzar la ofensiva de la más memorable de las batallas, desde Actium, haciendo sonar el ensordecedor y marcial estruendo de las trompetas y los tambores de toda la flota aliada".
"Soñarás que eres Alejandro de Gándara, joven y apuesto, salvando a la marinería y las galeras de la Invencible, extraviadas en el canal, perdida en el pozo negro de la historia".
"Soñarás que eres un ingeniero ilustrado soñando la reforma agraria, el fin de la deforestación, el principio de un vasto proyecto de obras públicas, la restauración de un poder y una vocación naval que naufragó en las rutas del Atlántico".
"Soñarás que eres un poeta romántico que no se llamó Bécquer ni Rosalía, pero soñó su fin en Missolonghi, como Byron, antes de contemplar el fusilamiento de Torrijos inmortalizado por Antonio Gisbert".
"Soñarás que eres un soldado desconocido dando tu vida inútil en Cavite; un capitán de navío hundiéndose sin misericordia en las aguas del puerto de Santiago de Cuba; un obrero anarquista soñando la revolución libertaria tras la ejecución e Ferrer guardia; un joven muerto de hambre, cantando ¡A las barricadas!, el día del entierro de Durruti; dos hermanos gemelos, víctimas de una guerra fratricida, Eteocles y Polinices, caídos a las puertas del Alcázar de Toledo, a la espera vana de Antígona, trayéndoles el bálsamo de las honras funerarias que cubran sus rostros demacrados por el viento de la sierra, el polvo y el rictus de la muerte, que se lleva para siempre su juventud perdida en el campo de batalla de la patria en llamas…" → El caballero, la muñeca y el tesoro.
Los Anales del alba de Quiñonero comentados por Carmen Pujalte.
ÍNSULA La novela corta en el mundo hispánico desde 1940 / Quiñonero.
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